Antes de cocerse en el horno las losas y ornamentos de barro, los radialistas dejaron su sensibilidad en las piezas. Estéticas a un lado, moldearon iniciativas que instalaron, en noviembre de 2008, en uno de los espacios vacíos de la fachada de La Voz de Cabaiguán.
Enrojecidas las manos por la arcilla que salpicó cabellos, rostros y zapatos en el taller Cerarte, del artista Jorge Alberto Capote Hernández, los realizadores con una carrera mantenida y otros ahora de paso por la CMGI, vuelven al sitio para releer las emociones presas en una suerte de obra muralística a la intemperie, un viaje a la radio cabaiguanense renacida apenas despuntaba el siglo XXI.
Inspiraciones y aforismos, en perfecta armonía con rasillas y retazos de materiales de la construcción, colmaron esa pared. Del lado opuesto de los ladrillos, comenzó todo hace 20 años.
La espontaneidad ha distinguido a este medio de prensa radial que transmitió por vez primera desde el balcón de un edificio próximo, el Sectorial Municipal de Educación. El cantautor Arturo Alonso, convidado al acontecimiento, acompañó el momento con una melodía suya, la más legendaria añadida al álbum del pueblo.
Las audiencias que dialogan con un medio de comunicación centenario en la isla eligen una estación radiofónica sucesora de la CMHP, nacida en 1947, pero silenciada en los años 50 para cederle la antena a Radio Tiempo.
Con el ocaso de esta planta, germinó Radio Cubanacán en el recuerdo a partir de noviembre de 1958. Ernesto Guevara de la Serna ordenó su cierre en una de las contiendas protagonizadas por los rebeldes para apresurar la liberación del poblado.
Cabaiguán volvió al aire el 5 de septiembre de 2004. La emisora, todavía joven entre el centenar del Sistema de la Radio Cubana, ofreció la oportunidad de escuchar. Ni semejante a ninguna ni presuntuosa; con presteza va al ritmo de sus días.
De ello dan crédito los fidelísimos oyentes que reportan sintonía desde el intrincado Potrerillo, la familia todo oídos de Tuinucú y quienes siguen de cerca las recomendaciones de especialistas de perfiles tan diversos como la programación al estilo de su gente.
Más cómplices confían en una onda peregrina que sale al encuentro de los huracanes para testimoniar la historia de vecinos que hacen de su hogar un albergue; la misma que musicaliza una entrega radial con los acordes de pregoneros estrellas.
Las camisas sudadas en el campo, la polémica azuzada en las esquinas, la medalla llevada al pecho de nuestros profesionales ilustres, una folía de fondo para perpetuar la huella canaria, los poderes públicos, la rutina cotidiana… encarnan las estampas sonoras del municipio.
El contexto tecnológico actual y futuro tampoco le es indiferente. Convencida de transformar sus dinámicas suma peldaños en el universo digital empeñado en acortar distancias; así las nostalgias por el terruño punzan menos. Desde latitudes remotas llegan acuses de recibo, satisfacciones que premian cualquier minuto en las ocho horas de transmisión audio real vía Internet.
La Voz de Cabaiguán es un templo para quienes en ella profesan arte, cultura e identidad. Una jornada tras otra vuelven fecundos frente al micrófono. A los experimentados y noveles de esta frecuencia los seduce ese sortilegio dueño de palabras, música, efectos y si el discurso lo amerita, el silencio resuena a gritos.
Cada nuevo aniversario toman por asalto la terraza de la CMGI para eternizar el momento. Varias cámaras fotográficas encuadran a una familia de radialistas que revela lo cotidiano en imágenes sonoras.
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