Genaro Alonso: No hay que ir a la universidad para saber tratar a los demás (+fotos)

Con más de 40 años detrás del timón, este sencillo chofer se ha ganado el respeto y la gratitud de los pasajeros por su cortesía y profesionalidad

Muchos pasajeros saludan cordialmente a Genaro en gesto de agradecimiento. (Foto: Reidel Gallo/Escambray).

Cuando los viajeros ya vienen en la guagua local como sardinas en lata y parece que en el pasillo no cabe ni una aguja, pacientemente él deja un momento el timón, se para de su asiento y les pide a los pasajeros, por favor, que caminen hacia atrás, que se organicen, que llenen aquel huequito del medio, que hagan un espacio porque quienes están desde hace mucho rato ahí en la parada también necesitan llegar a su destino.

Probablemente, ningún otro chofer de Cuba o muy pocos de ellos asuman esta actitud tan filantrópica como un estilo habitual, sin esperar nada a cambio, pero Genaro Alonso Rodríguez disfruta cada uno de sus viajes y el tiempo que ha dedicado a la carretera.

“Toda la vida he sido chofer, ya llevo más de 40 años en eso. Empecé desde jovencito con un montacarga en los almacenes de la Empresa Militar Industrial. Después que pasé el Servicio estuve varios años en un pisicorre particular, manejé una rastra y luego comencé en una guagua de las grandes, marca Daewoo, en el transporte urbano. He manejado todas las rutas de las guaguas locales en Sancti Spíritus”.

Por sus aires campechanos recuerda más a un hombre del campo que de la ciudad, pero por su popularidad hasta pudiera ganar lugar en un concurso musical. A su paso muchos lo saludan como si lo conocieran de toda la vida y él siempre les corresponde, sonríe y hasta jaranea con algunos, aunque no ande muy seguro de dónde los conoce.

Por su cuidado al volante nunca ha tenido accidentes de tránsito.

¿Por qué cambió la máquina por un ómnibus del servicio público, donde debe lidiar con tantas personas diferentes, incluso algunas problemáticas?

“Yo lo asumí bien, con tremendo entusiasmo porque siempre me gustó conducir ómnibus y todo salió sin problema ninguno. Lidiar con las personas es muy fácil, no hay que ir a la universidad para saber tratar a los demás, eso depende solo de la ternura que usted tenga en el corazón y con el amor que trate a los otros, sean como sean esas personas, de más o menos nivel.

“Todo aquel a quien trates con cariño y respeto es muy difícil que te dé una respuesta negativa. Nunca he tenido problemas con nadie, al contrario, hasta los que se pasan de tragos me saludan por ahí. Siempre me satisface tratar bien a los demás.  

“Toda persona que está en una parada esperando un ómnibus necesita trasladarse lo más pronto posible porque tiene necesidad de resolver cualquier situación y si existe la posibilidad, aunque sea un pequeño huequito donde pueda ir, para mí es una satisfacción muy grande ayudarla.

“Ese es mi objetivo, transportar pasajeros y hacer que se sientan lo mejor posible. Yo quiero que cuando alguien monte en mi ómnibus se lleve de mí un buen recuerdo, ya sea de respeto, una expresión de cariño, una palabra de aliento. Luego, cuando me ven al otro día, me tratan bien y con afecto. Ese es mi mayor deseo”.

Genaro ha manejado en todas las rutas de guagua de la ciudad espirituana. (Foto: Yandy Ramírez).

¿Entonces usted se considera una persona popular entre sus pasajeros?

“Yo no podría decir eso porque vendría de muy cerca la recomendación, pero sí te puedo decir que cuando llego a las paradas les veo la sonrisa a los pasajeros. Me saludan y yo a veces ni los conozco, pero veo que muchos me quieren, me aprecian y eso me hace inmensamente feliz porque yo amo mi trabajo, me encanta. Mi trabajo es el número uno en mi vida, es mi primera casa, permanezco más aquí que en mi hogar con la familia”.

