Es mi barrio en San Pedro: Trabajar, ¿a qué precio?

La interrogante agobia a los vecinos de esta comunidad trinitaria, ubicada casi en los confines del Valle de los Ingenios y distante de las ofertas de trabajo y de estudio

En San Pedro son escasas las oportunidades de empleo. (Foto: Alien Fernández/Escambray).

San Pedro de Palmarejo luce como otros tantos asentamientos rurales donde la calma se acomoda en cualquier esquina. La sequía allí cuartea la tierra y la piel de sus pobladores. El sol y el calor agobian, y hasta los menos devotos aguardan ansiosos cada año a que rompa la primavera para celebrar la Cruz de Mayo, un antiguo festejo religioso que bendice con lluvias y promesas de prosperidad.

En el barrio todos hablan con orgullo del legado patrimonial que perdura a través de la técnica del embarro, una masa compacta de tierra, yerbas y madera que sostiene muchas de las viviendas; algunos evocan con nostalgia el emporio ganadero que en las décadas de los noventa reinó en la comarca, mientras otros se lamentan por la falta de opciones laborales que ha incrementado el número de desvinculados en el poblado.

Los jóvenes y las mujeres resultan mayoría en las estadísticas, que apenas ilustran la magnitud de un fenómeno de alto costo social, el desempleo.

El oficio de carbonero es uno de los más frecuentes en la comunidad. (Fotos: Arelys García/Escambray)

TRABAJAR, ¿A QUÉ PRECIO?

Antes de las cinco de la mañana, Dadnery Suárez Zúñiga sale de su casa de lunes a sábado para llegar temprano al hostal donde trabaja como doméstica en Trinidad. Son años de madrugones y de recorrer en “botella” los más de 30 kilómetros hasta la cabecera municipal. “Es una odisea diaria, pero tengo que hacerlo. Una de mis hijas es madre de tres niños y debe cuidar de ellos. Hasta ahora no se le ha presentado ninguna oferta de empleo”, expone.

A pesar del enorme valor cultural y patrimonial de este poblado, son muy escasas las ofertas laborales, según manifiesta Isabel Cristina Bravo Cancio, jefa del Departamento de Empleo de la Dirección Municipal de Trabajo. “Las plazas en las tres escuelas primarias y la secundaria están cubiertas y solo están disponibles las que oferta Flora y Fauna”.

Sin embargo, casi nadie se decide por ellas y no por gusto. “Pagan muy poco y el salario se demora muchísimo”, dice sin medias tintas Rodolfo Sánchez, quien trabaja como custodio en uno de los hoteles de la península y vive ahora en casa de una prima en Trinidad.

Pero no todos tienen la posibilidad de este hombre, quien le dio un giro de 180 grados a su vida para acceder a un puesto de labor mejor remunerado. Otros compañeros que comenzaron con él tuvieron que renunciar por la lejanía y la falta de transporte.

De acuerdo con la especialista de la Dirección de Trabajo, este tipo de ofertas se concentran en el entorno de la ciudad, como el sector del Turismo, Educación, el Trabajo por Cuenta Propia y Servicios Comunales.

Como opción solo les queda desempeñarse en labores agrícolas durante la cosecha de ajo y de cebolla en tierras cercanas a la Güira, “un trabajo bien sacrificado”, recalca Eric Ramos Ramírez, delegado de la circunscripción 34.   

Los jóvenes asumen oficios tradicionales de la comunidad.

ROMPER LA CADENA DE VULNERABILIDADES

Eunice Julia Jiménez Sánchez, la presidenta del Consejo Popular, no está ajena a las preocupaciones de los lugareños, al tiempo que reconoce que se trata de una de las problemáticas más alarmantes en el asentamiento, aunque no la única. El vial de acceso —en pésimo estado—, el deterioro del fondo habitacional y la falta de ofertas de alimentos amordazan la vida en este pintoresco lugar que reproduce el modelo de urbanismo africano.

“Hemos identificado a casi 100 jóvenes que concluyeron la enseñanza secundaria y la facultad y hoy no tienen continuidad de estudio ni tampoco garantía de un empleo”, ilustra esta mujer incansable que no se deja vencer por ningún contratiempo.

La población femenina de San Pedro carece también de oportunidades para una promoción más exitosa a puestos de calidad. La ausencia de proyectos y de actores económicos en función del desarrollo comunitario y la persistencia de ciertos estereotipos atan, entre otros factores, las aspiraciones de este sector y coartan parte de sus derechos laborales.

Por ser uno de los principales exponentes de la arquitectura vernácula, San Pedro llama la atención de los estudiosos en temas patrimoniales; que la mirada hacia allí sea más integradora dará respuesta a otras urgencias, como la del empleo. Es preciso romper la cadena de vulnerabilidades.  

Ana Martha Panadés

Texto de Ana Martha Panadés
Reportera de Escambray. Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas sociales.

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