Jesús María es como una enorme tajada sobre el asfalto de la ciudad. Antes fue sólo una calle de gente humilde, cueripardos y almiprietos más de sangre que de Sol. Hoy, la barriada se desplaya y sube por los deslindes del río, abrevia el paso hasta la Carretera Central para tender un cerco que flanquea el parque y enlaza en un suspiro el centro histórico de la villa.
Acomodado en una de las márgenes del río Yayabo, Jesús María es uno de los asentamientos más antiguos de la ciudad de Sancti Spíritus y, quizás en parte por ello, se ha ganado el sambenito de difícil, revoltoso, complejo. Escambray indaga más allá del mito
Parte de la riqueza patrimonial de Sancti Spíritus pervive en el aliento de Jesús María: la Parroquial Mayor con su aire mudéjar y su torre única; el puente de cinco arcadas que levantaron dos albañiles hacendosos; el teatro de fachada clásica con su proscenio cabalgando sobre el río; y los parques; y Rudesindo García, esculpido en mármol italiano para recordar que fue médico eminente y mejor altruista; y las dos plazas, que hoy acogen el alborozo de los parques y el guiño de los enamorados, y a una mulata que se derrite de sobrosura…
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