En medio del bullicio y la algarabía del graderío, cuando Jorge Cuéllar subió al ring del Polideportivo Yayabo en la final de la 60 edición del Torneo Nacional Playa Girón todas las respiraciones se cortaron: las del público, de los entrenadores, de los directivos del Inder y la de él mismo.
Era el sexto hombre por la delegación local. Antes, los cinco coterráneos que escalaron al cuadrilátero habían perdido, por ellos o por los árbitros.
Cuando la amplificación local anunció el 5-0 a su favor ante el cienfueguero Fernando Cabrera en la división de los 75 kilogramos, las tensiones subieron y bajaron de golpe: era el primer oro para su escuadra y la renovación de la esperanza de llevarse el cetro por provincias justo ante un púgil del territorio que le hacía resistencia. Era también el primero para él, después de dos bronces en torneos anteriores.
Por eso, en la “zona de entrevistas” Cuéllar apenas podía articular bien las palabras por una emoción que no le dejaba pronunciarlas.
“Subí un poco nervioso porque sabía que tenía una responsabilidad y eso como quiera que sea te presiona. A pesar de que llevamos siete púgiles a la final, no habíamos ganado ninguna pelea y me tocó darle el triunfo a mi provincia. Pero salí a hacer mi trabajo, escuchando todo el tiempo a mis entrenadores que me repetían: ‘Tú eres el campeón, eres el campeón’, y me lo creí”.
Y estuvo con él su público, que vitoreaba cada golpe y lo conminaba a dar el próximo: “Eso te ayuda un mundo, tuvieron apoyándome desde que salí”.
Que era el campeón se lo creyó desde antes, desde que subió la primera vez y cuando ya había rebasado los dos bronces anteriores y tenía la plata asegurada tras ganar la semifinal. Entonces habló del pleito por el título desde la mesura y el respeto al rival.
“Los entrenadores me dicen que haga mi boxeo, no creo en rivales fuertes o débiles, no creo en si son inferiores o superiores a mí, todos los boxeadores que vienen aquí se preparan. Salgo a hacer mi trabajo y que me salgan las cosas bien, el de la final es un púgil difícil, exigente, bastante fogoso, ya en otras ocasiones había peleado con él, pero supe llevar el combate y supe aprovechar mi técnica y mi fuerza”.
La alegría se completó para él cuando formó parte del cuadro de honor como el más combativo del torneo: “Me dio mucha alegría porque no me lo esperaba, tengo compañeros que son muy combativos, pero igual lo disfruto”.
En el “Girón”, Cuéllar compitió en unos kilogramos por encima de la división con que fue al Mundial del pasado año en Taskent, en la cual obtuvo medalla de bronce en los Juegos Centroamericanos, participó en los Panamericanos y debutó en el boxeo profesional el pasado diciembre en la Noche de Campeones de la Asociación Internacional de Boxeo, celebrada en la ciudad kazaja de Astaná.
“Primero me concentré en ganar el título aquí, reiné en 75, aunque en la división que estoy adaptado a pelear es en la de 71 kilogramos, que es la que va a la Olimpiada, mi próximo compromiso. No tengo problemas con el peso, en esta competencia empecé en 72 kilogramos y mi entrenador me dijo que no podía subir y me mantuve ahí.
“Sobre los profesionales, fue mi primera experiencia en ese tipo de boxeo y fue bonita, me sentí bien y espero otras ocasiones, es otro boxeo, no solo porque son más asaltos, pero el cuerpo técnico te va guiando, creo que es más físico, no es solo la técnica, también hace falta pegada. Considero que el amateur es más exigente, son menos asaltos, pero muy intensos y tienes que darlo todo en cada uno, el profesional son 6, 8, 10, 12 y te puedes recuperar, subir y bajar el ritmo”.
A su división volverá en breve, ahora en que la clasificación olímpica le robará toda la atención y los sueños.
“Debemos ir al clasificatorio y quiero ganarlo, quiero llegar bien a los Juegos Olímpicos de París y mi meta es buscar una medalla, que es lo que todo deportista ansía”.
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