Con roletazo al siol, marcador en contra a la altura del quinto inning contra Artemisa, Rodolexis Moreno va casi caminando hacia primera. A la siguiente entrada, en reprimenda del director, no sale a cubrir la defensa de la tercera base.
La acción ilustra un poco el rostro y hasta el alma de los Gallos. Explica tal vez por qué, a falta de apenas 20 juegos, ya casi hacen las maletas para despedirse de la actual Serie Nacional de Béisbol, no solo por estar bien alejados de la zona de clasificación, sino por la forma con la que hace rato asumen el juego de pelota
Lo primero es que eso de que no se corra fuerte, sea cual sea la conexión, se ha vuelto, lamentablemente, tan común como no atacar las bases con suficiente agresividad para tratar de adelantar y construir carreras, o cometer un error antes de que la conexión llegue al guante o tirar un lance sin pensar.
Lo segundo, que la idea de la dirección del equipo de reprimir lo que se considera por el propio Lázaro Martínez “un problema de actitud” —por ejemplo, no correr por estar molesto con el árbitro o con quien sea— no ha sido una práctica tan común como precisa un elenco al que parece faltarle, más que este o aquel jugador o acción de juego, garra y disposición.
Eso ayudaría un poco a fabricar carreras, necesarias en el equipo que no ha podido traducir en anotaciones todo lo que ha bateado: 293, un promedio aceptable dada su composición, pero por debajo de la media del torneo.
Con esa ofensiva, 850 hombres han llegado a posición anotadora y solo 194 se han podido impulsar, poco más del 20 por ciento de las posibilidades, y así han podido concretar cerca de cinco carreras por partido, poco menos de lo que permite su pitcheo: 5.41 PCL. En parte, obedece a que los Gallos figuran entre los que menos extrabases producen (apenas dos por partido como promedio), algo fatal para un elenco al que le sigue costando trabajo anotar desde segunda con hit.
Únale la merma del pitcheo, entre los rezagados del torneo, por encima de la media en efectividad y de los más bateados por los contrarios: 302. Si quiere una evidencia, remítase a los juegos que han perdido por carreraje, algo que se ha hecho común en los últimos tiempos.
Para colmo de males, entre las bajas que ha tenido el elenco, la más sensible es la de su as del relevo: Yanielquis Duardo, quien se recupera de una lesión que le afecta su brazo de lanzar, como la tapa al pomo en una selección cuyo staff de abridores no logra caminar, como promedio, más allá del cuarto capítulo.
Lo de los errores —quise decir horrores— resulta pavoroso. No se puede aspirar a estabilidad alguna cuando ya las pifias rondan la centena para reafirmar a la defensa como la peor: 952, resentida, además, por la baja de Liuben Gallo, quien venía rindiendo una buena faena desde el siol.
Parece un exceso de optimismo de Lázaro Martínez confesarle a Escambray que tiene “la esperanza de que llegue el levantón” o de que “no nos damos por vencidos”, pero los números —y sobre todo la realidad sobre el terreno— parecen decir que el adiós es cosa de esperar a que camine un calendario que les depara en casa dos subseries seguidas con equipos en zona de clasificación: Industriales y Camagüey.
Los Gallos no solo están obligados casi a barrer en las subseries restantes, sino a esperar a que la mayoría de los 12 equipos que le anteceden en la tabla pierdan. Y si “aún no estamos muertos”, como afirma su director, es lo más que se le parece.
Tras otras dos derrotas, esta vez ante Artemisa, la psicología sacudió al equipo “a chaquetón quita’o”, al decir del mánager, en una suerte de terapia grupal para tocar la fibra de un elenco que, con similar integración, supo romper pronósticos y colarse en la postemporada en la serie pasada e, incluso, llegar hasta la Liga Élite.
Ojalá la acción, aunque tardía, logre calar en lo intrínseco de la autoestima colectiva para atacar la apatía que parece apoderarse de este Sancti Spíritus dormido, inestable e impredecible.
Nadie aspira a que, más allá del ardiente sol del mediodía, el Huelga se llene como lo hace el Capitán San Luis, de Pinar del Río, donde irradian los mismos rayos con similar intensidad; pero, por mero respeto a los pocos “hiperfieles” que van hasta el graderío, les toca a los Gallos al menos cambiar la imagen, la disposición, la actitud.
Perder se puede y se debe, porque se trata de deporte, pero vale mucho la moral en el juego porque las armas no se entregan sin pelear, sin luchar cada juego, cada out, cada batazo; sea cual sea el marcador, sea cual sea el equipo.
Al menos no fue eso lo que el equipo juró ante la estatua de José Antonio Huelga, el día en que recibieron la bandera para defender los colores de Sancti Spíritus en una serie en la que ya casi hacen las maletas de la despedida.
Lo expresado por Elsa un poco que entre líneas, pero sin evitar su mensaje con respecto a lo que acontece en el equipo, esta más que claro y pudiera enumerar todos los factores que constituyen causas, pero para no extender mi breve comentario, lo quiero resumir en que el equipo esta literalmente transitado por una debacle sistémicamente y espero que las autoridades del INDER de la provincia se terminen de dar cuenta que la selección de beisbol de Sancti Spiritus para la venidera temporada, requiere de una transformación profunda que debe comenzar por la sustitución total de la dirección y el equipo técnico del equipo, con independencia de que no todos tengan la misma dosis de responsabilidad, pero teniendo en cuenta la crisis en la que está inmersa el equipo, no se puede excluir a ninguno de los cambios que se tienen que hacer.
Al respeto, considero que no es necesario a que termine esta primera etapa de la serie nacional, para que desde ya se comience trabajar en la selección del director del equipo y de los nuevos miembros del equipo técnico y por favor, dejemos ya a un lado el patrón de requisitos que se ha utilizado históricamente para elegir y designar a los directores de equipos y demás miembros del colectivo de dirección, en otras palabras hay que buscar obviamente personas que conozcan de beisbol, preferiblemente con formación de las EIDE o de la Universidad del Deporte e incluso, con formacion empirica, pero que al mismo tiempo sea talentosas, tengan nivel cultural, estén habilitados de métodos para la enseñanza, la dirección y lograr disciplina, para aglutinar al colectivo, para estimularlos, para el dialogo e intercambio que permanentemente tiene que existir entre la dirección del equipo y sus integrantes, al margen de las circunstancias que puedan existir individual y colectivamente y en fin, personas que estén actualizados de las reglas y los procedimientos que se utilizan en el beisbol más desarrollado internacionalmente y que tengan suficiente capacidad para asumir el rol de director o de cualquiera de los demás cargos de dirección y técnicos que requiere un equipo para su constante superación en todas las disciplinas, preparación física y técnica adecuada y comportamiento en cada uno de los partidos, aplicando las dinamicas estrategicas en conformidad con las caracterisiticas particulares de los equipos a confrontar y vencer en el terreno…..!!!
Garra y disposición, eso es lo que le falta al equipo. Ese mal parece innato a los gallos en el tiempo. Ya en ésta serie es casi imposible pasar a la otra fase y me parece que la provincia debe hacer un análisis profundo de lo que sucede, tanto con la dirección como con los peloteros. Sol fuerte hay en todas las provincias, terrenos en no buen estado y otros agravantes también son comunes. Parece que la mayor falta de entrenamiento está en la mente, en lo psicológico y la actitud hacia lo positivo.