Luces y sombras de una Noche de Campeones

Más allá del regreso del boxeo profesional, 62 años después, Cuba deberá replantearse algunas estrategias para que esta disciplina retome su poder y su protagonismo internacional

Cuba deberá replantearse algunas estrategias para que el boxeo retome su poder y su protagonismo internacional. (Foto: JIT).

Incluso después de apagarse las incandescentes luces de la Noche de Campeones en Ciudad Deportiva, que trajo de vuelta el boxeo ¿profesional? al país, 62 años después, los reflectores de la opinión siguen encendidos.

Y eso para bien, ya que de un tiempo a este parte, a pesar de que el boxeo es el deporte que más glorias ha dado a Cuba en cuanto evento universal  se haya organizado en las últimas seis décadas, a nivel interno le faltaba —y le falta— el oxígeno de la afición en las gradas, pues ni siquiera colma los asientos en los torneos nacionales Playa Girón, para mí de mayor rivalidad y calidad que lo visto en la pasada cita del 27 de agosto, aun cuando se trata de un enfrentamiento entre cubanos.

No voy a detenerme aquí en la disquisición ideológica de si ahora aplaudimos lo que hace 62 años Cuba desdeñó por considerarlo inhumano y brutal. El hecho de que los nuestros desde el pasado año -—y no desde ahora— se hayan insertado en los circuitos profesionales no quita que el boxeo rentado haya dejado de ser inhumano y cruel, en tanto busca ganar a toda costa, aunque la sangre corra por los rostros y los cuerpos, sin desdeñar que la principal motivación, al margen de la hidalguía deportiva atribuible a los atletas de siempre apostar a ganar en boxeo o en tenis, es el dinero que se paga por dar golpes.

Aun cuando no llega a los extremos de lo que se protagoniza en la meca del boxeo profesional de las tantas organizaciones pugilísticas y coliseos del mundo (WBO,  OMB, WBC World, WBC…), lo que promueve la Asociación Internacional de Boxeo (IBA) es similar, salvando las diferencias de calidad, reglas o concepciones, pues de hecho es más una liga semiprofesional, o una profesional mezclada con amateur de todo tipo.

 Verlo así nos evitaría caer en el doble discurso y nos granjearía de mayor credibilidad ante un público que no guarda en sus memorias la “carnicería” de los pleitos profesionales hasta 1962, sencillamente porque nació después.

¿Resulta entonces lógica la reinserción de Cuba en este tipo de práctica? Rotundamente sí, tal como lo ha hecho con la admisión de peloteros rentados que un día se fueron en las filas del equipo nacional  o el voleibol, por solo citar dos ejemplos. Son los designios del tiempo y las exigencias de un escenario donde el deporte profesional se impone, incluso en los Juegos Olímpicos, como acaba de verse en París. 

Y hablamos en el sentido más amplio del concepto porque cuando media el dinero como en este caso, que se pagaron 120 000 dólares a los ganadores de la faja mundial:  Arlen López y Julio César La Cruz, el idioma es el del dinero y hay que incorporarlo ahora , sin conflicto con otros “dialectos patrióticos”.

 Unas fueron las circunstancias que llevaron a la Revolución a abolir el deporte rentado. Otras son hoy las que la llevan a reinsertarse. Un día   perseguimos religiosos y homosexuales también y hace rato legitimamos el respeto por encima de creencias y orientaciones personales. Un día penalizamos el dólar y hoy es parte de nuestras decisiones  económicas.

Cuesta mover  mentalidades y opiniones, pero el mundo cambia y Cuba es parte del universo con su deporte incluido. O se adapta o sucumbe, mucho más en un contexto en que el Estado no puede, aunque quiera, sostener la formación de talentos porque no tiene finanzas para ello. Por otro lado, si no lo hacemos, igual sobrevienen las críticas. Si los nuestros ya han peleado en otros escenarios rentados y han ganado allí sin el favor de la localía, lo más lógico es que lo hagan ante su público.

Ahora, hay que evitar los excesos, los deslumbramientos, las magnificaciones, que nos hacen tanto daño como los rencores, los resquemores y los ataques. ¿Es realmente esta Noche de Campeones el botón de muestra de cómo anda el boxeo cubano, un deporte que, primero no pudo clasificar para los Juegos Olímpicos a todas sus divisiones  y, después, de los cinco que llevó solo regresaron con medallas dos y uno solo  con el título? Pese a sus fanfarrias mediáticas y publicitarias, ¿es este un evento superior, por ejemplo, al de París?

