Está claro que el verbo rayar es el que se construye, por ejemplo, con los sintagmas una hoja, un párrafo, una pared o un carro, así como también el que integra expresiones del tipo rayar el día o rayar en lo ridículo. Los diversos significados de rayar que se aprecian en tales realizaciones pueden consultarse fácilmente en cualquier diccionario de la lengua.
De igual modo, no caben dudas de que es el verbo rallar el que se emplea en el ámbito culinario: el pan, la zanahoria, el queso… se rallan.
¿Y los fósforos? ¿Se rayan o se rallan?
Ninguna de las definiciones de rayar y rallar que establecen los diccionarios se ajusta a este uso, que, para rematar, carece de documentación en el Corpus del Diccionario histórico del español y en el Corpus del español del siglo XXI. Al menos en los testimonios que recogen ambos corpus académicos, son verbos como prender y encender los que más frecuentemente se combinan con el sustantivo fósforo para designar una acción afín a la que aquí analizamos.
Considero que debe ser rallar.
De acuerdo con el diccionario académico, rallar significa ‘desmenuzar algo restregándolo con el rallador’. El rallador o rallo es el utensilio de cocina compuesto, generalmente, por una chapa de metal curva, llena de agujeros o ranuras de bordes prominentes y que en el español de Cuba, República Dominicana y Puerto Rico se conoce como guayo.
Rallar equivale, por tanto, a frotar o raspar, la acción que se ejecuta moviendo el alimento contra los salientes del rallador, y, asimismo, es sinónimo de algunos verbos que indican el resultado o efecto del frotamiento o raspado: desmenuzar, disgregar…
A una maniobra similar, contra la lija, sometemos la cabeza del fósforo. Pero esta, en vez de disgregarse o fragmentarse, se enciende o prende. De ahí que rallar un fósforo equivalga no solo a frotarlo o rasparlo, sino, además, a encenderlo o prenderlo. Así, puede darse el infortunado caso de que usted lo ralle, pero él no se ralle.
Hay una adivinanza que Samuel Feijóo rescató en Del piropo al dicharacho. (Folklore oral de Cuba): «Me rallan, y no soy coco. No pienso, y tengo coco». La respuesta —obviamente, el fósforo— deja clara la semejanza entre el rallado de este y el de los comestibles.
Otro uso de rallar que tampoco aparece en obra lexicográfica alguna es el que se verifica en la locución verbal rallar(se) una paja ‘masturbar(se)’, común en el español de Cuba, aunque se lo valora como vulgar.
Con el verbo rallar(se) aplicado a la masturbación hallo locuciones desconocidas para mí: rallarse una yuca, en el Diccionario de americanismos; y rallarse la yuca, en el Diccionario ejemplificado del español de Cuba. Asimismo, en estos y otros lexicones descubro que yuca es uno de los nombres dado popularmente al pene en nuestro país. Según mi experiencia, apenas se utiliza en la actualidad.
Recuerdo, eso sí, dos célebres temas musicales, uno de los años cuarenta y otro de los sesenta del siglo pasado, en cuyas letras los cubanos solemos interpretar yuca con un sentido sexual. En una parte de la primera —de Arsenio Rodríguez— se dice: «La yuca la traigo buena verdad; / dile a la vecina que si va a comprar». Y el estribillo, conminatorio, repite: «Dile a Catalina que te compre un guayo que / la yuca se me está pasando». El otro anuncia desde el propio título que es un canto de celebración al «Quimbombó que resbala pa la yuca seca». ¿Existía el significado sexual de yuca en la época y los textos musicales se apropiaron de él? ¿O fue alguna de estas piezas la que lo hizo germinar en el habla del pueblo?
Confiando en la información que brindan los diccionarios, resulta sensato deducir que, siendo yuca, en efecto, una denominación metafórica del pene, surgiera, también por metáfora, rallarse la yuca ~ rallarse una yuca, en equiparación del movimiento masturbatorio y el de la mano con la vianda sobre el guayo o rallador. En consecuencia, cabría suponer que rallar(se) una paja obedece al entrecruzamiento de las expresiones hacer(se) una paja ~ hacer(se) la paja —de existencia anterior— y rallarse una yuca ~ rallarse la yuca. De hecho, en el diccionario de José Sánchez-Boudy, de 1978, se verifican las variantes fraseológicas hacerse una yuca y hacerse la yuca, prueba del solapamiento entre los verbos hacer(se) y rallar(se), por un lado, y los sustantivos paja y yuca, por otro.
Ojalá que estas meditaciones sirvan de guía para la escritura, y ralle (o se ralle) usted con elle lo que con ye no debe usted rallar (ni rallarse).
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.