La última vez que vi a Elena llevaba demasiada angustia en el rostro. Habían pasado cuatro años de su jubilación y la vida ya no era la misma de antes. Después de apartarse de su centro de trabajo, en el que permaneció por más de 30 años, rara vez ha vuelto a recibir la llamada de algunos de sus compañeros, para no hablar de una simple visita de cortesía.
Mucho antes de que rozara la edad de retiro, ya conocía a otras personas que habían sufrido lo mismo. Mas, ella se negó a creer en el estado de olvido que padece la mayoría de quienes culminan su vida laboral. Ahora lo está viviendo en carne propia. Y le duele.
No es menos cierto que cuando alguien se jubila aparecen sentimientos encontrados. Por un lado, se añora el descanso, pero cuesta marcharse del centro de trabajo al que le entregó la mayor parte de su vida.
Puede que algunos se hayan dedicado a garantizar la limpieza de una empresa, a fregar, cocinar, a empujar la camilla, a llenar cada mes las nóminas para el pago, a manejar, a recepcionar las llamadas, a velar por la seguridad de cualquier centro…
Incluso, puede que hayan sido encumbrados científicos, reconocidos médicos, sacrificadas enfermeras, o uno de los tantos maestros que nos enseñaron a leer y a escribir y que, más allá de sus enseñanzas, nos convirtieron en mejores personas. No importa la labor que desempeñaron, lo cierto es que se entregaron en cuerpo y alma a lo que hacían, sacrificando, muchas veces, el tiempo para sí y hasta para todos en casa.
Sus hombros no cargan arrepentimientos. Cada uno de ellos hizo lo correcto. Desde sus diferentes funciones aportaron al país. Quizás por ello, resulta imperdonable que hoy muchos de los jubilados que marchan al hogar, algunos ya cansados, otros enfermos, queden relegados y carentes de apoyo por parte del centro de trabajo al que se entregaron.
Muchos se marchan con la satisfacción de poder guardar entre sus recuerdos la despedida a sus años de labor. Otros, se van sin tener ni siquiera eso.
Que si las limitaciones económicas impiden darles un estímulo material, que si el número de jubilados crece, que si el tiempo no alcanza…; a estas y otras justificaciones se acude para pasar por alto un asunto que debiera estar dentro de las prioridades de cada colectivo laboral, si se tiene en cuenta que parte de los logros y resultados que exhiben los centros son fruto del esfuerzo y sacrificio de los jubilados.
Se precisa recurrir a la conciencia y a la voluntad, a la preocupación y empatía con quienes nos antecedieron y abrieron muchos caminos. De lo contrario, poco se podrá hacer para revertir un escenario que se ha vuelto tendencia, tristemente, en muchos sectores de la sociedad.
Tener presente a los retirados es una iniciativa que debe partir de las secciones sindicales de cada entidad, pues de nada vale que los trabajadores activos recuerden el aporte de determinado compañero, si dichas estructuras, de conjunto con la dirección de la empresa, no se proyectan al respecto.
Cuando hablo de tener en cuenta a los jubilados no me refiero solo al estímulo material, ese en el que la mayoría de las personas se concentra y que, por supuesto, tanto alivia las carencias de los tiempos actuales. Hablo también de la invitación a un evento, de una llamada telefónica para preguntar por su estado de salud, para saber cómo está la familia.
Me refiero, además, a una visita para estar al tanto de sus necesidades, de sus principales problemáticas o, simplemente, para evocar aquellos tiempos en los que su labor puso en alto el prestigio del centro.
Todo esto ayudará a aliviar las lógicas estrecheces económicas que les impone una pensión que resulta insuficiente para competir con el alza de los precios actuales. Hay muchas formas de hacerles saber que no están olvidados.
En Sancti Spíritus se registran unos 51 000 jubilados, a quienes urge atender desde cada centro laboral al que pertenecieron.
No por casualidad dentro de los estatutos de la Central de Trabajadores de Cuba, exactamente en el Capítulo 2, Artículo 3, se establece que todo jubilado o pensionado debe afiliarse por solicitud propia a la sección sindical del lugar en el que se retiraron. Por tanto, deben disfrutar de los mismos derechos y deberes que poseen los trabajadores activos.
Ante esta realidad, hoy en la provincia el 90 por ciento de los retirados se han afiliado a una sección sindical y la CTC despliega un convenio colectivo de trabajo para fijar con los empleadores cómo se atenderá al jubilado afiliado.
