Los símbolos son sagrados

Opina Lázaro Antonio Bonachea Jova, Premio de la Ciudad 2024 en Artes Visuales, tras merecer el reconocimiento con una instalación que toma a la bandera cubana como protagonista

Lázaro Antonio Bonachea Jova recibió el Premio de la Ciudad durante la Sesión Solemne de la Asamblea Municipal. (Foto: Facebook)

Se le encuentra por cualquier recodo de la añeja urbe del Yayabo. Busca conversaciones en el Café Sarandonga a ritmos de la rica bebida con aroma afrodisíaco, melodías que rompen tendencias de modernidad y entre amantes de la poesía y la literatura, en general. Viste sin etiquetas juveniles. Y los pinceles y lápices nunca lo abandonan.

Tiene solo 21 años y Lázaro Antonio Bonachea Jova —Lázaro Bonachea, como prefiere nombrarse— parece que ha vivido más. No solo por su imagen, sino por lo que dice.

“Para hablar de lo cubano hay que hablar de forma obligada de José Martí. Es el punto más alto del pensamiento de este país. Lo abarca todo. Resulta inevitable no tocarlo, aunque no esté visible su imagen o una frase de forma literal. El Apóstol está presente en toda la concepción de lo que puede decirse Cuba”.

Egresado de la Enseñanza Artística como profesional de las artes visuales, el joven delgado de pantalones anchos y gorra bolchevique ha demostrado, desde pequeño cuando iba a las actividades culturales prendido de las manos de sus padres, ser un apasionado de la historia y la cultura del país.

“Decía Martí que toda la Patria está en la mujer. Por ello, hay que mirarla como se hace a las mujeres hermosas y siempre con ojo muy muy analítico para comprenderla e intento hacerlo así siempre que voy a la creación”.

Lázaro Bonachea mereció el Premio de la Ciudad con la instalación Reivindicación de la utopía. (Foto: Facebook)

Esa musa resulta evidente en Reivindicación de la utopía, la instalación de su autoría que se coronó con el Premio de la Ciudad 2024 en la categoría de Artes Visuales y el colateral de la filial espirituana de la Sociedad Cultural José Martí en el salón que aún se exhibe en la Galería de Arte Oscar Fernández Morera.

“Es una obra muy martiana. Busco hacer un llamado a regresar a la raíz de lo cubano para comprender, amar y no juzgar, ni tirotear al país. Es asumir a Cuba como se hace con una madre, aunque en ocasiones no coincida con lo que piensas y ahí están Martí y sus muchas ideas”.

En la pared de la galería espirituana cuelgan tres copias de los modelos originales de la bandera de la estrella solitaria (realizados entre 1949 y 1850, durante la conspiración de Narciso López). En el piso, una vela las ilumina. Un grito de libertad sacude a quienes dialogan con la pieza.

Reivindicación de la utopía no estaba planificado como al final se presentó en el evento. Realmente nació tras haber participado en el Salón Carlos Enríquez, en Remedios, y escuchar una conferencia impartida por Danilo Vega, crítico de arte y mi profesor en la escuela. Habló sobre la utilización de los símbolos patrios dentro de las artes. Eso me llevó a una vieja idea porque tenía una investigación sobre los primeros modelos de nuestra bandera de la estrella solitaria, específicamente, la que se enarboló en 1850 en Cárdenas y la historiografía la recoge como la primera que se enarboló aquí”.

Egresado de la Enseñanza Artística como profesional de las artes visuales, el joven ha demostrado ser un apasionado de la historia y la cultura del país. (Foto: Facebook)

¿No resulta arriesgado crear sobre la fina frontera entre la profanación y la honra a un símbolo como la bandera de una nación?

“Sí, siempre es un tanto arriesgado, no por la forma en que se utilice, sino por la forma en la que se interprete. Por ello, pienso que para usar los símbolos siempre es bueno tener claras dos cosas: desde el punto de vista visual, es decir, qué recursos utilizarás, tanto para símbolos materiales, inmateriales o históricos como la propia figura de José Martí y, lo segundo, cuál es tu convicción y defenderla hasta las últimas consecuencias.

“Si se hace desde un sentido lógico, será casi imposible profanar. Más bien lo que se logra es edificarla. La bandera, en mi opinión, es el segundo símbolo más usado en el mundo de las artes visuales. En Cuba, la figura de Martí ha sido la más utilizada.

“La bandera de la estrella solitaria está presente en muchas creaciones, por ejemplo, en Apolítico, de Wilfredo Prieto, otro espirituano o, en la propia cartelística cubana desde el siglo XX hasta estos días. Y es que resulta el símbolo más cimero de la cubanía. Desde la óptica histórica, significa la mayor expresión del ideal independentista cubano”.

Lázaro Bonachea con su instalación nos devuelve un fragmento de nuestra historia. Al mismo tiempo, nos convoca a pensar cuánto han evolucionado la Patria, su cultura, su ciudadanía…

“En esa creación que se hace sobre una fina línea no puedes evitar las múltiples interpretaciones de quienes dialogan con tu creación; aunque, en mi caso, asumo como válido todo tipo de opiniones. En esta oportunidad trabajé con las copias de los originales que están en el Museo de los Capitanes Generales, en La Habana, y busco hacer un llamado de conciencia hacia lo cubano. Nacimos de una revolución cultural. La bandera tiene también un desarrollo iconográfico muy grande y eso no se debe descartar. Por ser sagrado no puede borrarse su historia.

“De ahí que Reivindicación de la utopía contribuya a conocer lo que somos, a comprender muchas de nuestras características y no a quedarse con una interpretación sencilla. Martí también está en ella. Parte de la idea de Con todos y para el bien de todos: ‘De altar se ha de poner a Cuba para ofrendarle nuestra vida, y no de pedestal para alzarnos sobre ella’”.

Un pedestal que está en su creación ya disfrutada, incluso en sus días de estudiante, cuando llenó de obras la Casa del Joven Creador, sede de la filial espirituana de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), o con sus acciones performáticas en pleno bulevar, mientras regalaba frases tatuadas en papeles o trazos en cuerpos modelos.

“Con esta instalación también salí de mi zona de confort. Ahora me encamino hacia mi primera exposición personal. Pretendo que sea en agosto y tendrá como título La belleza. Será una especie de ambiente envolvente centrado en una acción performática que aunará un grupo de obras, algunas concebidas como nuevas e incluso he pensado en obras que nacerán en el mismo momento del montaje. Será algo muy experimental.

“Tengo muchas expectativas con ese proyecto. Ya, luego, el destino y los caminos del arte serán los que dicten el resto de los acontecimientos”.

Lisandra Gómez Guerra

Texto de Lisandra Gómez Guerra
Doctora en Ciencias de la Comunicación. Reportera de Radio Sancti Spíritus y corresponsal del periódico Juventud Rebelde. Especializada en temas culturales.

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