Por sus venas corre sangre de mambises y grandes trovadores. Como reliquias valiosas atesora el machete insurrecto de su tío-abuelo y el cuaderno de apuntes recopilado y escrito por su padre, un jugador profesional de béisbol no muy dado a la lectura, pero con unas ansias inmensas de heredarle algo útil para la vida; como aquellas tardes de viernes en la librería La Espirituana, situada en la esquina de Máximo Gómez y San Antonio, cuando juntos buscaban el libro de la semana. Fueron esos los primeros acercamientos al mundo de las letras y la cultura de Juan Eduardo Bernal Echemendía, Juanelo para todos.
“En los primeros años de mi niñez yo no podía prácticamente realizar los juegos normales que desarrolla un niño. Mis crisis de asma me lo impedían. Tampoco podía asistir a la escuela, por lo que mi mamá me enseñó a leer y a escribir en la casa, hasta que pude comenzar en tercer grado la Enseñanza Primaria. El tributo de mi madre fue enseñarme a leer y el de mi padre, estimular la lectura.
“Cuando íbamos a la librería, como él no era una persona formada para orientar la lectura, me dejaba escoger el libro que quisiera, así leí varios que fueron de lo humano a lo divino. La única vez que orientó su lectura escogió un texto en el que aparecía el rostro de un niño compungido, en una cubierta gris, su título era La desobediencia, de Alberto Moravia. Creyó que fomentaría en mí un buen comportamiento y realmente lo que pasó es que me di unos atracones de escenas eróticas antes de tiempo que fue lo mejor que me pudo suceder en esa desorientación de mi padre”. Comenta entre risas el biznieto de Juan de La Cruz Echemendía, destacado creador musical espirituano.
“Juan murió antes de yo nacer, pero en mi familia se hablaba frecuentemente de él. De hecho, es un personaje imprescindible para Sancti Spíritus, murió en 1935 y todavía se recurre a su legado musical. Como siempre fui una persona vinculada a la lectura y con cierto oído musical, me sentí comprometido, sin darme cuenta, con lo que mi bisabuelo había hecho. Creé en mi casa tertulias y mi relación con los trovadores siempre ha sido muy buena. Me gusta ese género musical y existió Juan, es una especie de motor secreto para que las cosas funcionen mejor en ese vínculo con la trova”.
Lo dice quien se define a sí mismo como un hombre de la bohemia, de la madrugada, un hombre de bares y cantinas, de cantos y canciones, de guitarras y peñas.
“Esas cosas que las personas mantienen en secreto, las saco como una bandera porque sirvieron para mí como un agente formador. Me quedé huérfano de padre a los 12 años de edad, mi madre no tenía una capacidad para orientar mi rumbo, por lo tanto, mi rumbo fue mío. Si yo conseguí algo malo fue por mí y lo recuerdo, si conseguí algo bueno, fue por mí y lo celebro; yo fui mi maestro callejero, todas esas cosas conforman mi personalidad, mi vida”.
Formado como maestro de la Enseñanza Primaria de la asignatura de Español, su devoción por la Historia y la Cultura lo han llevado, sin abandonar el magisterio, a desempeñar diferentes roles en diversas instituciones. Desde el 12 de enero de 1998 hasta la actualidad funge como Presidente de la filial espirituana de la Sociedad Cultural José Martí. Desde allí no solo ha profundizado en el estudio de la obra martiana, sino que ha impulsado la creación de espacios para el rescate de la historia local y nacional, como es el caso del evento teórico Voces de la República, único de su tipo en el país, que sesiona de manera ininterrumpida desde mayo de 1999.
“Se trata de un acto de continuidad histórica real. Los hombres que formaron la Revolución nacieron en la República, se formaron en ella y lucharon contra los ladrones. Entonces a la República había que acudir con serenidad para contribuir a favor de la historia de la nación. El evento convoca a personas de todas las provincias y ha ayudado a que se conozcan y se creen proyectos para otros territorios desde Sancti Spíritus”.