Si piden mi opinión, aun con el riesgo de equivocarme, creo que no es ni lo uno ni lo otro. Cuba barrió en la Ciudad Deportiva en los seis pleitos escenificados, a pesar de que algunos vieron perder a Saidel Horta. Mas, sin quitar un ápice al reconocimiento de la calidad probada de nuestros púgiles por el aval y la tradición que guardan, los rivales que enfrentamos no mostraron, al menos esa noche, el nivel que el rejuego mediático les atañe

No vive el boxeo los años románticos del dominio absoluto en campeonatos mundiales, ni siquiera en Panamericanos y Centroamericanos, no al menos los del reinado de Teófilo Stevenson o Félix Savón, cuando eran otros los tiempos y los rivales. Pero, incluso, en mayoría los cubanos que subieron al cuadrilátero la noche del pasado 27 mostraron superioridad física y técnica, aun cuando combatieron el doble y hasta más del triple de los asaltos que habitualmente protagonizan.

Sin embargo, ¿de qué nivel puede hablarse en un púgil como el dominicano José Luis Tejeda,que enfrentó Arlen López, a quien se vio falto de todo, mucho más de defensa para evadir los golpes de su rival, o el uzbeco Madiyar Saydrakhimov, que se midió con Julio César, quien registra un solo combate en las filas profesionales hace siete años? Mucho se pregonaron los 14 nocauts en 16 combates del colombiano José Ignacio Muñoz, que perdió inobjetable ante el campeón olímpico Erislandy Alvarez, pero no se habló de la categoría de los noqueados.

Repito. Los tres con títulos olímpicos —los primeros dos con par de ellos— creo que hubiesen ganado con rivales de mayor monta, pero los puntos van sobre las íes. Y ojo: arrasar en una Noche de Campeones no significa, forzosamente, que estemos listos para el profesionalismo, aunque fue bueno ver a todos dar más golpes que los marcados en los últimos eventos, incluido París, como muestra de una lección aprendida.

La respuesta a la otra interrogante la dio Francia, donde vimos pleitos más encarnizados, más parejos, mejores incluso, y la referencia vuelve a ser Erislandy y su triunfo ante un local. Pero hasta las Series Mundiales, donde les nació el nombre a los Domadores de Cuba, lucían un tanto superiores.

Más allá de su Noche de Campeones, aunque siga siendo parte de ellas, Cuba deberá replantearse algunas estrategias para que el boxeo retome su poder y su protagonismo internacional y ojalá no triunfe la tendencia que pretende eliminarlo del calendario internacional.

Aun con sus “ganchos” de más, fue plausible el cartel porque, como concepción de espectáculo, logró llenar un graderío ávido de hacerlo hace rato y que se adaptó rápido a las luces, el humo, las esquinas doradas y negras y vivió a plenitud la emoción del triunfo de los suyos.

¿Contaremos como nuestros, igual que intentamos hacerlo con los cubanos que compitieron por otros países en Francia, los éxitos del boxeo profesional que han tenido Robeisy Ramírez, Guillermo Rigondeaux o Andy Cruz, todos formados en la escuela cubana? ¿Podremos ver alguna vez,  como lo hacemos con los juegos de la MLB, a nuestros compatriotas emigrados, sus encarnizados combates, tan inhumanos y agresivos como estos? Y digo por nuestra televisión porque los cubanos siguen, sin control, todo por las redes. Soñar nada cuesta.

Valga, de momento, el disfrute para quienes siguieron el evento presencial o por la tele. El otro tema, el de los valores propugnados por nuestro ideal de deporte, es harina de otro costal, que lleva replanteos, estudio, inteligencia, para no seguir hablando dos discursos.

Acaso porque lo que se enseña bien supera los panfletos, me quedo con el gesto de Arlen, quien mandó al árbitro a detener la pelea en el tercer asalto de 10 cuando su rival sangraba a raudales por un fuerte castigo de golpes sin respuesta. Aunque otros le han dado otra lectura, prefiero quedarme con la del hombre, ese al que, aun con los bolsillos llenos y hasta con la opción de rematar, le brota el gen humano y ve en el rival solo otro hombre.

Elsa Ramos

Texto de Elsa Ramos
Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez por la obra del año (2014, 2018 y 2019). Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas deportivos.

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