La tierra me tiene vivo (+fotos)

Con esa expresión que desnuda su alma y lo estremece, Félix Álvarez Jiménez abre las páginas de su libro campesino; auténtica y versátil obra sembrada en los suelos de El Purial, en Cabaiguán. Escambray, vuelve al productor más certero que ha parido Sancti Spíritus, distinguido ahora con la corona agraria de Cuba: la Orden 17 de Mayo

Unas de las metas inmediatas de Félix es llegar a 10 hectáreas de yuca en siembras escalonadas. (Fotos: José Luis Camellón/Escambray).

Decir Félix Álvarez Jiménez es abrir la puerta del campo y encontrar un sabio sin título científico, el mejor maestro de la tierra en la campiña espirituana. Guajiro fiel, campesino ejemplar, capaz de exprimir el suelo como nadie, de convertir la demostración en su carta de triunfo. El cosechero que ni los temporales han podido arrinconar, el hombre al que acude Cuba para experimentar nuevas semillas, uno de los habitantes rurales más facultados en toda la isla para cuando se quiera escribir la Biblia de la Agricultura.

Temprano supo que su vocación no estaba en el aula, porque heredó los genes de la tierra; apenas adelantó en los estudios, pero le sabe un mundo a las cosechas. No monta a caballo ni en quitrín, aunque últimamente le pone la montura a la motorina. Todavía tenía estatura de muchacho cuando tuvo que salir a ganarse la vida; a fin de cuentas, era el único varón en una familia de ocho hijos. “A los 12 años ya regaba posturas de tabaco por un peso al día y de sol a sol, sabía cuál postura era buena y cuál no, eso sí me entraba fácil”; cuenta entre los tantos pasajes de su vida, siempre campo adentro.

Félix Álvarez se convirtió en el tercer espirituano en recibir ese alto reconocimiento. (Foto: Ricardo López Hevia).

Por estos días se convirtió en el tercer campesino espirituano en recibir lo que bien pudiera llamarse la corona agraria de Cuba: la Orden 17 de Mayo, mayor estímulo establecido por el Estado para los miembros de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños. Para más realce, este 18 de mayo llega a los 76 años en la cumbre de su carrera productiva, tras saltar obstáculos, pero guiándose por su propio librito: “Al campo no se le puede decir que espere”.

Tal filosofía está anclada en la tierra que cuida y “a cada rato la beso, porque significa todo para mí, no he hecho nada más en mi vida, desde que comencé a trabajar eso fue lo mío”; se lleva las manos a los labios, en franca imitación de ese exclusivo ritual campesino.

Voltea la mirada al cultivo que tiene cerca, un campo de yuca que parece una postal; justo en ese momento lanza la confesión más honda de su vida: “La tierra es una de las cosas que me tiene vivo a mí”. El silencio se adueñó del paisaje, la expresión desnuda su alma, lo estremece; la voz se esconde; diría que, en ese instante el campesino lloró sin lágrimas, seguro le corrieron por dentro; tal es el dolor irreparable por el hijo que no hace mucho perdió.

“Félix es de todo un poquito: cosechero, tabacalero y ganadero”, asegura el campesino.

Más allá de la condecoración que premia su relevante trayectoria campesina, la grandeza más reciente de Félix Álvarez fue sobreponerse a tan inesperado golpe y reencontrar el único camino que ha conocido: la tierra.

A media mañana, a la sombra de la floresta y, luego de una larga caminata para enseñar los cultivos de más reciente plantación, sigue el diálogo o, mejor dicho, la clase en que se convierte acompañar al campesino a desandar la finca, perteneciente a la Cooperativa de Créditos y Servicios Niceto Pérez, en El Purial, zona de Cabaiguán.

¿Sigue Félix aferrado a esa filosofía de no decir, sino hacer?

Desde que nací esto fue lo que vi. Uno mismo tiene que analizarse. Dije: A mí no me gusta el estudio, la escuela, soy bruto para eso, ese no es mi camino; entonces cogí el camino de la agricultura, de la tierra, del campo. Fui jornalero, vaquero…, hasta que empecé a trabajar solo la tierra; lo que he hecho siempre es demostrar lo que hago, me visitan muchas personas, muchos campesinos, y siempre los llevo a que vean el resultado.

