Pocas parejas comparten, a partes iguales, el romanticismo contra viento y marea. Bienvenido Armando Torres García y Elizabeth Nodarse Pacheco brindaron por sus bodas de diamante. Pero este cabaiguanense también mantiene un romance con la rama económica hace 70 años.
“Para 1952 matriculé en la desaparecida Escuela de Comercio. Dedicaba las noches al curso de formación y en las mañanas me mantuve trabajando en lo que pudiera”, asegura el hoy bisabuelo por partida doble.
Altas responsabilidades en los sistemas bancario y empresarial de la provincia aguardarían al intérprete de las finanzas, entregado a la teneduría de libros.
“Eso lo hacía en mi horario libre. Con la nacionalización de los establecimientos privados del municipio durante la ofensiva revolucionaria, al ser el único tenedor de libros activo en el pueblo, tenían referencias de mis servicios y me contrataban”, alega la confianza de muchos, al permanecer con la puerta de su casa de par en par.
“Tengo que hacerlo, soy un servidor público. Así me enseñaron”, dice con los espejuelos que lo acompañan a repasar cada dígito con serenidad.
“Este trabajo es permanente como en las antiguas boticas, donde prendían una lucecita, cuando un cliente iba en busca de algún fármaco. Me dieron el de pie a las seis de la mañana para que agilizara el pago de un impuesto con fecha de vencimiento esta misma jornada”.
Sin obviar las señales del implacable, canas le sobran para desmenuzar dudas que saltan a la vista en los registros de gastos e ingresos; él prefiere ilustrarse con las ediciones de la Gaceta Oficial de la República de Cuba.
Actualizarse y orientar a sus contribuyentes sobre las constantes modificaciones regentes del desempeño de las formas de gestión no estatal lo devuelve a las dinámicas de antaño.
“A partir de la década de los 90 del pasado siglo despuntó el trabajo por cuenta propia. Desde esa fecha continué asesorando a los emprendedores”, confiesa el casi nonagenario, licenciado en Control Económico por la Universidad Central de Las Villas.
Armando Torres se toma una pausa en su rutina. Conectarse con la señal de la multiestatal Telesur lo aleja del ejercicio contable por unos minutos, hasta retomar el quehacer de cobros y pagos.
“Tramito los documentos indispensables para su actividad, de acuerdo con las exigencias de la Oficina Nacional de la Administración Tributaria, el modelo de Declaración Jurada, por citar una de las gestiones”, precisa.
Mediador de conflictos económicos entre entidades en la otrora región de Las Villas, aceptó tal encargo a modo de contribución para mapificar los sectores claves de la naciente provincia espirituana en la División Político-Administrativa de 1976.
Toleró el invierno de Lituania, Moldavia y de otras latitudes en la búsqueda del hermanamiento con el desaparecido bloque soviético, al integrar el selecto grupo de fundadores de la filial yayabera de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba.
“Esa fragua me aportó conocimientos y ayudó a afrontar la vida cotidiana. Todo no es claro y oscuro, tiene matices”, comenta quien, aferrado a su profesión, intuye sobradamente las adversidades del escenario de la isla y confía en tiempos de bonanza.
“Estados Unidos de América siempre se ha propuesto cambiar el rumbo político de la Revolución cubana. Vivimos una situación muy parecida al llamado período especial. Si superamos aquella crisis, la actual tendrá solución. Nos costará más o menos tiempo, pero el país rectifica las distorsiones y reimpulsa la economía”.
Todavía no deshereda la calculadora. Con 89 años que le pesan mientras acomoda tanta experticia, va al compás del proceso de bancarización. “Es lo que se impone, el empleo del Transfermóvil y de otras plataformas de pago electrónico desde la comodidad del hogar”.
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