Jatibonico siempre será mi pueblo (+fotos)

Confiesa la joven actriz Geyla Neira Ramírez, quien mereció en 2023 el Premio Adolfo Llauradó en la categoría de Teatro para Adultos por su personaje Florencia

La jatiboniquense Geyla Neira Ramírez se abre camino en la escena cubana. (Fotos: Cortesía de la entrevistada).

Del día que con apenas cinco años interpretó la bailarina española quedan los nervios frente al público. De la vez que sedujo a medio Fomento en jornadas del XXVII Festival de Teatro Aficionado Olga Alonso al regalar el Cucaracho Martínez está la sonrisa. Del amor cosechado por Olisvael Basso hacia todo lo que cobija el teatro, una pasión que crece por días.

“Fue él mi primer maestro. Sus enseñanzas y mis primeros pasos en el mundo del arte, en La Carpa de Tin Marín, junto a Melissa, Ilyanis e Ismaray siempre van a estar en mí —confiesa Geyla Neira Ramírez, la más joven actriz que le ofrece Jatibonico a Cuba—.    Pongo en práctica sus consejos: No hagas esto, ten cuidado, no te rindas, no le digan que no a nada”.

La joven actriz interpretó a Zoe en la telenovela
El derecho de soñar.

Y en su carrera en ciernes sobran los ejemplos para saber que aprendió acomodar los miedos y a ponerle cara a los retos. Con solo 14 años se fue a La Habana. Subió al escenario de la Colmena TV y obtuvo el segundo lugar del popular programa de participación infantil. Allí le demostró, por vez primera a toda Cuba y más allá, su talento al compartir sin desenfados con Osvaldo Doimeadiós y Alexander Abreu, entre otros.

Con esa experiencia y las múltiples cosechadas bajo la manta de La Carpa de Tin Marín se presentó a las pruebas de ingreso de la Escuela Nacional de Arte (ENA). Dejó atrás su pueblo y matriculó en la especialidad de Actuación.

“Comencé en el 2017 y fue una experiencia dura. El primer año significó un proceso de adaptación para mí muy complejo porque estaba lejos de mi casa, de mi familia, de mis amigos…  Pensé que no me iba a adaptar nunca. Creo que la mayor enseñanza de la ENA fue, precisamente, que hay que ser muy fuertes en la vida porque si no eres capaz de aguantar las cosas fuertes no logras nada.

“Estuve a punto, muchas veces, de tirar la toalla y decir: me voy a ir de aquí porque esto no es lo mío. Pero, luego me decía no, porque has pasado mucho trabajo, tu familia también y hay que seguir”.

Una fuerza interior que ya le ha propiciado muchas alegrías a Geyla Neira Ramírez. Tras una estadía hospitalaria con pronósticos que le provocaron la preocupación hasta a sus profesores habaneros, la jovencita retornó a la capital y subió a una de las escenas más sólidas del actual teatro cubano.

“Un poco antes de graduarme, llego a la Nave Oficio de Isla, comunidad creativa que dirige Doimeadiós, porque necesitaba completar el elenco. Ya en cuarto año fue mi profesor y nos fue involucrando poco a poco en sus diferentes obras.

“Realmente formar parte de ese colectivo ha sido una de las mejores cosas que me ha pasado. Estoy más que agradecida con él por abrirme esa puerta porque es un grupo muy querido no solo en La Habana sino en el resto de Cuba. Es muy satisfactorio integrar ese elenco de grandes actores, grandes amigos y es un lugar en el que se puede ser feliz porque eres tú misma”.

Y sonríe al recordar que justo en uno de los días de Festival de Teatro Aficionado Olga Alonso, en Fomento, perdió el primer abrazo de quien es hoy su mentor.

“Él se acercó al grupo de la Carpa… para felicitarnos, pero yo había ido al baño en ese momento. A mi regreso, Olisvael me contó y me quedé con ese sinsabor. Pero, cuando coincidimos en La Colmena TV, me preguntó si yo no era la muchachita de Jatibonico que había visto actuar en el Olga Alonso y yo sorprendida le dije que sí. Según me comentó, creyó que teníamos entonces 18 años porque nos veíamos muy grandes en escena. No puedo explicarte lo que sentí ya que me reconoció entre los más de 30 participantes del concurso”.

No lo confiesa, pero a Geyla, la muchacha delgaducha que no dejaba pasar ningún matutino durante su etapa escolar, la impulsa su capacidad para hacer sonreír. El humor le corre espontáneo.

