Millones de personas de todo el mundo han crecido en la costumbre de amar, disfrutar e imitar un conjunto de personajes que sintetizan de manera extraordinaria el más sano humor criollo, las tradiciones patrióticas y una buena parte de la huella cultural que matizó el surgimiento de la nación y la nacionalidad en Cuba.
Elpidio Valdés, como personaje de la popular caricatura creada por Juan Padrón, “nació” a mediados de agosto de 1970 como una historieta para niños en la revista Pionero.
Se dice que Padrón conformó el nombre del personaje de dos elementos históricos que tienen relevancia para la isla: de las Cartas a Elpidio, escritas por Félix Varela y Morales y el apellido del personaje protagónico de la novela costumbrista Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde.
El conocido mambí, que ya cumple 54 años, forma parte de un “colectivo” de bandos diferentes que simbolizan los polos protagonistas de la historia de Cuba en la segunda mitad del siglo XIX.
María Silvia, Palmiche, Marcial, Eutelia, Pepito… representan el lado de la defensa de la tierra que los vio nacer desde su actividad conspirativa, mientras que Resóplez, Media Cara, Cortico, Cetáceo, desde la junta del mal y en constantes situaciones de ridículo, completan escenas propicias para enseñar matices de la verdadera historia y fomentar el orgullo nacional.
Su creador, Juan Padrón, reconfiguró constantemente la propuesta junto a un gran colectivo que también se agrandó desde las publicaciones impresas, el cine, la televisión y la música para conseguir una evolución en cada personaje mientras les incorporaban elementos novedosos apegados a las tradiciones de su contexto.
Tal vez ni el propio Padrón tuviera de inicio una aspiración tan notable cuando se le ocurrió la idea. Según contó en varias entrevistas, su creador “hacía la historieta del samurai Kashibashi para la revista Pionero, y en ella aparecía un cubano del siglo XIX que yo decía que era mambí. Le puse Elpidio Valdés para que se pareciera a Cecilia Valdés y lo dibujé a la primera, sin boceto. El protagonista era Kashibashi, pero este tipo (Elpidio), las cosas que decía, que yo hacía que dijera, me eran mucho más simpáticas que las del japonés. Entonces viré las 12 páginas que tenía ‘boceteadas’ y empecé toda la historia con Elpidio como protagonista”.
Dibujar escenas cargadas de personajes y situaciones lleva siempre largas horas de estudio. En la medida en que aparecieron series de dibujos animados, largometrajes, libros y canciones, las historias de Elpidio llevaron a millones de personas por situaciones reales de la guerra contra España, mezcladas con los elementos de ficción típicos de toda caricatura.
Muchas fueron las peripecias para recrear la vestimenta de los mambises, los uniformes españoles, los acentos en el habla, los instrumentos usados en cada historieta, las tácticas militares, entre otras cuestiones.
La dosis de ficción cumple de manera gloriosa la meta de bajar los niveles de dureza a pasajes de guerra, escenas de combate y momentos difíciles para convertirlos en disfrute de niños y adultos.
También la imaginación de los hacedores vuela hasta el punto de lograr con tonos, frases y argumentos la ridiculización de lo español sin que llegue a ser hiriente, con la sana intención de forjar la autoestima de la cubanía.
En etapas más tardías se incorporaron a las series un grupo de personajes y recursos extemporáneos con la doble intención de hacer reír y recrear hechos históricos posteriores, como son los casos del destacamento internacionalista que usa armas soviéticas o como el largometraje que pone a Elpidio en contexto poscolonial.
Con cada nueva producción Elpidio y sus acompañantes calaron cada vez más en los gustos de millones de personas hasta hacerse imprescindibles en el entretenimiento, el habla y el actuar de muchos.
Tres largometrajes, 25 capítulos agrupados en tres series, un episodio especial, un libro y una canción de Silvio Rodríguez hicieron que Elpidio y sus acompañantes les ganaran espacios a los personajes foráneos en el gusto y dejaron un legado de parlamentos que forman parte del argot popular en el día a día del cubano.
De tal manera, es injusto decir que Elpidio Valdés es el Superman cubano o compararlo con heroicos personajes de historias venidas de otras partes que nada tienen que ver con lo auténticamente nuestro; es, sencillamente, Elpidio Valdés y nada más.
Me atrevería a decir que Elpidio Valdés ha estado en la mayoría de los cubanos desde la niñez hasta la adultez, fue muy creativo Juan Padron en cada entrega, hasta los adultos disfrutan de este animado por su fino humor. Muchas felicidades Elpidio Valdés y….Hasta la vista compay !!!!!