Para Orlando Valle Fernández el 2023 resultó apoteósico. Cuando parecía que se lo había llevado todo con la designación como mejor profesor de Educación Física de la provincia, le quedaban emociones por arrobas. Poco después resultó, también, el más destacado del país en esa modalidad.
Entonces El Chino, que es como lo conocen los trinitarios, sintió que tantas horas al sol entre ejercicios, juegos y la vitalidad de los niños habían valido la pena. De su aval conocen todos los que lo ven no solo en sus clases diarias en la escuela José Mendoza, de Trinidad. Lo reafirman quienes lo ven en cuanto proyecto se gesta en el centro, o en megaeventos del municipio y sus comunidades, como torneos intramurales de corta y larga duración, Mi escuela campeona, Saltando con Alegría, juegos deportivos, proyectos gimnásticos masivos, Fútbol en la calle, Béisbol five, La pasión en la calle, Sanabanda, A jugar, Velocistas del futuro…
En estos y otros eventos, sus alumnos se cansaron de ganar como en el fútbol, el baloncesto 3×3, los juegos de atletismo y ajedrez desde nivel de base hasta el municipio, las copas pioneriles y una lista que pudiera ser interminable.
Pero lo que distingue a Orlando es la manera en que asume la Educación Física con todas las herramientas de la pedagogía y la motivación con métodos y procedimientos novedosos y aportadores, al decir de los expertos que le retribuyen sistemáticamente con la evaluación de MB.
“No creo que sea la hija menor del deporte, como algunos dicen; es la base de la pirámide deportiva, el entrenador que no haya pasado por ella, a mi entender, no siente el amor propio, primero hay que sufrir ese niño cuando empieza a hacer las actividades, sus habilidades motrices básicas: correr, saltar, y uno va corrigiendo algunas técnicas, lo va enseñando e incentivando y vamos teniendo una visión del posible talento.
“Lo primero que tengo al inicio del curso es un diálogo con ellos, les pregunto qué deporte les gustaría, debatimos y según las posibilidades reales de cada cual escogemos uno, lo importante es la calidad de la clase, un profesor de Educación Física que vaya a un terreno a sentarse no logra motivar a los alumnos, hay que compensar las clases con los juegos intramurales para que se vean motivados por el deporte, también que tenga su tiempo libre y ahí nos vinculamos con los profesores de recreación en proyectos como el A jugar”.
Es lo que llaman un todoterreno, que irradia desde el ejemplo personal. Lo mismo corre cuanto maratón se convoque en Trinidad, que gana en los fórums de base y municipal, la exposición de círculos de interés y los concursos de clases a diferentes niveles, o se mueve al ritmo del Cubaila o apoya el trabajo integrador con los alumnos con discapacidades en sus Olimpiadas Especiales o se suma al trabajo en red con las Matemáticas, la Lengua Española y la Historia.
“Me favorece la escuela que es reconocida en la provincia por el desarrollo de varios proyectos ya mencionados, contamos con un gran claustro tanto en lo docente como en el deporte y laboramos unidos. Educación Municipal y el Inder hacen actividades conjuntas los fines de semana. De hecho, participé en el evento municipal Pedagogía 2023 con un trabajo sobre los proyectos y su vínculo con otras materias para potenciar la esfera cognitiva-afectiva”.
A Orlando no lo detiene la falta de materiales. Para enamorar a sus alumnos, cuenta con sus propias inventivas y las de los padres. “Nos facilitan mucho los medios; por ejemplo, con una pelota de tenis de campo pude trabajar mi primer período de béisbol five, se hacen vallas con recortes de madera y hemos aprendido de los proyectos y eventos sobre medios de enseñanza en los que muchos profesores llevan sus experiencias”.
Lo suyo con la Educación Física fue casi amor a primera vista desde que en 1998 se graduó de nivel medio en Camagüey. Y ese matrimonio lo ha defendido como el de su esposa y sus tres nietas. “Tengo tres hijos y siempre me han criticado que sea profesor porque hay que ser realista, las condiciones no son las más favorables, pero, contra viento y marea, he estado aquí y nunca la dejaré. Me enamoré desde que hice mis prácticas docentes en esa escuela que siempre tuvo un colectivo pedagógico muy bueno, ya cuando me gradué me decidí por ella”.
“He tenido la dicha de trabajar en el mismo centro con Rodelsi Beltrán, que por muchos años fue el mejor profesor de esa asignatura en la provincia, hay un dicho que dice que al que buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija, a mí ni se me ocurre competir con él porque, aparte de que es mi amigo, mi hermano, es una persona excepcional que está por encima de todos nosotros, es un fuera de liga y me enorgullece cuando nos nombran el binomio trinitario perfecto”.
Ya antes, en el 2019, El Chino disfrutó ser el mejor profesor de la provincia en su especialidad. Ahora, tras tocar el cielo nacional, vuelve a pararse bajo el sol para comenzar otros ejercicios, otros juegos.
“Fue algo grandioso, me sorprendió mucho ese premio, lo disfruté, pero también estuve triste porque hace unos años perdí a mis padres, a mi abuela, que son parte de este resultado porque lucharon mucho conmigo, ya no están amigos como Renán Valdivia y Félix Alberto Borrell que me ayudaron económicamente para que pudiera estudiar en una etapa muy difícil: en pleno período especial.
“Es un reto y grande. El premio me confirma que solo la constancia y el espíritu te llevan a los resultados y que el profesor de Educación Física que se sienta en clases es un profesor inventado; el de verdad tiene que estar al sol y parado”.
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