Si te refieres a su persona como Isbel Manuel seguramente pocos reaccionan, pero cuando mencionas a Manolito Pentón, cualquier espirituano sabrá de quién se trata. Y es que este hombre es un amigo y servidor que deja huellas en cada sitio por donde pasa.
Con su voz campechana y segura, lo mismo dice una frase célebre que hace un chiste o reflexiona sobre cualquier tema al momento de ofrecer uno de sus cocteles en la céntrica esquina del bulevar.
Con una cultura amplia, que lo motiva incluso a realizar publicaciones sobre la añeja villa en redes sociales, y un amor infinito por su tierra, por las calles, por la cultura y por las tradiciones, el hoy gastronómico del restaurante Los Parados revela parte de su vida para los lectores de Escambray.
“Yo nací en un barrio de Banao, entre ajos, cebollas, ríos, montañas y tierra con olor a monte, soy hijo de un matrimonio de obreros que tuvo cuatro descendientes, por eso es mi amor por la naturaleza. En noveno grado dejé los estudios y mi difunto padre, un hombre con extraordinario conocimiento de la vida, me dijo: ‘Mañana comienzas a trabajar en el campo’. Me llevó a fumigar las plantaciones, con una motomochila colgada en la espalda, para mí fue lo más difícil del mundo, pero al tercer día me paré frente al viejo y le dije que regresaba a la escuela.
“Y me fui para el Instituto Villena Revolución, en La Habana donde me hice técnico medio en Construcción de obras de jardinería y floricultura. En esa época, en Banao existían un vivero y un jardín de la Empresa de Servicios Comunales y para allí regresé graduado.
“Bendita entonces la llamada Batalla de Ideas que dio carta abierta para que todos los técnicos siguieran con su superación, algo que supe aprovechar, aunque en tiempos de vacaciones y en los momentos libres, me vinculaba a la Plaza del Mercado de Sancti Spíritus, junto a mi padre, para vender viandas, hortalizas y frutales, de esa forma ayudaba a la familia”.
¿Siguió superándose después?
En el Jardín de Banao seguí superándome hasta ingresar en la escuela de capacitación Georgino Andrade Rives, de donde egresé con el título de licenciado en Jardinería y Floristería, no era algo que me gustaba tanto, pero me abrió las puertas de un empleo en la Delegación Provincial de la Agricultura. Luego otra carrera comienza a inquietarme, la de ingeniero agrónomo.
La celebración nacional por el Día del Trabajador Agropecuario y Forestal, que tuvo lugar por aquellos años en la provincia, me lleva a la Feria Agropecuaria, donde disfruté de mi primer evento de rodeo. Recuerdo que me senté en el palco presidencial y al concluir el entonces Secretario del Partido me preguntó mi parecer; con franqueza le dije que la narración no estaba a la altura, luego me convocó para hacerlo y con la ayuda de Gustavo Arias, un hombre de vasta experiencia en este deporte, se despejó el camino. Poco después logré mi primera narración.
Un curso para narradores en la capital completó mi preparación y fui de los tres que salieron con la categoría A. Al finalizar el mismo, ingresé en otra capacitación, la de juez internacional de rodeo; eso hizo que me convirtiera en el primer narrador y juez de rodeo de Cuba. Luego, Juan Carlos Valdivia, actual presidente de la Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA) en Sancti Spíritus, se encargó de mi aprendizaje para narrar el evento de juzgamiento de animales.
¿Cómo se inserta en el Proyecto Relevo Ganadero?
La entonces doctora Teresita Planas, que se desempeñaba como presidente Nacional de ACPA tuvo la idea de hacer en la provincia un proyecto de Relevo Ganadero que garantizara la continuidad de la actividad, desde las artes y los oficios de la ganadería. Así llego laboralmente a la Feria Delio Luna Echemendía y gracias a esta idea salieron vaqueros de talla nacional e internacional. El proyecto, en su momento, fue la visualización más importante del rodeo en Sancti Spíritus.
Inicialmente el Relevo Ganadero se pensó para ejecutarlo en dos años, pero por los resultados se extendió a seis. Fue único de su tipo en Cuba y referente para otros que nacieron posteriormente. De él salieron dos generaciones de vaqueros.
Era la primera vez en que la Organización de Pioneros José Martí en la provincia se involucraba junto a la ACPA en un proyecto de colaboración extranjera, del cual surgieron convenios para que muchachos incorporados al mismo estudiaran carreras como la licenciatura en Cultura Física o de otras especialidades afines, porque era importante que los vaqueros fueran buenos atletas y buenos estudiantes. Pero el Relevo Ganadero acabó cuando faltó el financiamiento que se recibía para desarrollarlo.
Casi que paralelo a esto la Empresa de Aseguramientos y Servicios de la Agricultura, a la cual pertenece la Feria Agropecuaria enfrenta una reestructuración de su plantilla y mi plaza fue racionalizada.
¿Y qué hay del Manolito gastronómico?
Al finalizar mi trabajo en la Feria me incorporé al restaurante Mar y Cielo y luego pasé para El Pollito. El arte de servir y hacerlo bien siempre me cautivó y, sin pensarlo mucho, me aventuré en este nuevo oficio.
Estar justo en la esquina del bulevar es un privilegio, no solo por su paisaje, sino por el ambiente citadino que se respira en nuestra ciudad, que parece que está detenida en el tiempo, pero no es así. Este año fue un verano diferente que estuvo matizado por el rojo y negro del 26 de Julio celebrado en esta tierra, motivo por el cual hice un coctel que lo identifica.
¿Cómo atrae a los clientes?
Interactuando con ellos; será porque el mundo de la comunicación me fascina y por eso también mantengo algunos programas en los medios. En un momento me habilité como locutor, con la ayuda de María del Carmen Monteagudo y Rey Gómez, eso me dio la base para después narrar eventos de rodeo.
En Centrovisión participo todos los martes en el programa Candil de la Casa; allí preparo tragos, batidos, licuados, té y cocteles. Eso requiere de una instrucción para poder ofrecer información detallada sobre los beneficios a la salud de algunas de nuestras bebidas.
Con tan variada vida laboral, ¿disfruta haber llegado finalmente a esta esquina?
Ser gastronómico es un modo de vida y yo lo disfruto a mi manera, tal y como ha dicho en sus canciones Vicente Fernández. No me arrepiento de nada, como tampoco conozco el miedo, esa es la razón por la que apuesto por el cambio cuando debo tomar decisiones. Pero en el mundo de la Gastronomía me siento útil, hay que aprender a servir y hacerlo bien, con mucha disposición, ética y profesionalidad. Y aunque existen detractores del sector estatal, considero que sí es posible hacer las cosas bien, aunque falten recursos.
Quienes me conocen, saben que trato a todo el mundo por igual, y hay frases que no logro contener cuando doy un servicio, por ejemplo: disfrútelo, tenga buen día, aprovéchelo, gracias, es usted muy amable, vuelva pronto, frases que conjugo con algún chiste respetuoso, que los clientes agradecen mientras esperan el servicio.
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