Escambray, el hijo que nunca tuvo

Recientemente falleció Fe Dora Fundora Cruz, la primera directora de este medio de prensa, una mujer que hizo gala de su apellido y supo fundar una hermandad profesional duradera hasta los días de hoy

Fe Dora Fundora, la primera directora de Escambray. (Fotos: Facebook).

Ya nadie sabrá nunca a ciencia cierta por qué aceptó semejante desafío. Quizás pocos entendieron su designación. Seguramente, pasó noches en vela mientras gestaba, nacía y crecía Escambray, el hijo que nunca tuvo. Porque la naturaleza privó a esta mujer de descendencia, pero, en cambio, le regaló la maternidad de un periódico.

Una entrevista publicada con varios directores de este medio de prensa, a propósito de sus 15 años, describió de modo bien elocuente y singular el nombramiento de Fe Dora Fundora Cruz como su primera directora: “A pesar de ser una reconocida enfermera neonatóloga, jamás asistió a un parto tan largo y difícil”.

Cuando en 1977 la máxima dirección del Partido en la recién creada provincia de Sancti Spíritus la designó al frente de un periódico que no existía, la alentó con un argumento ingenuo: “Escambray tiene que nacer, crecer y desarrollarse y tú siempre lo que has hecho es ayudar a nacer y a crecer niños”, contó ella alguna vez a estas mismas páginas.  

Su familia la recuerda como una mujer muy cariñosa y atenta con todos.

Entonces, comenzó a trabajar sin descanso alrededor de un largo año y medio antes de la primera salida del diario. Primero en la antigua emisora y después en la Biblioteca Provincial prepararon durante meses un periódico en seco, que no circulaba en la vida real, como si ya lo esperaran miles de lectores.

Atrás quedaba su reconocida hoja de ruta en el sector de la Salud —que la había llevado incluso a ser jefa del servicio de Neonatología, a atender esa área y la de Comunales desde el Gobierno municipal y a merecer varios reconocimientos por el ejercicio de su especialidad—, para comenzar a armar lo que le parecía un verdadero rompecabezas, sin ella tener ningún vínculo previo con el periodismo.

Como guía de los otros más de 60 fundadores del periódico, sufrió en carne propia las angustias por aquella vieja máquina rotativa con sus estruendos y tantas roturas, espoleó la formación profesional del colectivo y se convirtió en una de las protagonistas de aquel alumbramiento escrito con letras de plomo.

 “Pienso que fue una buena locura. Se nos unían los días y las noches en ese afán; no teníamos nada, ni transporte, ni tinta, ni papel, ni técnica, pero nunca perdimos la confianza en que saldría… Ver el primer número fue una gran fiesta, una emoción infinita”, recordó hace algunos años.

Aquí mismo, desde esta casa de Adolfo del Castillo No. 10, el 4 de enero de 1979, Escambray circuló por primera vez para sus lectores, con un joven e inexperimentado colectivo, que le dedicaba horas interminables de trabajo.

Así Fe Dora Fundora y su equipo traían al mundo aquel diario en blanco y negro, de páginas enormes, con olor a linotipos, a rotativa casi desahuciada de principios de siglo, a imprenta antigua, que apenas reproducía fotos desconcertantes y letras muchas veces confusas.

Nombres imprescindibles la acompañaron para tallar aquellos minutos inaugurales: Juan Ruch, Rafael Daniel, José Camellón, Pastor Guzmán y tantos otros fundadores, con la contribución de empresas, corresponsales voluntarios, profesores de Periodismo y de los propios lectores que pronto hicieron suyo el diario.

Durante su mandato, el periódico jamás faltó a los estanquillos y para ello a veces Fe Dora hasta pasaba noches enteras sin dormir, junto a los trabajadores que cobijaba como a su familia, con su habitual modestia, capacidad aglutinadora y su vocación por aprender.   

Si alguien se equivocaba, salía criticado en las propias páginas del diario, con un sentido de responsabilidad que no mermó jamás en esta mujer el don de la dulzura y el arte de convencer, para forjar una hermandad cotidiana que reinaba por aquellos tiempos en el diario y hasta hoy se mantiene como una de las más preciadas herencias de aquellos tiempos fundacionales.

Aunque antes de que terminara el propio 1979 ya ella concluía su labor como directora de Escambray y regresaba como jefa de enfermeras del Hospital Materno, siempre guardó entre sus mejores recuerdos aquellos tiempos en el periódico, que le aportaron una más amplia visión cultural y política del mundo, una mayor cercanía a los hechos y a sus protagonistas.

Y ahora Escambray la ofrenda con un retardo imperdonable porque la noticia de su deceso en Santa Clara llegó hace unos días, imprecisa y tardía. Fe Dora Fundora falleció casi de repente, a los 82 años, aún fuerte y lúcida, víctima de una cirrosis hepática.

Su sobrino Orlando Fundora, quien vive en Sancti Spíritus, aún recuerda su última visita el pasado 6 de febrero, a propósito del cumpleaños de una hermana, y la describe de la misma manera que ahora mismo la evocamos todos: “Prometió que volvería. Ella siempre fue muy consagrada al trabajo, pero también muy familiar y cariñosa”.

Mary Luz Borrego

Texto de Mary Luz Borrego
Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas económicos. Ganadora de importantes premios en concursos nacionales de periodismo.

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