¿Cuánto ha influido en Juanelo el pensamiento de Martí de la defensa de lo propio, de lo local, de la patria chica?
Una de mis grandes frustraciones es que me voy a morir sin haber leído todo lo de Martí. Escribió para persuadir a la gente de su época, pero cultivó siempre valores universales. Cada vez que lo lees, te está transmitiendo esos valores, te está haciendo mejor persona. A veces he tomado una decisión incorrecta y ha dado la casualidad que he leído un texto martiano que tiene que ver con eso y he sentido vergüenza, como si Martí me estuviera llamando la atención”.
Escritor, investigador, poeta. Una larga lista de libros y artículos avalan su trayectoria intelectual; pero realmente lo que más disfruta y de lo que expresa vanagloriarse es de su labor como promotor cultural.
“Escribo porque es un ejercicio de bienestar personal, pero lo que más disfruto es promover la cultura. Mira, yo creo que no se lo había dicho a nadie, pero esto de promover la cultura se debe a un compromiso con la espirituanidad. El principio para defender la cultura es la actitud, el carácter, la convicción de lo que representa para la historia cultural. Además, todo está entrelazado, la historia es una emoción y la cultura es una expresión emotiva”.
De su constante lucha en defensa por preservar la identidad espirituana han nacido textos como Gente que la calle conoció y Diccionario de la trova espirituana.
“El diccionario fue un encargo, con el que estoy inconforme, considero que es una obra incompleta, a la que se debe volver. Ahora, Gente que la calle conoció es otra cosa, es un texto que surge de la experiencia de mi abuelo materno, que era mi amigo. Llegaba a mi casa generalmente los domingos y me decía: ‘¿No hay nada por ahí? Se refería a un trago de ron y nos poníamos a conversar. Nació en el año 1903 y creció viendo crecer a Sancti Spíritus. Como provenía de la entraña popular me transmitió lo importante que eran los sujetos populares, sin ellos no se anima la voluntad de los pueblos.
“Me habló de Manuel Martínez Moles, quien escribió Los tipos populares espirituanos, personajes que venían del siglo XIX. Después descubrí que el primer libro que trataba sobre personajes populares fueron Los Héroes Humildes, de Serafín Sánchez, un encargo martiano. Me quedé conectado con eso y busqué las notas de Segundo Marín sobre este tema. Continué la búsqueda hasta que escribí mi libro y se lo di a mi amigo Julio Crespo Francisco para que lo leyera. Un día lo traía doblado debajo del brazo y me dijo: Compadre, eso está crudo”.
De aquellas observaciones que le “enfriaron el alma” hasta la publicación del texto, en 2002, pasaron ocho años. “Presenté el libro a un Premio de la Ciudad y ganó. No sé si por eso lo publicaron o porque ya no estaba tan crudo”. Lo dice mientras ríe a carcajadas.
En ese afán de lo espirituano, Juanelo ha participado en diferentes espacios de encuentro e intercambio como La Noche de la Fuente, el programa radial Del verso a la guitarra y el Café Bonaparte, donde confluyen buena música, poesía y alegría.
¿Considera que existe una verdadera identidad espirituana o es mero discurso que se ha trasladado de boca en boca?
El día que yo piense que no existe una identidad espirituana salgo corriendo porque, ¿qué me va a sostener, si lo que nos sostiene como cubanos es la identidad nacional, regional, local y personal; la identidad es así, de países a personas. Las identidades se maltratan, se lastiman, sangran, pero no mueren. Lo que corresponde es restañar la herida, tratar de recuperar los espacios perdidos”.
¿En qué medida su esposa lo ha acompañado en esa lucha en defensa de la identidad espirituana?
