La noche en que llegó al Hogar de Menores sin Amparo Familiar, ubicado en la calle Independencia No. 468 de la cabecera provincial espirituana, R* era apenas un pequeño de 11 años.
En su historial se repetía una sentencia que basta para retirar la responsabilidad parental a cualquier progenitor: abandono familiar. El dictamen refería, además, que el chico mostraba una conducta desajustada por no tener un régimen de vida estable, deambular e incluso dormir con vecinos porque a su mamá apenas se la veía en casa.
Aunque es ahora un joven de 17 años, al cual describen como responsable, cariñoso, afable, y que estudió Elaboración de Alimentos —labor que ejerce hoy—, la violencia padecida por él y muchos otros niños provocan que hablar de estos sucesos como una experiencia de vida y no una herida que sangra sea a veces imposible.
En Cuba, gracias a la férrea voluntad política del Estado para garantizar el sano desarrollo de los infantes, el abandono familiar no es la norma, sino, más bien, una extrañísima excepción. Datos compartidos por el país al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) cuantificaron en 2022 poco más de 400 niños sin amparo familiar, los cuales ya residen en hogares.
En un país cuya densidad poblacional hasta esa fecha fue de 11 089 511, según el anuario de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), el dato representa apenas un 0.03 por ciento de la población, posicionando a Cuba como uno de los países menos afectados en este indicador.
De hecho, tanto en el Código Penal como en el Código de las Familias se categorizan la desatención y el abandono, ya sea por acción u omisión, como faltas parentales graves y muestras de violencia en el ámbito familiar.
En la provincia Sancti Spíritus, la cantidad de padres a los que se les ha retirado el interés superior sobre sus hijos es ínfima. Resulta que en las dos instituciones que se dedican a esta humana y noble tarea solo moran 20 infantes: 10 en Cabaiguán e igual cifra en la cabecera.
Popularmente conocido como Villa Conchita, el Hogar de Niños sin Amparo Familiar de Sancti Spíritus fue inaugurado el 28 de octubre de 1985. Desde entonces y durante 27 años, bajo la dirección de Gloria Pérez, la querida mamá Gloria, como su actual directora Ania Medinilla refiere, se convirtió en el centro de referencia en la provincia que abriga a casos como el de R.
De los 10 menores entre cuatro y 17 años de edad que residen en la casona, dos son hembras y ocho, varones.
A pesar de no constituir una familia sanguínea, en este centro se encaminan esfuerzos hacia la formación integral de niños, adolescentes y jóvenes, con el fin de garantizar su incorporación activa a la sociedad. Cuenta con el apoyo de entidades, organismos y organizaciones de masas que contribuyen a garantizar un grupo de actividades en beneficio de compensar sus necesidades espirituales.
Los educadores de este lugar no solo han tenido el privilegio de hacer crecer a pequeños y convertirlos en hombres de bien, integrados a la sociedad como médicos, profesores, maestros, electricistas, ingenieros…, sino que han celebrado bodas, quinces y cumpleaños y, en palabra de los propios jóvenes, más que un colectivo de trabajadores, encuentran en quienes los acompañan su mundo afectivo.
Los pasos dados por Cuba en este aspecto demuestran la voluntad nacional por la atención a la niñez. El buen hacer de los Hogares de Menores sin Amparo Familiar muestra, sobre todas las cosas, que el socialismo cubano es un sistema perfectible, pero muy humano.
Todos los niños, adolescentes y jóvenes que viven y han vivido en este hermoso lugar dan las gracias a todos los que hicieron de esta su familia.
*El nombre ha sido omitido para proteger la identidad del entrevistado.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.