El color rojo le favorece hasta en el cabello teñido, pero nunca en registro de asistencia, donde cierta franja escarlata acentúa impuntualidades.
Dayamira Delgado Unday se ha aferrado a la puntualidad exacta y al sector bancario por espacio de tres décadas. El uniforme lo combina con disciplina y fidelidad.
“Permanezco más tiempo en el Banco que en mi casa. Sobre las 7:15 a.m. abro la bóveda para dispensar el efectivo disponible a los cajeros y alistar otros detalles. En ocasiones, soy una de las últimas en irme pasadas las cuatro de la tarde”, confiesa.
En momentos donde prevalece la sed de efectivo, le parece que el reloj permanece inmóvil. “Los días se hacen interminables por la cantidad de personas que acuden al Banco para realizar operaciones y demoramos en terminar”.
De la cajera en la Unidad Municipal de Servicios Comunales guarda el recuerdo. La propia vorágine de ese perfil que desempeñó la sedujo para incorporarse en 1994 al otrora Banco Nacional de Cuba.
Tres calendarios después, Dayamira Delgado, Yayi para sus familiares y conocidos, presenciaría en Cabaiguán el nacimiento de la sucursal 5101 del Banco de Crédito y Comercio (Bandec).
“La transición conllevó a cambios. En mis inicios hacíamos los análisis y balances de forma manual con equipos que ni siquiera se conservan. Para 1997, con el auge de Bandec, los sistemas informáticos facilitaron la automatización de los procedimientos”.
Al integrarse a la institución, una de las pocas edificaciones patrimoniales que todavía decora la Avenida Sergio Soto, las horas extras solo le alcanzaban para formarse en la especialidad de Técnico Medio en Economía.
“Comencé en la plaza, antes denominada tránsito, lo que actualmente hace quien gestiona el correo electrónico de la entidad. Llevaba los trámites donde constaban las operaciones conectadas con el resto del país”.
Los saberes financieros la mantuvieron vinculada al área de Contabilidad. Fue supervisora, oficial de cumplimiento y apenas espigó la actual centuria, desde esa fecha encauza el departamento de efectivo, responsabilidad en la que continua activa. Las dudas de clientes y colegas apuntan hacia ella.
“La experiencia aporta, no solo por los años, sino que conozco las interioridades del quehacer bancario. Incluso, la banca personal, afín a la sección de efectivo, igual la domino. En la única esfera en que no me he desempeñado es la comercial, en lo referente a la parte de negocios”.
¿Consideró explorar otros escenarios profesionales?
Siempre me ha gustado este trabajo. En el Banco me formé y estaría fuera de lugar en un centro diferente. Me pregunto cómo algunas personas se acostumbran a trabajar sin ese rigor. Aquí seguiré mientras me lo permitan.
¿Cuánto exige este empleo?
Los tiempos cambian, pero el Banco exige de constancia, sentido de pertenencia y confiabilidad. Tramitamos información de personas naturales y jurídicas que corresponde manejar a los propios titulares, a quienes aquí laboramos y a otros autorizados.
Dayamira Delgado Unday dio la espalda a la carrera de Ingeniería Agrónoma. Intuyó que realizarse en laboratorios y surcos contrariaba sus intereses profesionales. Aquella muchacha veinteañera, hoy devenida cátedra en la dependencia cabaiguanense de Bandec, apuntó en la diana de su elección.
A la vuelta de 30 años, ¿sigue dispuesta a aprender en cada jornada?
Estoy satisfecha con lo que he logrado a lo largo de estos años. ¿Aprender? El Banco tiene una implicación en el desarrollo socioeconómico del país y sus dinámicas te nutren siempre de enseñanzas. Constantemente surgen modificaciones en los programas y se implementan nuevas resoluciones, aplicables a los procesos contables.
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