Durante mucho tiempo, las Oficinas de Control para la Distribución de los Abastecimientos, más conocidas por Oficodas, se han mantenido en el centro de la polémica con cuestionamientos de diversa índole.
Entre estos figuran las interminables colas, la lentitud de cualquier trámite, la falta de suficiente personal para atender al público, las libretas repetidas, núcleos falsificados, fallecidos que se consignan como baja en papeles y todavía reciben la cuota normada y otros entuertos.
Aunque, quizás, la peor reputación de estos centros pertenecientes al Ministerio de Comercio Interior, llegó con el llamado proceso de depuración, que a mediados de 2023 sacó a la luz un dato abrumador: la detección de más de 12 400 espirituanos residentes en el exterior que continuaban recibiendo la canasta familiar normada.
Sin embargo, a pesar de estos lamentables deslices y parafraseando el refrán, una cosa piensan los consumidores espirituanos y otra los trabajadores de las Oficodas, las cuales han sido reconocidas como el registro más completo de información demográfica existente aún hoy en Cuba.
Porque estos centros se mantuvieron durante décadas prácticamente ignorados por quienes debían atenderlos y permanecieron en el cabú del sector del comercio.
Resulta que muchas de las cerca de 40 unidades de este tipo existentes en Sancti Spíritus aún padecen deterioros constructivos, escasez de mobiliario, falta de condiciones elementales para atender al público y a sus propios trabajadores.
En las Oficinas del Registro de Consumidores predominan las mujeres y en no pocos momentos las plantillas se han mantenido incompletas, precisamente por la falta de condiciones en los locales y los bajos salarios.
No resulta nada fácil llevar a mano planillas y modelos de todo tipo y menos reflejar tantos datos en esas grandes sábanas de papel donde la vista se pierde y cualquier detalle puede confundirse entre tantas altas y bajas, reposiciones de libretas y otros muchos trámites.
Pero resulta que esos mismos datos luego integran el censo de consumidores y por esa información condensada se rige el Ministerio de Comercio para distribuir los más diversos suministros a través de la Libreta de Abastecimiento.
Cuando a fines de 2018, durante una sesión del Parlamento, el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, reconoció la importancia de estas oficinas y comentó la urgente necesidad de automatizar sus servicios, a los trabajadores de las Oficodas les volvió el alma al cuerpo.
El Ministerio de Comercio Interior comenzó a insistir desde entonces en la necesidad de cambiar radicalmente su desaliñada imagen. Pero la intención ha resultado imposible de concretar en medio de la crisis económica que vino poco después y que ha postergado tantos buenos propósitos.
Quizás en lo que más se ha avanzado hasta hoy sea precisamente en la digitalización, con la introducción de la base de datos de la inmensa mayoría de los núcleos y consumidores espirituanos, un paso que mucho contribuirá a facilitar y agilizar los trámites, destrabar las gestiones y humanizar la labor de estos trabajadores, entre otras ventajas.
Sin embargo, todavía hoy, por limitaciones con las computadoras, otros equipamientos y la conectividad, gran parte del trabajo continúa de forma manual.
Como consecuencia, esa especie de fotografía demográfica, ese complejo registro de consumidores que se actualiza cada día en las Oficodas, aún genera no pocas insatisfacciones y continúa demandando toda la prioridad para ir corrigiendo el tiro, para algún día hacer honor a su nombre y registrar a los consumidores con la calidad que merecen.
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