Que el 26 haya calado en la piel de los espirituanos es el mejor saldo del movimiento que generó en la provincia la sede del acto central nacional por el aniversario 71 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
Y es que, por algo más de un mes, el acontecimiento logró incorporarse al diálogo cotidiano de la gente y, mucho más que eso, a su quehacer, porque removió los cimientos del territorio, aun cuando no todo se haya terminado a pedir de boca y hayan quedado para después algunas deudas.
Lo que sí resulta innegable es que el 26 logró despertar muchos lechones dormidos y avivó el espíritu de trabajo y la laboriosidad.
De otro modo, no se explica que en el lapso de poco más de un mes se hayan realizado acciones de gran alcance con impacto popular. Asomarse a cada pedazo de Sancti Spíritus permitió advertir a mucha, mucha gente que no durmió y que empató las horas bajo el sol o bajo el agua para impulsar las labores en tiempo récord.
Así, de la noche a la mañana, nació una nueva rotonda que retocó la belleza de la ciudad y un hotel como el Zaza, a punto de caerse por el deterioro sufrido tras su paralización por años, comenzó a parecerse a lo que fue.
Algo similar ocurrió en otras obras del sector turístico, cuya reconstrucción se había alargado en los meses; unas por carencia de recursos, otras por falta de empuje, como les pasó a determinados sitios que, al calor del 26, tomaron un segundo y hasta un tercer aire.
Lo dice la Unidad Quirúrgica del Hospital Pediátrico Provincial, que adelantó en un mes lo que no había podido en casi un año, y otras áreas del Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos, sumido en una reconstrucción interminable.
También puentes como La Nela, cuya reparación mejoró los servicios ferroviarios, removidos por el reinicio de rutas como el tren espirituano.
La relatoría sería interminable dada la cantidad de obras que se repararon, se rehabilitaron o se reanimaron en cada uno de los sectores de la provincia, porque el contagio llegó a todos los municipios.
Como sucedió a lo largo y ancho del territorio, la ciudad del Yayabo se retocó en sus colores, aun cuando semanas atrás su cumpleaños 510 llenó de pinturas las fachadas y paredes. Y la ciudad también se limpió y se higienizó, algo que mucha falta le hacía y que se extendió a otros poblados.
El 26 se materializó también en las nuevas bicicletas de los carteros, los pisos de tierra que se eliminaron; el parque infantil que cobró vida en Cuatro Esquinas de Padua, Cabaiguán; el renacimiento de la escuela primaria Miguel Calzada, de Topes de Collantes; los nuevos surcos que le nacieron a la tierra o el módulo de alimentos que se entrega de manera gratuita.
Asimismo, sumó voluntades, hermanó un poco a la gente y en muchas partes se borraron los límites divisorios entre estatales y no estatales.
Y si se quiere encontrar un símbolo de hasta dónde llegaron los espirituanos con la inyección de la fecha, solo hay que subir la vista hasta el tanque elevado del Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos, capaz de impulsar a hombres que desafiaron el peligro y escalaron las alturas para pintarlo y ponerle nombre a eso que llaman motivación y sentido de pertenencia, más allá de los pagos que pudieran recibir por su altruismo.
Quizás porque en medio del entusiasmo por lograr la sede se propuso un programa demasiado ambicioso para tan poco tiempo, muchas obras no pudieron terminarse y, de hecho, no pudieron fungir como inauguraciones porque, si queremos ser serios a la altura de lo que implica un 26, no puede cortarse una cinta allí donde no están todas las condiciones para comenzar a prestar servicios. De todas maneras, valga más el despertar que sumirse en la quietud o la espera para que lleguen los milagros.
En el variopinto escenario de la opinión popular, algunos aún recurren a las insatisfacciones que quedan en todas partes. Y habrá que tener también en cuenta esta matriz de opinión.
Ya que se trata de un suceso trascendente, pasado el aluvión del 26 y para seguir siendo consecuentes con él, habrá que retomar el impulso para terminar lo que quedó a medias, lo que no se pudo empezar y para dotar de calidad lo que ahora no lo tuvo, como la pavimentación de no pocas calles. No debe desvirtuarse todo lo que para bien se hizo ni permitirse que la cultura del buen gusto y el detalle sean solo un slogan. Y habrá que estimular también la cultura ciudadana del cuidado.
Tal como lo acuñó el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba Miguel Díaz-Canel Bermúdez en su visita al hotel Zaza, el 26 motivó a los espirituanos y eso es una verdad del tamaño de esta tierra.
Dejó también lecciones, según señaló el Presidente, para que no se dejen deteriorar los lugares —como sucedió con la emblemática instalación— y luego haya que recurrir a una inversión cuantiosa en momentos en que al país no le sobra el dinero.
El 26 contaminó para bien al político, al dirigente administrativo, pero también al obrero, al campesino, al joven, al anciano, al espirituano de a pie.
Que sus aires sigan soplando en esta tierra es todo cuanto hace falta ahora para que todo lo que dejó perdure y se multiplique.
Periodista,pase por Maceo,casi esquina a Raimundo,conocera el «regalo que me dejaron casi en la puerta de mi casa.Tratando de arreglar la calle,dejaron el tragante tupido,le rempieron la conductora de agua hacia mi vecina y multiplicaron los huecos que habiaque se llenan con un registro que rompieron…Pero nadie se ha ocupado en enmendar no ya lo que habia,sino lo que crearon por irresponsabilidad
Y que esperan para abrir el café nuevo del parque??
Y ya abrieron el café real??
Ojalá se cumplan las promesas y se terminen todas las obras con el mismo impulso. Lastima que a la emblemática Feria Agropecuaria está vez no le tocó ni un pedazo del pastel del 26.
Y los huevos que?
Para cual antes del 26 es?