José Antonio Pérez Menéndez: abanderado de la historia local (+fotos)

Profesor, investigador, historiador y creador de uno de los proyectos de extensión educativa más propositivos de Trinidad, este singular personaje narra cómo los derroteros de la vida lo empujaron de la ingeniería termoenergética hacia otros senderos

Con más de 15 años de creado, el proyecto Huellas busca incentivar a estudiantes de quinto grado a estudiar la historia local. (Fotos: José Lázaro Peña/Escambray).

Desde su graduación como ingeniero termoenergético en 1986, José Antonio Pérez Menéndez conoció el privilegio de estar conectado a la formación cultual y sociohistórica, no de Trinidad en sus inicios —su ciudad natal y a la cual ha dedicado miles de horas de estudios—, sino de Moa, lugar donde por aquel entonces realizaba sus primeras prácticas laborales aquel joven con enormes ansias de aprender.

Trabajó en Felton y, de hecho, fue el primer ingeniero trinitario que participó en la construcción de la primera unidad. Culminó su servicio social y regresó a la tercera villa donde laboró como especialista energético en la papelera Pulpa Cuba por cerca de 10 años hasta que, por decisión personal, se insertó, en 1998, en el mundo de la cultura.

Los estudiantes interactúan con réplicas de los objetos originales.

Dio sus primeros pasos en el Museo de Arquitectura y se especializó en diferentes áreas: fondos y documentación para adquirir pleno dominio de piezas museables, sus valores y su historia; en museología y conservación de inmuebles, y en el impacto de la historia en los planes de estudio y desde la universidad. Entonces ocuparía los siguientes 25 años en formarse como historiador.

A lo largo de este cuarto de siglo realizó investigaciones vinculadas con las obras de valor uno de la colección y su socialización potencial con el medio, estudios tipológicos de aleros y balcones coloniales y se enfrascó en una obra que considera cumbre dentro de la arquitectura colonial de su ciudad: el cementerio católico.

En los libros, refiere, existen menciones de elementos importantes de este camposanto, de la epigrafía vinculada al sitio y de otros elementos funerarios que distinguieron a la urbe a lo largo de los siglos. Sin embargo, hasta entonces no existía un material unificador de todo este conocimiento.

Exhibe la medalla Diego de Sagredo que otorga la Universidad de Madrid. (Foto: Cortesía del entrevistado)

Se graduó como locutor de radio y televisión cuando se inauguró la emisora local y tuvo varias secciones desde aquel 28 de diciembre de 1998. Al final, se quedó con Entre calles y muros, que acerca al poblador tradiciones y datos curiosos de la arquitectura y la ciudad.

Quizá fue de esta misma faceta de su vida de donde provinieron investigaciones como la de la CMHT trinitaria, que se fundó en 1938 y pasó a Sancti Spíritus, comprada por los hermanos Santana en 1941.

Este trabajo fue socializado en el Congreso de Historia de Matanzas y también en el de Ciego de Ávila, y le valió el reconocimiento de la Unión de Historiadores de Cuba, filial a la cual pertenece y, de conjunto con sus muchos aportes, coadyuvó a que le obsequiaran la medalla Diego de Sagredo que otorga la Universidad de Madrid, en honor al reconocido arquitecto español.

Esta presea de carácter utilitario y de prestigio internacional se otorga a historiadores, profesores y arquitectos de brillante trayectoria en el sector. Solo la portan otras dos personas en Trinidad.

Desde hace algunos años dedica parte de su tiempo a la atención de centros penitenciarios, de conjunto con el Museo de Lucha Contra Bandidos, con énfasis en el trabajo con los jóvenes.

Durante la producción del documental Yemayá. (Foto: Cortesía del entrevistado)

Explica que una labor tan sensible no significa ir, dejar algunas actividades culturales y retornar, sino que requiere de toda una obra creativa donde se aporten soluciones reales a las necesidades espirituales de quienes se encuentran entre barrotes.

De igual forma, labra el camino cultural de niños con problemas de conducta con el proyecto Colibrí y el de mujeres que se encuentran en privación de libertad a través del proyecto Mariposas. Así acercan a estas personas las metas personales que un momento de su vida trazaron y hacen de la mano que quizá no tuvieron en un instante decisivo.

Sin embargo, José Antonio llegó a oídos de Escambray por una propuesta en extremo sugerente que busca llevar la historia local a los más pequeños del hogar.

El proyecto Huellas comenzó hace unos 15 años y fue la continuidad de un círculo de interés de Arqueología. Su fin inicial fue el de llevar esta experiencia a las escuelas primarias, secundarias y politécnicos, a zonas de montaña y zonas rurales priorizadas. Su nombre proviene de las marcas que deja el hombre con el paso de la historia.

Luego de un estudio minucioso decidieron dejarlo solo con estudiantes de quinto grado porque es precisamente en ese año escolar cuando se comienza a dar lecciones a los pioneros sobre la historia local.

Los estudiantes visitan lugares históricos como la tarja al primer pasquín político de la ciudad, que data de antes de la Guerra de los Diez Años y fue escrito por personas de elevado nivel cultural, que incluyeron faltas ortográficas para ocultar su identidad. Frecuentan también los cabildos africanos y la casa donde estuvo Humboldt.

En realidad, su creador comenta que este proyecto no es una clase más, sino que maneja otro tipo de códigos y pretende sacar a los pequeños del espacio cerrado que supone el aula. Para ello, van a los museos, al Valle de los Ingenios y a final del curso realizan una interpretación donde se disfrazan de personajes históricos.

Es frecuentemente socializado en coloquios de historia local, pero, sobre todo, en eventos regionales afines. Se ha presentado en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas y en la Universidad de Cienfuegos, así como en universidades de México, de Centroamérica y de Suramérica con resultados relevantes.

Como parte de su misión de llevar la bandera de la historia a los más pequeños, desde Huellas también incentivan a un mayor conocimiento de la lengua materna porque, según su creador, nada conmueve tanto como la cara del niño que aprende.

De igual forma, nada es más gratificante para José Antonio Pérez Menéndez que la sonrisa que esgrime un niño cuando aprende algo que le es útil, que tilda como lindo o que simplemente, en su reducido vocabulario infantil, percibe como bueno.

José Lázaro Peña

Texto de José Lázaro Peña
Licenciado en Periodismo por la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas en el 2022. Reportero de Escambray.

Comentario

  1. Anadelis Antunez Ramírez

    Excelente personaje de la villa trinitaria, mi amigo y compadre que en su umildad es tan difícil ver lo grande e inmenso que es. Felicidades Jose muy merecido este reconocimiento público por tu esfuerzo y labor humana

Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *