Aprender, entretenerse y divertirse: tres de los ingredientes que no faltaron durante estas jornadas estivales en una ciudad como Trinidad, auténtica y creativa.
Museos, galerías, la Casa de Cultura Julio Cueva Díaz y otras instituciones abrieron sus puertas e invitaron a disfrutar de talleres de verano, exposiciones, peñas literarias, conciertos y otras propuestas que han marcado estos meses previos a la celebración del sexto aniversario de Ciudad Artesanal y el quinto de Ciudad Creativa.
Los públicos lo agradecen; desde los más pequeños hasta quienes peinan canas; muchos descubren en esos espacios la motivación para trabajar las manualidades y encontrar momentos de diversión mientras nace un trazo en el papel o en el lienzo.
IMAGINACIÓN Y CREATIVIDAD
Los niños adoran hacer actividades que, además de entretenerlos, les den diversión; por ello los talleres de verano en Trinidad se enfocan en las manualidades.
En el zaguán del Museo Municipal de Historia, la artesana Mery Viciedo ha creado un aula para la enseñanza de las labores del hilo y de la aguja. Nemaya Bárbara y Elizabeth Enza aprenden las primeras puntadas mientras escuchan los consejos de la maestra y líder del proyecto Siempre a mano.
“Es un grupo excelente, niñas con muchas habilidades para el trabajo manual y buen control muscular; si hacen algo mal lo deshacen y lo vuelven a hacer. Eso es importante porque tal vez todas no sigan, pero bien adentro se les va a quedar lo que aprendieron”, expresa con satisfacción.
Cada miércoles Zuleni Ruiz acompañó a su hija al taller de Mery y escuchó como una alumna más. “No tengo habilidades en estas labores, pero quiero que mi hija aprenda el oficio. Es imprescindible en una ciudad como la nuestra, donde la artesanía es una tradición”.
Fue la primera vez que estas niñas se acercaron a las labores del hilo y la aguja. Muchas aseguran que volverán el verano próximo. Según la maestra artesana, ellas están dando sus primeros pasitos, familiarizándose con esta práctica fascinante. “Trato de transmitirles mis saberes de la manera más cómoda, pero quiero que aprendan bien”.
En la Casa de Cultura Julio Cueva Díaz, otro grupo de infantes prefieren las artes plásticas. Javier Hernández, instructor de esa especialidad, asegura que se cumplieron los objetivos del taller que sumó a niños de visita en la ciudad.
Fabián Mendoza vino desde Fomento a pasar sus vacaciones en Trinidad y una de las propuestas que más le ha divertido fue acompañar a sus primos al taller. Por estos días preparan la exposición con todas las obras creadas.
En la biblioteca Gustavo Izquierdo Tardío las profesoras Yamiley Ceballos y Yuneisy Baños hicieron realidad un sueño: impartir un curso de muñequería para las niñas en Trinidad. El resultado ha sido maravilloso, según coinciden estas amigas que acaban de emprender juntas su proyecto Arte de nuestras manos.
PROPUESTAS PARA TODAS LAS EDADES
Pero no solo los más pequeños se sumaron a los talleres de verano. Para los integrantes del Proyecto Urdimbre resultó una grata sorpresa recibir a adolescentes y jóvenes en sus citas estivales.
Desde una niña que reside en Inglaterra hasta una doctora, una enfermera y una ingeniera descubrieron la magia del tejido y el bordado. Una de las profesoras, Obdulia González (Yuya), no disimula su entusiasmo con la acogida de esta propuesta de gran utilidad para quienes viven en esta urbe patrimonial.
Con doce años, Liatne Medina tiene alguna noción de la labor artesanal por tradición familiar; en cambio, su compañera, Yanet Rondón, se acercó por primera vez. “Cuando estudié en el preuniversitario pasaba por aquí y me gustaba mucho ver el trabajo de las artesanas. Pasó el tiempo, me hice enfermera, pero necesitaba hacer algo más; me propuse aprender, indagué y encontré al proyecto”.
¿Qué te ha parecido el taller?
“Increíble, me ha cambiado, quiero enfocarme en esto porque me relaja; en la casa trato de hacer los quehaceres y retomar las labores”.
Marielys González comenzó más joven. Desde pequeña su madrina la introdujo en el mundo del crochet. “Me gusta mucho y lo he mantenido, es mi momento de distracción y de creatividad. Creo que tiene que ver con la ciudad; nos damos cuenta de que somos parte de esto y que lo llevamos en la sangre”.
Anabel Ruiz llegó por su amiga y se quedó todo el verano. “Es el lugar idóneo para dejar el estrés. Además, es increíble ver el arte, hecho con las manos; es algo que se tiene que respetar, que se tiene que admirar y reconocer”.
Adrián Carmona, otro de los miembros de Urdimbre, imparte el curso de tejido y asegura que en esta ocasión los grupos fueron más diversos en cuanto a edades y géneros. “Hay un creciente interés en la ciudad por las artes manuales y cada vez son más los que se integran a estos procesos creativos”, afirma.
Con disímiles expectativas y la misma motivación, las alumnas que participaron en el taller de verano convocado por Urdimbre forjaron nuevos lazos. Incluso Santi, la niña de padre trinitario y madre inglesa, aprendió muy bien todos los puntos. “Me prometió que el año próximo viene a pasar sus vacaciones en Trinidad y junto a nosotros”, asegura Yuya.
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