Aunque el municipio de La Sierpe se considere el más joven de la provincia espirituana porque nació apenas en 1976, por esa fecha los habitantes de estas vastas llanuras ya atesoraban muchas historias que contar: desde la antigua leyenda de una serpiente que rondaba la laguna Botijuela, hasta los sólidos méritos ganados por sus hijos en las luchas por la independencia.
Estas tierras, pródigas desde siempre para el desarrollo de la ganadería y los cultivos agrícolas, también se convirtieron en escenario propicio para el progreso de la industria azucarera desde finales del siglo XVIII.
Acercarse a La Sierpe resulta imposible sin mencionar a San Antonio de Abad de El Jíbaro, una de sus comarcas más antiguas; al patriota Néstor Leonelo Carbonell, las reivindicadoras huelgas del movimiento obrero en los centrales Mapos y Natividad, así como las muchas incursiones bélicas que el Generalísimo Máximo Gómez protagonizó por esos lares.
El proceso revolucionario transformó para bien estos distantes parajes del sur, en particular con el surgimiento y desarrollo del llamado Plan Arrocero Sur del Jíbaro, proyecto que aún hoy signa los destinos del territorio.
Aunque los tiempos que corren, con sus carencias y limitaciones de todo tipo, también han hecho mella en La Sierpe, el espíritu manso y laborioso de quienes habitan este municipio se mantiene intacto.
Cada quien, desde su pedacito, busca alternativas para salir adelante; por ejemplo, los propios arroceros, que padecen la escasez de combustible, fertilizantes y productos químicos, intentan ahora mismo recuperar las plantaciones, incrementar las siembras y elevar los rendimientos, con el fin de aumentar sus cosechas.
En este terruño nadie se cruza de brazos y para recuperar los campos del cereal también han surgido alianzas con el sector particular, principalmente para rescatar la deprimida producción de la UBPC Sur del Jíbaro.
Los ganaderos igualmente cuidan el rebaño, mientras que los agricultores intentan rescatar áreas para fomentar un polo productivo, incrementar las siembras de cultivos varios y contribuir a satisfacer la aún resentida demanda de alimentos allí.
Porque, aunque las bases productivas se vinculan a los mercados, se traen producciones de otros territorios y el gobierno local organiza dos ferias mensuales, la comida no sobra en La Sierpe.
Sus precios, como los de muchos otros productos, se mantienen altos para el poder adquisitivo de la mayoría y esa quizás se mantenga como la principal insatisfacción de los lugareños.
Igualmente, ha presentado dificultades el abasto de agua —que se complica con los apagones—, ante lo cual ya se han buscado alternativas para mantener el bombeo el mayor tiempo posible sin afectar tanto a la población.
Como en toda Cuba, en La Sierpe también existen dificultades con el déficit de generación eléctrica, el transporte, la escasez de medicamentos, el estado de los viales, entre muchas otras realidades.
Sus autoridades mantienen el seguimiento a cada una de las problemáticas y, en lo posible, buscan alternativas para resolver desde la cobertura docente y médica y la activación de las ambulancias, hasta el mejor abastecimiento posible en el Hogar Materno y la Casa de los Abuelos porque los tiempos difíciles se sobrellevan mejor cuando todos halan parejo.
*Para la realización de este trabajo Escambray agradece la colaboración de Jorge Meneses, historiador de La Sierpe, y de Yordani Xiqué, intendente de ese municipio.
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