Es la primera persona que ejerce una actitud crítica sobre lo que escribo y hago. A veces no nos ponemos de acuerdo, porque es un poco conservadora y las personas que defendemos algo tenemos que atrevernos, cueste lo que cueste. Las identidades se defienden con actitudes y a veces eso me ha traído conflictos. Ella es una persona que condiciona toda la serie de equilibrios que me han ayudado a conseguir mis metas.
En cierta ocasión comentó que era conservador para determinadas cosas. ¿No es una paradoja siendo alguien tan desenfadado?
Soy conservador en el sentido de que me gusta la preservación de la memoria, de las tradiciones. Por ejemplo, insisto mucho en recuperar el Santiago Espirituano. Carlos Marx decía que las tradiciones de los pueblos son como una loza, pesan sobre la cabeza, y eso es inevitable. En ese sentido soy conservador, pero no porque no esté dispuesto a asumir el acto de la transformación.
Muchos lo ven como alguien que cree todo posible, ¿se ve usted así?
Creo que sí, crecí enfermo y vencí la enfermedad. He atravesado las peores cosas que puede pasar un ser humano y las he vencido, sigo con esos dolores, pero creo que si decidí vivir es a favor de la alegría; con ella se puede vencer, superar, conseguir y transformar.
Amigos cercanos consideran que es un reflejo de esos personajes populares de su libro e, incluso, creen que es una especie de personaje-personalidad.
¡Caramba!, está difícil eso. Te diría que ese calificativo complicado de personaje-personalidad no lo he perseguido. Pero si llegara a pasar un día, agradecería ser un personaje, porque están en el sustrato de la memoria, en los afectos, en el amor y por eso son recordados. Además, son muy sabrosos; la personalidad a veces es demasiado estirada y tiende a olvidarse. Si algún día soy un personaje fue porque le pude dar alegría a alguien, porque supe vivir con alegría.
Numerosas personas de la cultura se han trasladado hacia la capital u otros lugares para desarrollar su obra. Juanelo permanece aquí. ¿Qué lo ata a esta ciudad?
Sancti Spíritus. Cuando viajo por algún motivo, ya sean horas o días, tengo necesidad de regresar, extraño demasiado a mi gente. Las personas son cordiales, generosas en el trato y yo no sé vivir en otro lugar. Nací aquí y es donde tengo los mejores y los más horribles recuerdos. La nostalgia pesa mucho.
Juanelo es mucho Juanelo, todo una personalidad en Sancti Spíritus, esta entrevista está hecha justo a su medida, aunque no se dice que es, a pesar de su cultura, muy campechano y jaranero, lo sé porque en los años 80 fue mi profesor en los Camilitos. Honor a quien honor merece.
Qué entrevista tan mareavillosa y reveladora. A través de ella aprendemos y enriquecemos nuestros conocimientos sobre nuestra identidad nacional y local y también los conocimientos históricos y culturales. Creo que sí: definitivamenteJuanelo es también unos de nuestros personajes espirituanos más populares. Con su presencia, perseverancia y acciionar se ha ganado ese derecho. Un abrazo grande, hermano de este poeta que mucho te quiere y admira…Bendiciones.
Muy defensor de la cultura e historia de Sancti Spíritus y conocedor de ambos temas saludos
Juanelo es, definitivamente, un personaje espirituano de esos que ya están en la historia de la ciudad. Su obra (la escrita y la intangible, inmensa toda) trascenderá sin duda alguna, pues ha dejado sus huellas en cada rincón de la ciudad, en cada faceta de la cultura espirutuana. En varias ocasiones me acerqué a él con una idea sobre el terruño y siempre, siempre, escuchó atentamente; si no la hizo suya, es porque la idea no era buena, ¡tiene un olfato cultural enorme!. Juanelo es… Sancti Spíritus.
Muy buena entrevista. Logró reflejar la personalidad del personaje Juanelo, a quien admiro y le tengo infinito aprecio por su capacidad de organizar cualquier evento con calidad en pro de la espirituanidad. Es una persona inclaudicable.
Buenísima y amena entrevista.