El campesino que no quiera la tierra, que solo quiera lo que le da la tierra, pero la tierra no le interesa, ese, ni es campesino, ni será campesino nunca; hay quien quiere lo que le da la vaca; no, eso es lo menos que miro. Primero hay que querer la vaca y cuidarla para que te dé más.

Nunca me ha gustado que me digan lo que tengo que hacer, prefiero hacerlo antes; ahora se está hablando de la yuca, ya la tengo sembrada, quiero llegar a 10 hectáreas de manera escalonada. En verdad, para arriba no miro mucho, sí para abajo, que la tierra tenga preparación y contar con buena semilla.

El productor entrega el 85 por ciento de los cultivos varios de la cooperativa Niceto Pérez.

¿Es posible producir sin llevar muchas cuentas?

El campesino que no se pare en la esquina de un cultivo y diga: “Hice esto, esto y esto; me puede haber costado tanto o tanto, si no sabe si eso le dio o no le dio, no es campesino”. Tengo todo en mi mente, no exacto, pero sí un aproximado, enseguida sé si me da ganancia o no.

Me interesa más la tierra que los papeles, además, cuando tengo un cultivo nunca he pensado de que esto me va a dar tanto o más tanto; lo que me importa es ver el cultivo; después, la producción y que tenga rendimiento. Mire, usted tiene un campo de yuca, y es como tener un almacén de comida en la tierra.

¿Acaso se pueden lograr rendimientos con pocos recursos?

Lo que tengo son muchos deseos de hacer cosas, trabajar, tratar de ver si nos levantamos y ayudar a este país; claro, la agricultura tiene momentos que lleva petróleo, pero en otros no. Le voy para arriba y con tres o cuatro yuntas de bueyes es mucho lo que yo hago. Todo en la vida tiene su momento; no te voy a decir que voy a roturar un potrero de pastos con bueyes, pero eso tampoco se hace todos los días. Lo que siempre hay que tratar de hacer laboreo mínimo.

Nadie ha caminado más que yo atrás de semilla, la busco donde esté, soy enfermo a la semilla; si no, no hay cultivo, ni rendimiento, ni nada. El que trabaja conmigo tiene que hacer las cosas como le digo, si no sabe, le pongo la muestra, pero de chapucería no quiero saber. Si tengo una siembra mala porque tuvo un tropezón, eso es eliminado al momento y borrón y cuenta nueva. Esas medias cosechas, esos poquitos…; no, no, quiero una cosecha o nada.

Este año quiero llegar a 10 000 quintales de cultivos varios. Ya tengo un adelanto, me queda plátano y he vendido mucho; está la yuca, tengo mucho maíz sembrado, frijoles entregados, después voy a sembrar tomates y otros cultivos. También mantengo el tabaco y la ganadería. ¿Cómo cumplir la leche en la seca? Fácil, cuide la vaca, tenga la comida; luego dicen por ahí: “Félix Álvarez habla muy sabroso”; no, Félix Álvarez demuestra. Vamos para que vean los campos de king grass que tengo, por eso hay leche y entrego la tercera parte de lo que acopia la cooperativa.

Felix: Este año quiero llegar a 10 000 quintales de cultivos varios.

¿Acepta Félix la tesis de que ante la carencia de recursos es más fácil decir no voy a producir, que producir?

Dicen que hasta los indios sembraban yuca aquí, yo quiero que alguien me diga cuál es el motivo para no sembrar yuca, por ejemplo. Hay un dicho que dice: yuca en el polvo y boniato en el fango; he usado combustible para roturar una tierra, pero nunca lo he usado para sembrar la yuca, así hay varios cultivos. Lo que sí tengo valor para fajarme con la agricultura en estas condiciones.

Lo primero es tener deseos de hacer cosas, el que tiene deseos hace de acuerdo con los recursos y posibilidades que tenga; pero ese que no quiere hacer nada, no va hacer nada con recursos y sin recursos.

Ah, pero Félix se levanta a las cinco de la mañana y le dice adiós a la cama hasta tarde en la noche. En la tierra estoy de sol a sol, porque eso es como el que tiene una novia bonita, tiene que darle vuelta a cada rato; más en estos tiempos en que hay tantas plagas que dañan los cultivos y si te entretienes los pierdes. Aquí también los frijoles tratan de enfermarse, pero si le empiezas a coger miedo al trips verdad que te come el cultivo, hay miles de cosas para eso, lo que hay que fajarse con esa plaga y demostrarle que eres más fuerte, cogí mucho frijol en esta cosecha.

