Gallos salen del play off

El octavo puesto ganado por los Gallos en esta 63 SNB es lo que más se le parece a ellos mismos, es un lugar decoroso que los ubica en la media del béisbol cubano

La improductividad con hombres en base fue generalizada en los desafíos frente a los Vegueros. (Foto: Roberto Javier Bermúdez).

Unos- parece que los más- los quieren aplaudir y reconocer, otros abogan por juzgarlos con la misma vara de siempre. Ambos bandos tienen sus razones.

 En cualquier caso, aunque Escambray pudiera hacer un remedo de comentarios anteriores cuando los Gallos han terminado de forma similar en postemporadas, opta por asirse a la objetividad, si es que tal categoría cabe si de pelota se trata. Así como ningún juego se parece a otro, con las series sucede lo mismo.

 Y a esta, la 63SNB, hay que mirarla con sus colores propios. Vista a través del visor de lógico, lo que sucedió ante Pinar del Río en cuartos de final era lo más previsible, más allá de las teorías de que en el béisbol no hay enemigos pequeños, ni grandes.

Los pinareños han sido los mejores en toda la línea, no solo por el liderazgo durante la campaña, sino porque fueron los únicos en ganar todas las subseries, o sea que le ganaron al resto de los quince contendientes. Ese paso arrollador lo mantuvieron ahora e hicieron valer el favoritismo de la inmensa mayoría de los pronósticos pues en verdad se trataba del pareo más desproporcionado de los cuatro de esta fase.

Que los Gallos hayan ofrecido resistencia al punto de forzar un sexto juego dice que cayeron con honor ante un rival superior en todos los sentidos, sobre todo en el poderío de varios de sus hombres. Que le hayan propinado casi dos lechadas a esa batería, le otorga méritos a los muchachos de Lázaro Martínez. Que hayan ganado un quinto juego de la manera en que lo hicieron ante su público, calmó algunos ánimos y le agregó gramos a esa honra de que se precian los atletas.

 Si quieren mi opinión personal les digo que desde mi punto de vista los espirituanos debieron gastar todas sus armas y reservas para poder clasificar en los últimos 21 juegos y ya en los play off llegó ese momento de desestrés después de varios partidos en los que, asechados por varios aspirantes a la postemporada, tuvieron que jugar al full, como dicen los deportistas. Y ese fue su play off, matizado por la tensión y la presión.

No es un arranque de conformismo, porque no suelo congeniar con esa postura. Pero hay que decir que llegar a la postemporada debe interpretarse como un logro, mucho más después de aquellas nueve derrotas consecutivas del inicio y también del paso irregular durante el segundo tercio cuando estuvieron casi siempre en lugares zagueros de la tabla de posiciones.

El octavo puesto es lo que más se le parece a ellos mismos, o sea, es un lugar decoroso que los ubica en la media del béisbol cubano donde están hoy.

Enfrentar a los pinareños fue, como dije en estas páginas, algo así como un encuentro entre un tsunami y un huracán, donde lógicamente, el primero es más fuerte, aun cuando no haya ganado de manera arrasante como algunos suponían.

 Además de la inferioridad competitiva ante su rival, los Gallos llegaron a los play off con dos ausencias importantes en su staff, como José Isaias Grandales y Alex Guerra, aunque a fin de cuentas, los restantes lanzadores hicieron lo que pudieron ante una ofensiva feroz, sin contar que el zurdo Yohanny Hernández no pudo cumplir su cometido dos veces como abridor, tal como lo hizo en la fase regular cuando ganó siete juegos, vitales para que los Gallos clasificaran.

En verdad el lado más flaco de los espirituanos fue su poca oportunidad ofensiva, incluso en los partidos que ganaron. Apenas nueve carreras en seis partidos resultan insuficientes y no es porque no encontraron oportunidad para hacer más y los dos juegos finales resultaron una muestra.

En el quinto, pese a ganar, los discípulos de Lázaro Martínez, conectaron once indiscutibles y solo anotaron tres veces, las mismas que concretaron en el sexto y último, incluso con más incogibles: 13.

 No fue tan desproporcionada la producción de hits respecto a sus rivales, solo que estos fueron más contundentes y productivos al conectar varios extrabases, incluidos cuadrangulares.

La improductividad con hombres en base fue generalizada aunque, por lógica todas las mirada se enfoquen en quienes se considera deben halar a los demás como lo casos de Yunier Mendoza y Frederich Cepeda, tanto por los turnos que ocupan en la alineación como por la experiencia en  post temporadas.

Hablar de la defensa sería llover mojado pues, aunque no todos los errores costaron, los cinco del último partido, dicen que no se puede aspirar a ganar con un cuadro tan endeble a pesar de que en un momento mejoró con los cambios de posición introducidos por el manager.

 No hay que olvidar que los Gallos, debieron inyectar sus filas de no pocos jóvenes, para llenar una nómina que, salvo las excepciones de Mendoza, Cepeda, Duniesky Barroso, Yohanny Hernández, es bien bisoña.

Pero esto último habla también de una cantera con la que hay que seguir trabajando de cara a otras series.

Hay que reconocer también el rol de Lázaro Martínez para nuclear al colectivo y encontrar las armas para poder clasificar cuando parecía una quimera y también por insuflarles la sed de triunfos, cuando las cosas se tornaron de los colores más grises.

Tendrán que aprender los Gallos, ¡cómo no! a ganar play off hasta sus últimos alientos y eso no se enseña. Pero créanme que será para después. Para muy después.

Elsa Ramos

Texto de Elsa Ramos
Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez por la obra del año (2014, 2018 y 2019). Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas deportivos.

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