¿A qué se debe el ominoso declive de los insectos? Aunque cada vez hay más estudios que demuestran la disminución de las poblaciones de muchos insectos, a los científicos les ha resultado difícil desentrañar las posibles causas. ¿Están sufriendo los insectos la pérdida de hábitat a medida que se aran y pavimentan las zonas naturales? ¿Les está afectando el cambio climático? ¿Y qué hay con los pesticidas?
Los últimos datos reveladores proceden de un estudio sobre las mariposas del medio oeste de EE. UU., publicado en la revista PLOS ONE. Sus resultados no descartan los graves efectos del cambio climático y la pérdida de hábitat sobre las mariposas y otros insectos, pero indican que los insecticidas agrícolas ejercieron el mayor impacto sobre el tamaño y la diversidad de las poblaciones de mariposas en el medio oeste durante el periodo de estudio, de 1998 a 2014.
Especialmente perjudicial, según los investigadores, fue una clase de insecticidas ampliamente utilizados llamados neonicotinoides que se absorben en los tejidos de las plantas.
“Es una historia sobre consecuencias imprevistas”, dijo Scott Swinton, profesor de Economía agrícola en la Universidad Estatal de Míchigan y uno de los autores del estudio. “Al desarrollar tecnologías muy eficaces para controlar el pulgón de la soya y algunas otras plagas agrícolas, se ha perjudicado a especies no objetivo que nos importan, las mariposas en particular”.
Europa prohibió ampliamente los neonicotinoides en 2018, alegando riesgos para las abejas. Los nuevos hallazgos se producen en un momento en que los funcionarios de vida silvestre en Estados Unidos sopesan si van a colocar a las mariposas monarca, que se extienden de costa a costa, en la lista de especies en peligro de extinción.
Además de deleitar a los humanos y polinizar las plantas, las mariposas son una fuente de alimento fundamental para otros animales, sobre todo las aves, durante su etapa de vida como orugas. De hecho, las investigaciones han relacionado el declive de algunas aves con el de los insectos.
Para el nuevo estudio, los investigadores integraron múltiples conjuntos de datos y utilizaron análisis estadísticos para comparar los distintos factores que podrían explicar el declive en 81 condados de cinco estados. Descubrieron que en un condado medio durante el periodo de estudio de 17 años, los pesticidas estaban asociados con un descenso del 8 por ciento de las mariposas en comparación con un escenario en el que el uso de pesticidas permaneciera sin cambios durante el mismo periodo. En el caso de las monarcas, el descenso fue del 33 por ciento.
Los autores señalan que estos descensos relacionados con los pesticidas comenzaron en 2003, coincidiendo con la aparición y rápida adopción de semillas de maíz y soya tratadas con neonicotinoides en todo el medio oeste.
Matt Forister, ecólogo especializado en insectos de la Universidad de Nevada, en Reno, quien no participó en el estudio, elogió a sus autores por su “trabajo de detective” y por el número de factores que incluyeron en el análisis: seis grupos de pesticidas, el cambio climático y los cambios en el uso del suelo. El hallazgo del estudio sobre los neonicotinoides, dijo, podría ser clave para ayudar a atajar el declive de las mariposas.
“A menudo decimos que todos los factores de estrés del Antropoceno se están acumulando y que todo es malo”, explicó Forister. “Pero cuando vemos que una cosa en particular es mala, por muy desagradable que parezca a principios de la década de 2000, en realidad es algo esperanzador porque significa que puedes tomar otras decisiones”.
Investigaciones anteriores de Forister descubrieron que el cambio climático ha desempeñado un papel preponderante en el declive de las mariposas en el oeste americano. Los autores del nuevo estudio tuvieron cuidado de señalar que no pudieron evaluar los impactos recientes del cambio climático porque tuvieron que terminar su período de estudio en 2014; después de ese año, los datos sobre el uso de neonicotinoides ya no estaban disponibles, por lo que ya no podían hacer las comparaciones.
“Los últimos 10 años han sido los más calurosos de los que se tiene constancia”, afirmó Leslie Ries, una de las autoras y profesora de Ecología en la Universidad de Georgetown. “Entonces, ¿cuál es el impacto en los últimos 10 años? Tenemos que seguir estudiando eso, pero es difícil estudiarlo en su totalidad cuando no tenemos datos sobre los neonicotinoides.”
La Agencia de Protección Ambiental no respondió a las solicitudes de comentarios sobre el estudio y explicaciones sobre la situación de los neonicotinoides en Estados Unidos.
El cambio climático no es el único factor que parecía menos significativo en esta investigación de lo que podría ser el caso en general. Otro factor es algo que ocurrió antes del periodo de estudio: el trascendental cambio en el uso de la tierra, de ecosistemas naturales a la agricultura industrial.
Y en un resultado que parece sorprendente, el estudio no encontró disminuciones en las monarcas por el uso de glifosato, un herbicida comúnmente comercializado bajo la marca Roundup. El glifosato erradica todo tipo de maleza, incluido el algodoncillo, la única fuente de alimento de las orugas monarca, y su uso está ampliamente considerado como una de las causas del declive general de las monarcas. Los autores no rebaten ese consenso, sino que afirman que, a partir de principios de la década de 2000, el impacto del glifosato “desapareció en gran medida, puesto que ya se había producido el mayor declive del algodoncillo”.
“Ese daño ya está hecho, y sigue anclando a las monarcas en poblaciones más bajas que en el pasado”, afirmó Ries. “Pero no está explicando los declives o cambios durante ese periodo de 17 años”.
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