Toda una vida dedicada al magisterio es para Oscar Ramón Martínez Rodríguez la razón por la cual se levanta cada mañana, listo para inculcar a sus educandos los conocimientos que acumula por más de 40 años en el ejercicio del magisterio.
Pareciera que el tiempo no pasa. El fundador de las escuelas pedagógicas en Sancti Spíritus cuenta de sus inicios con una devoción impresionante.
“Se agolpan en mi memoria muchas anécdotas. Desde el punto de vista científico, pedagógico y metodológico, viví experiencias muy bonitas en la escuela pedagógica Rafael María de Mendive, cuando era de uniformes verdes. Mi bautizo en una clase fue con 38 profesores, en un grupo de 15 estudiantes. Realmente, tuve que prepararme, recibí el apoyo de muchas personas. Pregunté mucho y cuando terminé dije: ¿Alguna duda, estudiantes? Y respondieron: ‘Ninguna’. Solté la tiza y tocó el timbre. Eso es una anécdota que siempre recuerdo”.
No le bastó a Oscar con mostrar sus habilidades frente al pizarrón; dio el paso al frente desde muy joven a otras muchas tareas. Abrazó la responsabilidad política de ser el secretario de la Unión de Jóvenes Comunistas del centro con más de 35 comités de base.
“Había un colectivo de profesores muy profesional, de cierta experiencia en el trabajo metodológico-pedagógico. Y me fui adaptando a las condiciones. Incluso participé en la elaboración de un libro y de unas orientaciones metodológicas para la especialidad de Biología del segundo año, en La Habana”.
La retribución no se hizo esperar: “Fui reconocido por la Dirección Nacional de Formación Pedagógica en aquel momento; compañeros como Roberto Manzano, la compañera Gladys Nápoles, Virginia Martín, fueron excelentes con nosotros. Y recibí un apoyo fenomenal”.
La formación en el centro estudiantil espirituano constituyó el preámbulo para el recorrido que estaba por venir.
“Esa escuela pedagógica me ayudó después a prepararme para enfrentar otra tarea que me dio la Dirección de Educación, que fue ir de subdirector de especialidades para el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE). Y estuve 22 años. Allí el trabajo fue fuerte con los muchachos que iban a ser futuros científicos en este país”.
¿Qué significa para usted ser maestro de maestros?
En primer lugar, cuando usted forma maestros, usted tiene que ser ejemplo en todos los aspectos de la vida. En la escuela, en tu lugar de residencia, en la calle; un ejemplo de comportamiento, un ejemplo a la hora de expresarse, un ejemplo a la hora de actuar como ser humano. En segundo lugar, hay que transmitirles a esos muchachos que se están formando todas esas vivencias que uno ha tenido. Importante es también la labor de autopreparación y autosuperación del profesor. Eso es elemental.
¿Qué aspectos debe tener en cuenta un profesor para lograr el éxito con sus alumnos?
El profesor que se acostumbre a decir lo mismo todos los años no avanza, no adelanta, no tiene conocimiento, no se actualiza. Y, entonces, los muchachos se preparan, buscan la información, y tú tienes que estar bien actualizado. Lo más importante es no engañar al estudiante.
¿Qué les diría a los jóvenes que se forman como maestros en estas escuelas pedagógicas?
Lo más importante es la preparación. Usted no puede ir a dar clases sin dominar el contenido. Después, la maestría pedagógica se va adquiriendo con el tiempo. Anotando en tu plan de clases qué dijiste y qué te faltó, para que el año siguiente puedas mejorar ese plan de clases. Es imprescindible, además, que los muchachos que se están preparando para profesores amen la profesión, tengan vocación, quieran a los muchachos y se acerquen a ellos; escuchen los problemas que tienen y los ayuden a resolver esos problemas.
¿Qué significado tiene para Oscar la palabra maestro?
Maestro es la máxima expresión en la sociedad, en cualquier sociedad; el maestro tiene que ser líder. Y tiene que ser, asimismo, en esta sociedad nuestra, un ferviente defensor de los principios de nuestra Revolución. Usted forma al periodista, al ingeniero, al médico; forma a la enfermera, al técnico, al tecnólogo. Por lo tanto, usted es la base del conocimiento.
Entonces, ¿se declara usted un ferviente enamorado del magisterio?
Sí. Si volviera a nacer, y ojalá la vida me diera esa oportunidad, volviera a las aulas a impartir clases. Ya tengo 68 años, y aún puedo asegurarle que doy mis clases con la misma calidad de hace tiempo. Todavía me preparo como el primer día, y dejaré de impartir docencia cuando ya mis facultades físicas y psicológicas no me lo permitan.
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