Ricardo Vázquez Raimundo es el retrato de la humildad. Hombre decente y de palabra exacta; basta mirarlo para advertir que lleva encima la huella del trabajo y archiva una carpeta de inventivas incontables. Sorprende saber que es un sabio sin título académico y desde la especialidad de diseñador mecánico ha tejido una carrera innovadora tan prolífera como útil, con aportes singulares que marcan épocas e impactan en el desarrollo económico-productivo de Sancti Spíritus y del país.
Su vida laboral en las últimas décadas semeja la de un ermitaño; trabaja en un local independiente, únicamente acompañado de la música instrumental. “Es la que me agrada para poder crear”, dice con la serenidad que concede la vida a los 79 años. Revela increíble lucidez, exquisito vocabulario técnico y cada palabra va cifrada por el razonamiento.
A no ser aquel hito de la inventiva cubana en la década del 80 del siglo pasado, donde figuró entre los protagonistas principales de la creación en la Empresa Militar de la provincia de un motor de combustión interna —suceso reflejado en las páginas del entonces diario Escambray—, la carrera innovadora de Ricardo Vázquez Raimundo es casi un tesoro escondido.
Ha vivido alejado de la publicidad; prefiere la modestia, crear diseños mecánicos, restaurar cuanta pieza dañada ha tenido delante. En los talleres de Azutecnia, pertenecientes al Grupo Azcuba, se desempolva la historia de este artista de la innovación, marcado por dos pasiones: el trabajo y la familia.
¿Llega a al mundo de la inventiva por vocación o por casualidad?
Mi padre fue mecánico de molino y Jefe de Maquinaria en el central azucarero Braulio Coroneaux, en Villa Clara; un hombre muy bien preparado. Me enseñó a trabajar lo incipiente, lo práctico; desde los 10 o 12 años ya estaba relacionado con los oficios de soldadura y otros, por ahí está la raíz.
Después, cuando ingreso en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) me adiestro en cursos de máquinas herramientas en La Habana, me fui preparando, en esa época estudiando por la noche la Secundaria, también caminé un poco en el idioma ruso.
Llevo muchos años en esta actividad. Primero, en talleres de maquinado trabajé la tornería, la fresadora, el cepillo. Con el tiempo, me gradué en la especialidad de Proyecto Mecánico y a partir de ahí me he dedicado a hacer los proyectos apoyándome en la experiencia que he acumulado en las máquinas herramientas y en la soldadura.
Después de graduarme en esa especialidad, como conozco los oficios, puedo llevar a la realidad en el proyecto cada paso sin que me dé un tropiezo demasiado fuerte, ya que tengo experiencia en la elaboración mecánica de las piezas.
Estuve en la universidad para tratar de estudiar Ingeniería Mecánica en Construcción de Maquinaria; entonces tenía 40 y tantos años y las tareas que desempeñaba no me dejaron terminar. Pasé a cursar Proyecto Mecánico en el Instituto Tecnológico Lázaro Cárdenas, de Villa Clara. En esos tiempos trabajaba con ingenieros soviéticos y necesitaba calificarme. Antes de empezar a elevar el nivel cultural y técnico, todo lo que desarrollé fue empírico.
¿Acaso la inventiva ha sido la carrera de su vida?
Sí, una tarea difícil, muy laboriosa, pero siempre me llamó la atención crear, por eso cada vez que asumo un proyecto de este tipo lo hago con entusiasmo porque me gusta ver el trabajo terminado. Innovar ha sido para mí un vicio positivo, una pasión, mi vida.
Entré a las FAR con 20 años y estuve hasta después de los 40 años como innovador, trabajé de jefe de proyectos en los talleres militares —hoy Empresa Militar Sancti Spíritus—. Ahí desarrollé una serie de proyectos que se hicieron en máquinas herramientas, equipos sofisticados, herramientas de troquelería, de maquinado; tenía mucha experiencia en esas áreas.
En esa época, a partir de una tarea que nos dio las FAR, desarrollamos por el año 1983, de conjunto con un compañero y otros especialistas, un motor de combustión interna; nunca se había realizado en Cuba, algo histórico, fue la copia del motor Ural M66 de procedencia soviética. Se hicieron alrededor de 600 motores, se montaron en plantas eléctricas en carros talleres para dar mantenimiento y hacer reparaciones en el terreno a la técnica militar.