Nunca me he acostado a pensar qué voy a hacer mañana, cuando me levanto veo con los trabajadores que tengo todo lo que puedo hacer. No es que sea una improvisación, es de reflejo campesino, de pararse frente a un campo y ver si está de siembra, si tiene la preparación, si le falta algo. Creyente no soy, pero entre la tierra y yo hay una comunicación; no sé, no sé, yo la veo y casi me dice lo que le tengo que hacer, se puede decir que eso es un misterio.

¿Por qué en esta finca nunca se ven tierras vacías?

¿Quién dijo que acabando un cultivo no puedo plantar otro?; siembro los frijoles, cuando están ya estoy pensando en la yuca y sé lo que tengo que hacer a esa tierra; eso es cuestión de días, he hecho rotaciones de cinco y seis días, los que me conocen saben que no miento.

Quiero mucho la tierra, no dejo ir un granito, ni que la atropellen las aguas, porque para hablar de cultivos y siembras primero hay que hablar de conservación de suelo, después preparación y luego semilla; preparo mis cosechas para que las lluvias no me den esos golpes, surco de forma que el agua no me arrastre el suelo. Eso lo aprendí de un viejo isleño que era tremendo sitiero.

He trabajado de extensionista de semillas con el Instituto Nacional de Granos, el Ministerio de la Agricultura también me ha dado directamente alguna variedad para probarla aquí, la Empresa de Semillas. Desde que me inicié como campesino siempre han estado trayéndome semillas; con el tabaco fue igual, tal variedad y Félix para que la pruebe, y así; hasta ahora, no he fallado nunca.

Produzco para el pueblo; eso es un compromiso moral, asegura el campesino,

¿De dónde saca fuerzas Félix a los 76 años para seguir produciendo?

Las he sacado de donde no existen porque, si vamos a la verdad, espiritualmente yo estoy muerto, pero físicamente no; me pasó una cosa muy grande, insuperable, me morí, estuve tres meses muerto. Luego un día me acordé que mi papá me dijo: “Hijo, tu muérete el día que te entierren”.

Como tengo tanto agradecimiento por ser quien soy, sé lo tengo que agradecer a esta Revolución; no tenía nada, mi familia era muy pobre. La Revolución es parte de mi vida.

Esta orden significa algo muy grande, me la gané, pero eso no es mío solo, es de muchas personas; nunca se me ha subido la grandeza para la cabeza, como la misma persona humilde que nací, así voy a morir. ¿Para dónde va la comida?, a donde tiene que ir, produzco para el pueblo; eso es un compromiso moral, hasta aquí me ha ido bien y ya lo poquito que me queda vamos a seguir pichando por ahí. Mientras respire voy a estar pegado a la tierra.

Creyente no soy, pero entre la tierra y yo hay una comunicación; no sé, no sé, yo la veo y casi me dice lo que le tengo que hacer, apunta Félix.

José Luis Camellón

Texto de José Luis Camellón
Reportero de Escambray por más de 15 años. Especializado en temas económicos.

5 comentarios

  1. Ana Martha Panadés Rodríguez

    Muy conmovedora la entrevista, felicidades para Félix por ese amor a la tierra y a nuestro colega, Pepe, por regalarnos sus textos

  2. agustinalfonso1951@gmail.com

    agustinalfonso1951@gmail.co
    Félix es un ejemplo como productor y también como persona ,puede enseñar al que esté dispuesto a poner la tierra a producir,siempre pegado al surco ,un buen merecido galardón para un productor de avanzada

  3. José Lázaro Peña

    Pepe, qué entrevista, amigo mío! En pocas palabras: espectacular!

  4. Agricultor lider, ama la tierra y el campo, ejemplo a seguir, un referente de la Extensión agraria.

  5. Merecido reconocimiento a ese grande de la Agricultura espirituana y cubana. Hece muchos años tuve el honor de hacerle una entrevista la cual titulé Félix nuestro y de la tierra, ya era grande entre los grandes, después de eso ha crecido aún más.

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