En medio del luto de las familias de las cuatro personas muertas en el tiroteo escolar en Winder (Georgia), las autoridades indagan este jueves los motivos que tuvo el menor de 14 años para perpetrarlo, mientras crece la desolación e indignación por la edad del agresor y porque él ya había estado en el radar de las autoridades de EE.UU. por una posible amenaza por internet.
Winder, una localidad de menos de 20.000 habitantes situada a unos 80 kilómetros al noreste de Atlanta, prepara hoy en silencio los funerales de los dos alumnos, entre ellos un mexicano, y dos maestros muertos en el Instituto Apalachee, mientras que otros ocho estudiantes y otro profesor se recuperan de las heridas en varios centros hospitalarios.
Entre tanto, el sospechoso Colt Gray, de 14 años, tendrá mañana viernes a las 8:30 (12:30 GMT) una audiencia en la que le leerán formalmente cuatro cargos de asesinato y otros que no ha sido divulgados.
En los registros a la casa de Gray, las autoridades encontraron documentos que creen que él escribió y que hacen referencia a tiroteos escolares anteriores, como el de Parkland, en Florida, que dejó 17 personas muertas. Según el diario The New York Times se hallaron además documentos que mostraban que enfrentó acoso estudiantil.
El autor del tiroteo de Georgia, el peor en una escuela del estado, será además sometido a evaluaciones mentales y psicológicas.
El joven, quien utilizó un arma del mismo tipo del fusil semiautomático AR-15, había sido investigado hace un año por la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) de Georgia por presuntamente haber amenazado con un tiroteo a través de internet.
Según un reporte oficial de 2023, su padre, Colin Gray, fue interrogado y aseguró que el joven no había hecho la amenaza y que las armas en su posesión estaban bien guardadas.
El hecho ha abierto en Estados Unidos de nuevo el debate sobre los posibles cargos de negligencia que pueden enfrentar los padres o tutores de jóvenes sospechosos de crímenes al permitir o no asegurarse bien de impedir el acceso a las armas. Igualmente vuelve a plantearse la necesidad de tomar más en serio amenazas que las autoridades suelen descartar por la falta de pruebas.
El centro de investigaciones sobre violencia con armas Violence Policy Center hizo un llamado a «exigir» también respuestas sobre el detalle del arma utilizada y la forma de adquisición
Los tiroteos masivos en las escuelas, como los de Newtown, Parkland y Uvalde, «han pasado de ser algo casi impensable a algo prácticamente inevitable», se lamentó Josh Sugarmann, director ejecutivo de Violence Policy Center.
A juicio como adulto
La mañana del miércoles, cuando la Oficina del Alguacil del Condado de Barrow comenzó a recibir llamadas de auxilio, los oficiales respondieron a la escuela y casi de inmediato se encontraron con Gray, quien dejó caer su arma y se entregó.
Las autoridades señalaron que una tarjeta de seguridad adoptada hace apenas una semana, conocida como Centegix, con un botón de pánico para maestros que avisa a las autoridades en caso de un tiroteo, ayudó a salvar vidas.
El alguacil del condado Barrow, al que pertenece Winder, Jud Smith, dijo que «todos» los maestros «están armados» con esas tarjetas que cuelgan de sus cuellos como una credencial.
El Departamento de Justicia Juvenil de Georgia informó este miércoles que Gray está recluido en un centro de detención juvenil de Gainesville, pese a que va a ser juzgado como adulto, según dijo el director del FBI en Georgia, Chris Hosey.
Entre tanto, hoy se empezaron a conocer más detalles sobre las cuatro víctimas, entre ellos un niño mexicano de 14 años, Christian Angulo, según detalló el Consulado de ese país en Atlanta.
«Christian Angulo era un estudiante de primer año (…) a quien le robaron la oportunidad de crecer», señala en la red X Students Demand Action, un grupo a favor del control de armas.
«Sus amigos dicen que tenía una actitud ‘relajada’ y que le encantaba hacer reír a los demás. La hermana de Christian dice que su familia está ‘realmente desconsolada’, él era querido por tanta gente», agrega.
Las otras víctimas fueron identificadas como un niño afroamericano de 14 años, Mason Schermerhorn, y los maestros de matemáticas Christina Irimie, de 53, y Richard Aspinwall, de 39.
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