A los Gallos, como al resto de los 16 equipos que animan la Serie Nacional de Béisbol en su versión 63, se les fue el primer tercio, consumado el juego 25 el pasado jueves, ese que anuncia el tramo en que aún no ha sonado la campana.
Mas, a los nuestros otros repiques les avisan que están obligados a revertir un periodo que le dejó más penas que glorias, si es que persisten en su intención clasificatoria. Estabilizar un paso ganador es lo más urgente, tras dejar atrás un tercio inicial que cierran con desbalance desfavorable en victorias y derrotas, y en el que pesan toneladas las nueve derrotas al hilo que los mantienen por debajo de la línea divisoria de la clasificación.
Para lograr enderezar su torcido desempeño, lo primero a resolver es la defensa, por lo que desarticula en un equipo de forma general y mucho más a un pitcheo zigzagueante. Aunque logró rebasar la línea de los 950, el fildeo sigue siendo lo peor del torneo con casi dos errores por encuentro. Y como aparecen hasta en las victorias, los problemas apuntan no solo a la desconcentración o no anticipación, como esgrimen los entrenadores, pues aquí se une el hecho de que los espirituanos son los que menos doble play consiguen; y si no están peor es porque su receptoría es las más efectiva de la justa con un porcentaje elevado de cogidos robando (15) vs. bases robadas (cinco).
Parémonos en la lomita. Pese a la victoria ante Granma, los lanzadores enfrentan la más dura de las pruebas ante el equipo más bateador de la justa y más jonronero también. Con varios nocauts recibidos el pitcheo y aunque se encuentran en la media de la campaña: 5.53 PCL, preocupa la inestabilidad de sus abridores y el discreto desempeño de algunos de los hombres llamados a resolver, como intermedios, el “empate” entre estos y los cerradores. Alienta la buena salida de José Isaías Grandales tanto como preocupa lo fuera de forma que aun se ve a José Eduardo Santos o la no entrada por lesión del zurdo Ariel Zerquera.
Los abridores no rebasan las cuatro entradas como promedio, lo cual no habla de aperturas de calidad, consideradas aquellas que logran completar al menos cinco o seis innings. Ello obliga a recurrir con frecuencia a los denominados acomodadores; ahí se complica el juego y ocurren cosas como en el segundo juego de esta semana, cuando Carlos Gómez fue llamado de los jardines al box para completar un partido.
Contadas las excepciones de Yankiel Mauris y Yanieski Duardo, este aun no en su forma habitual, los relevistas no andan bien con 6.30 PCL, lo cual obliga a utilizar con más frecuencia de lo que aconsejan la mesura y la lógica a sus dos paños de lágrimas, más preocupante en el caso de Duardo, que parece cargar el peso del sobreuso en tantos torneos seguidos la pasada temporada, desde la Serie Nacional hasta los Clubes Campeones. Y ese bombillo amenaza con ponerse más rojo cuando se concrete la contratación de Mauris con el béisbol canadiense. De todos, preocupa más el bajo rendimiento de José Luis Braña, quien ha sido puntal en las últimas campañas.
A los males descritos se une otro que sobresale por encima de un promedio de bateo que suele ser engañoso. Si se miran los 294 de average colectivo pudiera pensarse que las cosas andan bien, pero en la pelota se trata de conectar cuando más le hace falta a un equipo que necesita de su madero, pues los departamentos restantes no son del todo eficaces.
Cuando estaban por entrar al juego que marca el cierre del primer tercio, la cantidad de hits conectados (231) hubiesen sido más efectivos (cerca de 9.6 como promedio) de haberse traducido en más carreras. Las 111 anotadas dicen que sus jugadores logran concretar menos carreras que las permitidas por su pitcheo: 4.6, y así es muy difícil aspirar a a la victoria. Uno de los ejemplos que más llama la atención es el de Yunier Mendoza, quien pese a batear 380, solo ha logrado impulsar a tres hombres.
Y en esa ruta, otro dato ilustra: de los 342 que han llegado a posición anotadora, 263 se han quedado a la espera de un batazo remolcador, sin contar las veces que en situaciones claves se batea para doble play.
Aún se espera por el juego anunciado por su dirección de poner la velocidad en función de la ofensiva y así lo ilustran dos de los indicadores que miden ese concepto: con solo cinco estafas, los gallos son los que menos roban y, con cinco toques, están entre los que menos acuden a esa opción de juego, mucho más cuando se pasa tanto trabajo para anotar desde segunda base con un hit.
Tras terminar este fin de semana ante los granmenses, irán de un extremo a otro de la nación para surcar el mar e ir hasta la Isla de la Juventud
El tiempo sigue estando a su favor y el calendario también, pues la diferencia con la zona de clasificación es borrable. O sea que la campana no ha sonado, pero sus repiques tocan al interior de los Gallos que tendrán que levantar picos y espuelas si quieren que su canto se escuche en esta serie.
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