Aunque en este frente queda mucho por hacer, algunos sindicatos muestran buenos ejemplos en la atención a sus jubilados, como el de la Educación, la Ciencia y el Deporte, que los vincula frecuentemente a sus rutinas y actividades
Las buenas prácticas debieran extenderse por la geografía espirituana, pues esas personas que hoy se acogen a un merecido descanso merecen respeto, reconocimiento y atención.
A todos les debemos mucho. No olvidemos que ellos dejaron una herencia de sabiduría en cada sitio por el que transitaron, ideas que hoy se convierten en guías para enfrentar los momentos difíciles.
Por ello, hagamos que quienes hoy reposan en casa con la experiencia de haber estado entre los primeros en cualquier faena, se sientan halagados con el apoyo de ese lugar que tanto defendieron y amaron. Acompañemos sus jornadas de jubilación. En esa imagen nos veremos todos un día.
Una gaveta q tiene cucarachas…
Para aterrizar un ejemplo una excelente colega que trabajó toda su vida en el sector de las comunicaciones, Elizabeth Rabassa, además de olvidada no se le permite trabajar en la empresa de la cual fue fundadora. Porqué? A independencia de la legislación vigente muchos directivos se agencian atribuciones que no son legales y terminan siendo «leyes de potrero»
Ciertamente después de jubilados nadie se acuerda ,y los jóvenes que inician en el centro ni los conocen,además de ser mal remunerados,porque no es justo que la generación que impulso y desarrollo está Revolución hoy sea la de más bajos ingresos que ni para comer alcanza,pocos son los organismos que hoy atienden sus jubilados cono si estuviesen en activo y otros los desechan porque ya cumplieron su cometido y ni siquiera aprovechan sus saberes,en muchos casos pudiendo ser útiles aún,este tema tiene varias aristas por lo que esta en las manos de los decisores revertir y mejorar la atención a ese trabajador que por muchos años contribuyó a esta sociedad.Los Sindicatos pueden ayudar mucho en este sentido.
La sociedad cubana actual es como una pistola:
Ud. es una bala en un depósito accionado por un muelle. Una vez que cumple su cometido, o sea se dispara, el casquillo se bota automáticamente y no interesa a nadie. Una muestra de ello es el decreto 99 reicentmente aprobado, donde aunque ud haya pagado todos los impuestos y contribuciones a la seguridad social acorde a su salario, le reducen la jubiliacion de manera progresiva si esta incluye utilidades, aunque le hayan cobrado tambien progresivamente los impuestos y contribuciones. O sea, mientras más gano, más tengo que contribuir supuestamente a la seguridad social incluyendo la mia, y menor porciento me pagan cuando me jubilo. Ese es el decreto ley, lo legal. Luego sale una fucnionaria a decir que en tal o cual ámbito no se aplicará por ahora, pero lo escrito es otra cosa, el «por ahora» es discrecional. No importa si ud. dio su sangre o sudor o talento o pridujo muchas divisas o cortó mucha caña lo que sea, ahora ud. es un «gasto excesivo» (término textual del decreto del MTSS)
Se ve también en las cuentas bancarias. Al devaluar la moneda no se ajustó el monto acorde a la devaluación, lo que ocasionó que los ahorros perdieran valor según la inflación, pero aquellos que tenían sus ahorros en CUC (artistas, artesanos, colaboradores internacionalistas, deportistas, marineros, pilotos, científicos, etc.) hasta recibieron 24 pesos por 1 CUC, para luego tener que comprar mercancias en la tienda en MLC a valor de 120 x 1. Se les hicieron aguas los ahorros de toda una vida, que perdieron un 80% de valor para una devaluación de 400% de su cuenta. Al mismo tiempo, las primeras dietas eliminadas son las del adulto mayor, se elevaron los requisitos de acceso a ayudas como el SAF o asilos de día, en muchos espacios de salud solo hay amalgama «para niños y embarazadas» aunque muchos delincuentes lucen unos empastes nuevecitos y así sucesivamente, ni se vende ropa acorde a esa edad o cuerpos, ni se atiende realmente a esas personas en muchos lugares.
Sencillamente, se «apuesta por los jóvenes» a cada rato y se bota la generación que ya se disparó como un casquillo. Lo que pasa es que ahora los jóvenes en un gran porcentaje están emigrando o desosos de emigrar, o apuestan por el sector privado, pues han visto el destino de sus padres y abuelos, y se trabó el paraguas.
Si, de olvidó total, por todos.