La huelga nacional revolucionaria, convocada por la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) para el 9 de abril de 1958, pretendía paralizar el país y desatar un movimiento de masas que acelerara el derrumbe de la dictadura de Fulgencio Batista en los preludios de la contraofensiva rebelde.
La orientación circulaba boca a boca, en voz baja por la violenta represión policial, y Radio Rebelde transmitía desde el 12 de marzo un llamado del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz al pueblo para convocarlo a la huelga general y órdenes a los frentes para desplegar acciones de apoyo a la huelga.
Aun cuando la jefatura del Ejército Rebelde se oponía a acciones precipitadas en las ciudades y el llamado a una huelga sin el apoyo armado necesario, en aras de la unidad de acción contra la tiranía y dado el criterio de los dirigentes de la lucha clandestina en las ciudades, se convocó la huelga general.
En la Sierra Maestra, el Ejército Rebelde cosechaba victoria tras victoria. Dos nuevas columnas rebeldes, la número 6, comandada por Raúl Castro Ruz, y la 3, bajo el mando del comandante Juan Almeida Bosque, fundaban dos nuevos frentes guerrilleros en la Sierra Cristal y los alrededores de Santiago de Cuba.
La situación que sirvió de prólogo a esta jornada de lucha era de apogeo revolucionario como continuidad de un proceso insurreccional iniciado el 26 de julio de 1953 con el asalto al Cuartel Moncada, segunda fortaleza militar del país, pero factores de orden táctico y organizativo malograron su éxito.
La dirigencia del llano consideraba que el 9 de abril de 1958 estaban dadas todas las condiciones para esa huelga. Ese día se realizaron acciones armadas en numerosas ciudades, aunque las mayores fueron en Sagua la Grande.
Las principales acciones el 9 de abril fueron el asalto a las emisoras nacionales y la transmisión por ellas del llamamiento a la huelga general revolucionaria, el asalto a la armería de la Habana Vieja, voladura de registros de electricidad, quema de gasolineras y vehículos, paros y sabotajes en varias terminales de transporte del país, e interrupción del tránsito de entrada y salida de la capital.
También el asalto dirigido por Enrique Hart Dávalos a la emisora de radio de Matanzas, el descarrilamiento de trenes en Jovellanos, ataque al cuartel de Quemado de Güines, interrupción de la carretera central en Manacas, acciones en Santa Clara, y la paralización total de Sagua la Grande.
La antigua provincia de Oriente fue completamente paralizada por la acción combinada de las fuerzas guerrilleras y de la clandestinidad, incluido el ataque al Cuartel de Boniato por las milicias de Santiago de Cuba dirigidas por René Ramos Latour, «Daniel», sustituto de Frank País en la Jefatura Nacional de Acción, quien después cayo heroicamente en combate contra la tiranía.
Se luchó y murió en toda Cuba. Al mediodía la huelga fue decreciendo y faltas de coordinación impidieron que el paro del transporte fuera unánime. Pese a que la huelga general no logró los objetivos propuestos, sacudió el país y costó valiosas vidas como la del joven líder Marcelo Salado.
La frustración de la huelga fue uno de los reveses más serios de la lucha insurreccional y la tiranía desató una feroz represión desde La Habana hasta la Sierra Maestra.
Tras el fracaso de la huelga general, se realizó una importante reunión el 3 de mayo de ese propio año, en el lugar conocido por Altos de Mompié, en la Sierra Maestra. En el encuentro se analizó cuidadosamente el resultado de la huelga del 9 de abril y para el posterior desarrollo de la guerra revolucionaria quedó establecida una dirección única del M-26-7 en el Llano y la Sierra, cuyo máximo conductor político y militar fue el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
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