Bastó acercarse a la profesión de laboratorista que desempeña su hermana para que José Augusto Negrín Miró decidiera transitar los caminos de la Medicina. Ni siquiera el sueño de maestro pudo superar el apego por una profesión que conjuga la enseñanza con el arte de curar.
Quizás por ello, en el año 2017 este joven, oriundo de la comunidad yaguajayense de de Jicotea, se adentró en las aulas de la Universidad de Ciencias Médicas de Sancti Spíritus, donde cursó el primer y segundo años de la carrera, mientras que el resto los recibió en predios de la sede municipal.
Fue en los referidos recintos donde ató los conocimientos necesarios para alejar sobresaltos y huellas amargas de la vida de los pacientes, esos seres humanos a los que les pondría alma y corazón ante cada dolencia.
“Siempre digo que uno se puede saber muy bien todo lo que dice un libro, pero cuando te sientas a atender a una persona todo es diferente. Cada paciente es un caso aparte, al igual que las patologías. Una misma patología tiene diferentes formas de presentación, pero la parte teórica es fundamental para el desarrollo de un profesional de la Salud”, refiere.
Siendo apenas un discípulo, José Augusto supo que la Medicina encarna solidaridad, empatía, responsabilidad, humanidad… Mas, una vez graduado, advirtió que tendría que hacer cada problema suyo. Y así lo ha hecho. Desde enero de este 2024 ha puesto a prueba su valía en el ámbito laboral.
“Comencé a trabajar en el Hospital Municipal Joaquín Paneca Consuegra, sitio en el cual realicé la mayor parte de mis estudios. Al principio fue un cambio rotundo. Estaba acostumbrado a atender pacientes en el Cuerpo de Guardia, pero no tenía la responsabilidad absoluta.
“Sin embargo, al empezar ya como profesional, todo fue diferente. Tuve que sentarme a atender pacientes y el que tomaba las decisiones era yo. No te voy a negar que, muchas veces, sentí miedo e inseguridad, pero con el tiempo uno se adapta y todo eso va desapareciendo. Actualmente continúo trabajando en el hospital y soy residente de primer año de la especialidad de Medicina Interna”, cuenta Negrín Miró.
Todos los días de la semana viaja hasta dicha instalación sanitaria del norte espirituano. Allí, no pierde de vista ni el más simple de los casos, y la rutina lo ha hecho curtirse de experiencias que lo enriquecen como profesional. Tanto es así que, con solo 26 años y 10 meses de egresado, tomó el camino de la superación.
“La especialidad de Medicina Interna es abarcadora, pues se atiende a pacientes mayores de 19 años con cualquier patología, porque tenemos que saber de todo. No obstante, los casos más frecuentes que vemos resultan los infartos agudos del miocardio, emergencias hipertensivas y patologías respiratorias.
“En los primeros seis meses de la especialidad estuve en la Sala de Terapia, y las guardias sí las hice en el Cuerpo de Guardia de Urgencias y Emergencias. En estos momentos laboro en la Sala de Mujeres.
“La Medicina Interna siempre me gustó. Es una especialidad con la cual siempre estás en contacto con los pacientes, tienes que estudiar constantemente, y te impone muchos retos, pues hay que saber de todas las especialidades”, señala el profesional de la Salud.
Y aunque José Augusto pase la mayor parte del día en el Hospital Joaquín Paneca Consuegra, su labor no se limita únicamente a este espacio. En Jicotea, Iguará, o en cualquier otro rincón cercano, este galeno cura dolencias y acaricia el alma de no pocos pacientes y familiares.
“La Medicina es mi vida. No me arrepiento de haber escogido esta profesión y de ayudar a las personas siempre que puedo. El médico siempre es médico, esté o no con bata blanca y estetoscopio. Estoy disponible a cualquier hora que me necesiten. Las personas son muy agradecidas y siento que me quieren y respetan, a pesar de ser tan joven. Es un honor que confíen en mí.
“Lo más gratificante de esta profesión es que un paciente te agradezca el cuidado, o por salvarle la vida. Eso es lo más hermoso que existe”, confiesa el joven.
José Augusto Negrín Miró tiene 26 años. Hoy viste bata blanca y anda con estetoscopio en mano. Mas, mucho antes de exhibir estos atuendos, tuvo armas de galeno porque advirtió desde muy temprano que la Medicina sería su mayor pasión.
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