Recientemente, Genaro decidió experimentar al volante de un microbús eléctrico —popularmente conocido como Ecomóvil— porque a veces debía permanecer sin trabajar por falta de gomas y baterías en los ómnibus.

Aunque todavía se encuentra en fase de prueba y no desprecia su labor anterior, el nuevo puesto le encanta y se le ve al volante durante buena parte del día por las calles espirituanas, con su camisa blanca de mangas largas y el pantalón oscuro, siempre atildado y dispuesto.

“Me siento bien con este colectivo que es vanguardia de las FAR. Antes, cuando trabajé ahí conocí personalmente a Francisco Aguiar Rodríguez, el coronel Fico. Hubo momentos en que me tiró el brazo por arriba porque había que descargar alguna rastra que venía a deshora, en la noche, y me preguntaba que si estaba cansado, que si podía seguir. Me lo decía con un tremendo cariño porque él era un jefe excepcional. Y yo le respondía: ‘Claro, Fico, y mañana y pasado también’. Ahí trabajan compañeros muy valiosos”.

Por su modestia, durante la entrevista Genaro hasta pasa por alto algunos de sus más relevantes méritos propios, por ejemplo, la labor en el traslado de los pacientes positivos durante la pandemia de covid, una guerra donde participó por partida doble.

“En aquel momento yo tenía dos trabajos, era paramédico en una ambulancia del SIUM (Sistema Integrado de Urgencias Médicas) y manejaba la local. Nunca fallé y me pasé los dos años y pico trasladando positivos, con muchos deseos de ayudar a esos enfermos que lo necesitaban.

“Fui de los primeros que empezaron a trabajar cuando no existía ni vacuna y tenía mi niña chiquita, pero no tuve miedo alguno y, gracias a Dios, nunca me contagié. El Presidente estaba pidiendo que le pusiéramos corazón a la Patria y di el paso al frente. Alguien tenía que hacerlo, había mucho temor. Hacía 24 horas en la guagua recogiendo positivos y contactos en las comunidades y después trabajaba en la ambulancia llevándolos para el Hospital de Rehabilitación, para el Militar de Santa Clara, para donde fuera. No sé cómo aguanté aquello”.

Por tan meritorio desempeño recibió la Medalla de Hazaña Laboral, otorgada por Decreto Presidencial, quizás el más notable de sus muchos reconocimientos como trabajador destacado en la Base de Ómnibus Urbanos.

¿Y en tantos años al timón nunca ha sufrido un accidente?

“No, nunca, gracias a Dios”. 

Con esa experiencia, ¿qué fórmulas enseñaría a los jóvenes que comienzan a manejar?

“Primero, andar despacio, respetar las señales del tránsito y estar con el sexto sentido siempre activado porque en la carretera usted puede ir bien, pero no sabe el que viene de frente en qué condiciones se encuentra y cómo va a actuar cuando se crucen, o si va a respetar el Pare que hay en una esquina. Yo ando por las calles y, aunque la preferencial sea mía, voy con el temor de que alguien pueda violar lo que está establecido. Los accidentes son prevenibles. Espero que quien escuche este consejo nunca los tenga”.

Sociable y conversador, en su vida personal, Genaro se considera un hombremuy cariñoso y atento con la familia, especialmente con su esposa Haidée: “La amo con la vida, la respeto mucho y adoro a sus hijos. También tengo los míos. En común tenemos una pequeña de cinco años que, como dicen por ahí, estoy parío con ella.

“A mí todo me hace feliz. Nunca estoy de mal humor, si acaso una vez al año. Me encanta la tranquilidad en el hogar.A veces salimos a pasar un rato, nos divertimos, por ejemplo, en las peñas de la casa de la Uneac, en el bulevar y en las partes más tranquilas de la Feria. Siempre me gusta ayudar y servir a los demás”.

Mary Luz Borrego

Texto de Mary Luz Borrego
Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas económicos. Ganadora de importantes premios en concursos nacionales de periodismo.

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