Finca La Espinita en Yaguajay, a favor de la agroecología (+fotos)

Aquí se integran actividades agrícolas, ganaderas y forestales, con medidas de adaptación al cambio climático, lo cual permite un mejor aprovechamiento de las áreas agropecuarias, uno de los principios básicos de la agroecología

La Finca Agroecológica La Espinita posee 12.5 hectáreas de tierra. (Foto: Angenys Navarro ).

Bien cerca de las cuatro de la madrugada comienza el ajetreo en la casa de Niurka Montesinos Reyes y Nelson Ríos Companioni, ubicada en la comunidad de Narcisa, en el norteño municipio de Yaguajay. Hay muchas cosas que hacer antes de partir hacia la Finca Agroecológica La Espinita, ubicada en Júcaro, a varios kilómetros de la cabecera municipal.

Una vez en este sitio, no hay apremios para regresar al hogar. Entre la atención a los animales, y a los cultivos plantados en las 12.5 hectáreas de tierra, se van las horas. Y es que La Espinita no es una finca cualquiera. Aquí se integran actividades agrícolas, ganaderas y forestales con medidas de adaptación al cambio climático, lo cual permite un mejor aprovechamiento de las áreas agropecuarias.

Quizás por ello es de las pocas fincas agroecológicas del norte espirituano. Basta con recorrer sus alrededores para apreciar cómo se siguen los procesos naturales de producción autosustentables. Aquí no faltan los cultivos intercalados, la pesca tradicional, el pastoreo, el abono natural para las plantaciones… En La Espinita se piensa en el medio ambiente.

La finca posee más de 130 especies, 12 de ellas autóctonas amenazadas, en peligro o riesgo de extinción de la zona. (Foto: Angenys Navarro).

EL ENTORNO EN LA DIANA DE LA ESPINITA

Quienes llegan por primera vez a la Finca Agroecológica La Espinita no imaginan cuánto trabajo hay detrás de todo lo logrado. Este lugar es fruto de la transformación de un área cañera, fuertemente amenazada por los inadecuados manejos de la otrora industria azucarera que afectaban en gran medida el entorno natural.

Ante esta realidad y, con el paso del tiempo, se revirtió este escenario. Con una herencia familiar de apego al trabajo en el campo, Nelson se encargó de llevar las riendas de la finca tras la partida física de su padre. Desde ese entonces se ha entregado en cuerpo y alma a las faenas del sitio. Junto a él, su esposa Niurka y el resto de la familia.

“Yo siempre he estado en La Espinita, y a partir de 2017, que fallece mi padre, empiezo a trabajar solo. Tuve que hacer una vaquería porque no la había. Los materiales se dificultaban mucho y traté de hacerla con piedras. Mis abuelos eran rejoneros excelentes y quizás heredé eso de ellos, y enseguida aprendí a hacerla. Hoy ya tengo más de 300 toneladas de piedra excelentemente puestas, no se caen, son materiales no agresivos al medio y fáciles de encontrar en cualquier parte”, refiere Nelson.

Nelson se ha entregado en cuerpo y alma al trabajo de la finca. (Foto: Yoan Blanco).

Así, de a poco, La Espinita ensanchó el camino. La prueba está en la diversidad de plantas que atesora hasta la fecha, algo que ha logrado a golpe de sacrificio, pues nada de esto existía en los años de explotación cañera.

Por esa suerte de preservar el ecosistema, esta finca ha recibido el apoyo de diversos proyectos. Bases Ambientales para la Sostenibilidad Alimentaria Local, Un Enfoque paisajístico para conectar ecosistemas montañosos amenazados (Conectando Paisajes), Adaptación al cambio climático en el municipio de Yaguajay: Agroecosistemas Resilientes, Proyecto de Innovación Agropecuaria Local y el Programa de Apoyo al Fortalecimiento de Cadenas Agroalimentarias han llegado hasta La Espinita para estimular las buenas prácticas ambientales y productivas, y fomentar el conocimiento.

Gracias al empeño de esta familia y el acompañamiento de diversas instituciones científicas y ambientales, este lugar de la geografía yaguajayense posee más de 130 especies, 12 de ellas autóctonas amenazadas, en peligro o riesgo de extinción de la zona.

“Tenemos ébano carbonero, sabicú, bacona, palma jata, flamboyán azul, tamarindo, naranja agria, la cuales llevan años en La Espinita y ya son plantas adultas. También la finca es capaz de reproducir cuatro tipos de mangles: la yana, el patabán, el mangle negro y el rojo”, agrega Ríos Companioni. En medio de estas labores a favor del medio ambiente, la Finca Agroecológica La Espinita no descuida su principal encargo: la producción de leche y carne. No obstante, en cada uno de sus quehaceres están las prácticas agroecológicas.

En La Espinita se hacen alimentos con el jugo de la caña de azúcar. (Foto: Yoan Blanco).

“Desde que comencé a trabajar en la finca, incorporé las prácticas agroecológicas. Al principio las apliqué en la caña y el king grass que eran para alimento animal. Después las fuimos fomentando en el cultivo del coco y el melón hasta extenderlas al resto de los cultivos, todo, ciento por ciento agroecológico, con materia orgánica que hacemos nosotros.

“Niurka, mi esposa, comenzó a hacer viveros y a sembrar todo tipo de plantas, y ese es el trabajo que hoy tenemos aquí. Para incorporar la agroecología lo primero que no puede faltar es la voluntad, y si el campesino le tiene miedo al trabajo o es un campesino que desconoce lo que hace, es imposible que obtenga buenos resultados”, concluye.

APORTES DE MUJER  

A Niurka Montesinos Reyes no le asusta ni la más compleja de las tareas del campo. Lo mismo guataquea, siembra, que atiende los animales. No importa si el sol es fuerte o si la lluvia frena el ritmo de los quehaceres. Ahí está ella, presta a poner su granito de arena en un sector que precisa cada vez más del esfuerzo y la entrega.

Todo partió de la decisión de trabajar en pareja. Fue así que, un buen día, esta fémina se apartó del magisterio para sacarle los mejores frutos a la tierra. “Poco a poco fuimos incrementando las tareas en la finca. Hoy hacemos diferentes alimentos con el jugo que extraemos de la caña, como la mermelada de guayaba, el dulce de coco, de calabaza china…

“Hacemos jugos, café, raspaduras de diferentes sabores: de leche, ajonjolí, de almendras y naturales. Todo eso lo hacemos para garantizar la seguridad alimentaria”, cuenta la fémina, mientras endulza el café recién colado.

Y es que el principal aporte de este sitio, al decir de Yitsy Suárez Valdés, directora de Investigaciones de Ecosistemas Montañosos del Centro de Servicios Ambientales de Sancti Spíritus, consiste en “elevar la resiliencia ambiental del ecosistema”.

Toda la familia se inserta al trabajo de la finca. (Foto: Yoan Blanco).

“En La Espinita me gusta todo, porque las labores las hacemos en familia”, destaca Montesinos Reyes. Suelta estas palabras y corre a velar el dulce de calabaza china que prepara con el jugo de la caña de azúcar. Todos esperan ansiosos para probar el postre.

Y mientras Niurka da los toques finales, piensa en la agroecología, esa práctica que distingue a la finca, con la que preserva los recursos naturales y el medio ambiente, y crea alimentos sanos, nutritivos, de calidad y accesibles para todos. Por ello, La Espinita está ahí, en Júcaro, para probar la valía de esta buena práctica. 

Greidy Mejía Cárdenas

Texto de Greidy Mejía Cárdenas

Comentario

  1. Si esa es una de las mejores por qué no se le da más hectáreas, por qué no se le da crédito para maquinaria, riego etc. Se debería localizar los verdaderos productores y a esos darle facilidades y después pagarles en tiempo y cobrarles impuestos.

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