La liga de los campeones

Repique de tambores, cornetas, congas… Por la algarabía y la intensidad, el estadio Victoria de Girón parecía lleno. Bastó la energía que emanó la final provincial de las Pequeñas Ligas para copar todos los espacios.

Ese fue el mejor colofón de un torneo que se confirma entre los eventos con mayor capacidad de convocatoria en el país, a raíz también de la inserción de Cuba en arrastre en su “liga mundial” con sede en Estados Unidos. Y, aunque la final dejó un marcador desproporcionado de 14-1 a favor de Sancti Spíritus sobre Fomento, de ella emergieron muchos campeones: niños, entrenadores, padres y organizadores, encabezados por las direcciones de Deportes de los territorios involucrados, pues el torneo se concibió en dos grupos, cada uno con cuatro equipos en representación de los ocho municipios. 

Por esa desproporción es, justamente, que discrepo de la inclusión de los refuerzos, una variante que ya ni la Serie Nacional asume porque le resta autenticidad —y también realismo— al béisbol que se practica en cada lugar desde las potencialidades propias. Pero, así y todo, nada empañó el cierre de las Pequeñas Ligas, tras sortear suspensiones, apagones y tensas situaciones económicas. 

 Ganaron todos. En especial Dasney Pérez, el feliz director campeón: “Es el logro más grande que he tenido en mi carrera de 10 años como entrenador. Es un honor poder representar a Sancti Spíritus en el evento nacional. Dije al principio que me habían dejado la varilla bien alta, pues Sancti Spíritus es subcampeón nacional y solo dije: vamos a luchar paso a paso y este es el primero”.

Y sintetiza las razones del triunfo en la dedicación día a día. “Esos niños son mis hijos, desde las dos de la tarde hasta las ocho de la noche estamos entrenando, pasan más tiempo conmigo que con sus familiares y yo paso más tiempo con ellos que con mi propia hija, ya somos una familia, cuando se logra eso en un equipo de pelota se alcanza todo; la victoria es de todos: los niños que son los más sacrificados, los entrenadores que son muy dedicados y los padres que son los que mueven estas categorías infantiles”.

Y en lo de los padres le asiste toda la razón. Son ellos los promotores de la algarabía y también del sacrificio personal para sustentar desde vestuarios, transporte hasta el alimento más vital. Lo sabe Mayrin Marrero, madre de Mauro Hernández: “Los padres son lo esencial, lo dan todo, se busca donde no hay para que el deporte siga fluyendo, gritamos, nos ponemos nerviosos y peleamos, cuando los niños se ponchan a veces le queremos exigir, pero cada uno tiene su papel, que es lo más importante y lograr siempre la victoria”.

Magdeyvis Portal, madre de Samir Mendoza, siente que es un evento de  “mucha satisfacción porque los niños se crecen, se lucen, se pasan mucho tiempo entrenando, se consagran de verdad a la vida deportiva y demuestran en lo juegos esa entrega, eso que queremos ver en los deportistas de hoy”.

Este también es el campeonato de los abuelos, como Dariel, Roselia Pérez y Marcial Caraballo, quienes llegaron como pudieron hasta el Victoria de Girón desde el fondo de la carretera de Zaza del Medio; “en lo que pudimos, hasta a pie, el asunto era venir a apoyar”, sonríe Roselia.

El triunfo compensa las horas de los entrenadores Yosvani Canoto, Luis Alberto Meneses y Karel Bernal quienes trabajaron junto a Dasney.  “Esperábamos el resultado porque todos trabajamos duro —considera Bernal—, mis respetos para los pequeños y los entrenadores de Fomento. Todo se lo agradecemos a los niños —comenta Meneses—. Nosotros los preparamos, pero ellos son los que disfrutan el terreno, es importante la confraternidad, la hermandad, la amistad que tienen, así se forman hasta valores para su futuro. Es un torneo superbonito, hecho para el disfrute porque también lo disfrutan los padres, el público”.

Parte de ese público es Harry Durán, un experto en entrenar niños. “Ha sido un gran torneo. Llevo varios años trabajando en esa categoría en Cuba, este ha sido el torneo más fuerte porque se agruparon los equipos con refuerzo y fue una linda final”.

Aunque parece haberlos, nadie habla de líderes, porque “todos se destacaron, incluso aquellos niños que no fueron elegidos para esta final y creo que se merecen su medalla”, según resalta Luis Alberto Meneses; pero el nombre de Mauro Hernández se hace recurrente, incluso en la final, en la que bateó de 3-3, conectó un jonrón, impulsó cuatro y anotó dos. “Nos venimos preparando desde hace bastante tiempo y todo tiene su ganador, el líder aquí es todo el mundo, porque el béisbol es un deporte colectivo”.

Otros también sobresalieron, como Yoan Mendoza quien se llevó el triunfo desde el montículo y bateó de 2-2, con un jonrón, dos impulsadas y dos anotadas. Todos fueron ganadores, lo mismo Alex Gómez, quien cargó con la derrota por Fomento, Miguel Cruz, destacado al bate, o Deibi Sánchez, a quien no lo desconcentra la bulla de sus padres desde las gradas y desde la receptoría explica las razones del triunfo: “Los pitchers tenían mucho control”.

Cuando ya se habían repartido trofeos y medallas, en lo que Jorge Luis Morell, director de Deportes del municipio ganador, definió como “un bonito espectáculo destacado por la disciplina, combatividad y organización”, sobre la grama del Victoria de Girón los niños seguían corriendo: “Estamos celebrando el triunfo —aseguró Andy Pérez, jardinero central—, estaba seguro de que ganaríamos hoy”.

Y vuelve a correr con los “kilovatios” propios de su edad. Se me antoja repartir una medalla enorme para esta fiesta en que se ha convertido esta liga de campeones, capaz de destilar la más amigable de las rivalidades, tatuada en los rostros tristes de los fomentenses, en la sonrisa interminable de los espirituanos, en las lágrimas confundidas de los dos equipos.