Me jubilé de las FAR y llegué a los talleres de Azcuba en 1993; allí se reparaban buldóceres, tractores, combinadas, alzadoras, se hacían trabajos más complicados.
¿La idea de una innovación surge en un instante o lleva mucho tiempo?
Concebir una solución en el ámbito mecánico, de fabricar piezas, lleva pensamiento; no es que lo soñaste y ya, hay que ponerle empeño, tiempo y concentración. Un trabajo de este tipo no puede ser falso, tiene que expresarse la solución.
Por ejemplo, una de las inventivas de gran impacto en la sustitución de importaciones es la caja sostén de los ejes cortadores de la cosechadora cañera Case. Llevó muchos días para elaborar la idea, plasmarla en el proyecto, también la documentación técnica implicó tiempo; después vino la fase de la elaboración mecánica, irme para los talleres, ponerme el overol y dirigir la actividad de fabricar el dispositivo junto con los operarios.
¿Con qué preocupaciones laborales trabaja Vázquez?
Me preocupa que todavía aquí no ha llegado un joven ingeniero que haya querido desarrollarse para dejarlo preparado cuando me vaya, tengo la voluntad de hacerlo y ojalá se dé ese relevo. No me gustaría irme y que no quede una persona en función de la creación de proyectos.
Si no tenemos el obrero calificado, no podemos llevar a vías de hecho la inventiva. En mi caso, solo no soy capaz de resolver los problemas que nos piden solucionar a través de la innovación. Mi trabajo es apenas un eslabón de la cadena, es el eslabón de los proyectos, de pensar, de innovar, cómo elaborar utilizando la tecnología; pero se necesita esa fuerza calificada en el taller. Veo esa parte muy débil y es necesario retomar los oficios que son muy valiosos, prestar más interés y atención al obrero calificado.
¿Se terminaron las inventivas para Ricardo?
¡Qué va!, estoy en otras tareas, tengo cantidad de documentación técnica de piezas de las combinadas, poseo los proyectos, cuando hay una necesidad vienen, me solicitan fabricar tal pieza y localizo el proyecto. No es que esté creando por delante de la rotura, la mayoría de las soluciones me las plantean, me dicen que tal pieza está dando problemas y empiezo a trabajar en los proyectos; por eso he adelantado una cantidad de soluciones de piezas que se utilizan actualmente y dan respuesta a necesidades de la zafra.
Tengo muchos proyectos de piezas importantes que hacen falta para las combinadas Case, las KTP y otros equipos agrícolas; asumo lo que haga falta, hasta un arado, porque el momento exige dar solución en el país a todo lo que se pueda, para no importar.
No es correcto decir que la movilidad de la maquinaria cañera en Sancti Spíritus es por la obra de Vázquez. Admito que, en parte, sí, pero aquí hay valiosos jefes de talleres, mecánicos y operarios, ellos son los ejecutores prácticos, nosotros prestamos el servicio de la idea, del proyecto técnico cuando son piezas complicadas, pero todo es fruto de una obra colectiva.
¿Como es Ricardo Vázquez fuera del taller?
Una persona tranquila, casado, tengo dos hijas, una estomatóloga y otra licenciada en Matemática, tengo nietos estudiando en diferentes enseñanzas; en general la familia se comporta de forma tranquila, normal y eso me basta. Soy un enamorado de Cuba, por eso hago todo lo que esté a mi alcance sin mirar la edad, he vivido para trabajar, es lo mejor que se puede hacer. No es asunto de si me quedan bríos a los 79 años para pensar e innovar, es que no puedo vivir sin este trabajo, el organismo se me enfermaría.
A la sabiduría y la exquisitez de la labor técnica de Vázquez, se debe la realización de los planos y bajo su dirección en el taller, con los magníficos obreros altamente calificados del Taller T-16 como se le llamó siempre a esta unidad del sector azucarero espirituano, se debe la recuperación de cientos de piezas distintas de la maquinaria agrícola y la fabricación a partir del estudio de piezas originales de gran complejidad de las combinadas cañeras Case brasileñas y KTP cubanas. Verdaderos trabajos de orfebrería lo que hacen esos obreros con los diseños y la dirección técnica de Vázquez.