“Me siento tan libre cuando hago comedias. Me sale sola, como dice mi abuela: ‘Ella es payasa’. ¡Y no lo soy! Solo que cuando hago reír a la gente, en medio de tantos problemas, me siento feliz si por un instante ellos lo son. Igual me gusta el drama porque a las actrices nos tiene que gustar todo lo que hacemos”.

De ese don hablan sus dos más recientes premios: Mejor Actriz Femenina en el Festival Aquelarre 2023 y Premio Adolfo Llauradó en la categoría de Teatro para Adultos, conferido por la Asociación Hermanos Saíz (AHS).

“Ambos se los debo a Florencia, personaje femenino de la obra Asesinato en la Mansión Haversham. Interpreto realmente a dos: Sandra, una actriz narcisista que piensa todo el tiempo en verse linda y que es la mejor de su grupo. Ella le da vida a Florencia y le queda un poco sobreactuado. Se le va de las manos, por ello todo el tiempo interactúa con el público, con mucha zalamería.

“Eso, definitivamente, ha captado la atención de los públicos y jurados. Ha sido un trabajo complicado porque el montaje solo duró tres meses. En ese período primero tuve que encontrar a Sandra y, luego a Florencia. Pero, se logró. Es, sin dudas, una de las puestas que más he disfrutado. Por eso, me encantaría llevarlo a Sancti Spíritus y, por supuesto, a mi pueblo Jatibonico”.

Y regresa la emoción por ese pedazo de suelo que con orgullo no dejó de disfrutarla en los capítulos de la novela El derecho de soñar, donde interpretó a Zoe, la hija de Natacha e hijastra de Igor.

“Fue un proceso corto, solo cuatro meses de rodaje. La grabación de una novela conlleva mucho sacrificio y trabajo por parte del actor y de todo el equipo. Además de ser mi primera producción de ese tipo, la recordaré siempre por darme la oportunidad de compartir con grandes de nuestra escena como Verónica Lynn, Jorge Martínez y tantos otros. Igual, resultó maravilloso trabajar con los directores Alberto Luberta y Ernesto Fiallo; con mi profesora Yailín Coppola, quien estuvo al mando de la dirección de actores.

“También, estuvieron varios de mis compañeros de La Nave… Y, sobre todo, porque sé que mi familia tenía muchas ganas de verme en pantalla y les pude dar esa satisfacción”.

Cada respuesta pone otra vez de pie a Geyla Neira Ramírez en su primer escenario. Allí siente las ovaciones más sinceras y sentidas.

“Jatibonico siempre será mi pueblo. La Habana está en un segundo lugar. A veces le digo a Olisvael: Voy allá y vamos a volver a hacer El Cucaracho…, pero no se atreve. Yo sé que ha cambiado mucho el pueblo. Está más apagado, hay muchas ausencias de amigos que han emigrado y eso es doloroso.

“A La Habana llegué porque no me quedó otro remedio. El fatalismo geográfico es otra realidad bien dura y aquí estoy porque me trajo el destino, la vida, pero siempre voy a querer regresar a donde nací y me vio surgir como actriz”.

Lisandra Gómez Guerra

Texto de Lisandra Gómez Guerra
Doctora en Ciencias de la Comunicación. Reportera de Radio Sancti Spíritus y corresponsal del periódico Juventud Rebelde. Especializada en temas culturales.

Comentario

  1. Aída Mónica Martín

    Me encantó el artículo sobre Geila Neira, es una gran promesa de la actuación cubana. Me gustó muchísimo su actuación personificando a Zoe en El Derecho de soñar. Me emocionó Zoe como amiga de Richard y Zoe hija de Natacha e hijastra de Igor. Fue una actuación convincente.
    Su desenfado a la hora de trasmitir, de emocionar, de lograr la propuesta del director, creo que la Neira y el joven que hizo de Richard fueron muy incisivos y espontáneos en sus actuaciones.
    Ojalá Cuba logré preocuparse por sus hijos y no sigamos perdiendo estos jóvenes talentos que tanta gloria traen a la patria.
    Geila Neira que la vida te abrace definitivamente y
    logres alcanzar tu punto más alto con éxito y generosidad y tus proyectos se hagan realidad allí donde estés.
    Congratulaciones a Jatibonico por tener una hija con tantísimo talento.
    Enhorabuena a Geila Neira.

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