“Desde la primaria siempre fui aficionada a la Casa de la Cultura y me gustaba en especial la música, además de las artes plásticas. Cuando llegaron las carreras sencillamente me preparé, me inscribí e hice las pruebas. A los días me avisaron que las había aprobado”.
Así inicia la historia de Indira López Fagrada, avileña de cuna e hija por adopción de Jatibonico. Justo en ese municipio, logró crecerse en su sueño: ejercer como instructora de arte.
“El plan de estudio de la carrera era muy fuerte porque a los de las primeras graduaciones nos exigían tener de acumulado más de 85 puntos. Nos quedábamos repasando las materias hasta cerca de las 12 de la noche. Pero, cada esfuerzo valió la pena porque lo disfruté mucho.
“Fui una de las 10 mejores graduadas de mi especialidad, en la segunda graduación de Ciego de Ávila. Me ubicaron entonces en la Escuela primaria Hipólito Delgado del municipio de Florencia. Estuve un año ahí hasta que vine para Jatibonico y comencé en el centro Camilo Cienfuegos. Pero, mis inquietudes me llevaron a laborar en la enseñanza especial que para mí es un eterno aprendizaje. Conformé ahí un grupo infantil que interpretaba el son y hasta grabamos programas radiales. Luego, pasé un tiempo en la escuela de oficio, donde impulsamos un proyecto que irradió arte no solo al plantel sino a la comunidad”.
En la enseñanza técnico-profesional, Indira López tiene sus más gratos recuerdos como instructora. Confirmó entonces que no había errado el día que llenó una maleta para convertirse en formadora de la especialidad de música.
“Trabajamos en un proyecto que se llamaba Las noches de la ETP. Involucramos a jóvenes con conductas un tanto complejas. Logramos que se sumaran otros sectores e instituciones como la iglesia. Nos apoyaron mucho las familias. En cada actividad presentábamos los resultados de los talleres de creación y siempre fueron espacios libres de tabaco y bebidas alcohólicas”.
Indira López Fagrada, quien hoy labora en Sancti Spíritus, también fungió por años como presidenta de la Brigada de instructores de arte José Martí en Jatibonico. En cada responsabilidad, asegura que intenta cumplir con las palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro en la tarde noche del 20 de octubre de 2003, cuando calificó a los miembros del primer contingente de instructores de arte como “abanderados de la cultura y el humanismo”.
“Tenemos un objetivo fundamental que es salvaguardar la cultura tradicional y popular. Los instructores de arte precisamente por los objetivos de trabajo que tenemos somos un eslabón fundamental ya que estamos vinculados directamente con las nuevas generaciones, ya sea en las escuelas, casas de cultura o comunidades.
“Por eso, es que siempre digo que esta profesión es bonita y única porque después de dedicarle tantas horas de entrega y, más si son menores de edad, grupo etario muy complejo para laborar, ves el resultado y sientes que formas parte del mismo”.
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