En el estadio Rolando Rodríguez, de Trinidad, la joven de 17 años Rosaly González Rodríguez estrenó su traje azul y amarillo. Empuñó el bate y al hacer swing se poncharon estereotipos, roles y prejuicios. Se convirtió así, en la primera y única mujer en Cuba en integrar un equipo masculino del deporte nacional.
Días antes, varios quedaron absortos al anunciarse su nombre en el lineup del equipo de Jatibonico, durante el Campeonato Provincial de Béisbol Primera Categoría de 2024. Mas, su salida al terrero despertó en la afición el interés por el desenlace de su historia.
“En mi casa no me dejaban jugar porque decían que la pelota es cosa de hombres. Entonces, cuando regresaba de la escuela y hacía las tareas, le pedía a mi abuelo Domingo Rodríguez del Rosario que dijera que íbamos juntos a jugar por ahí con mis amigos de Cristales, un pueblo pequeño de Jatibonico. Pero un día me descubrieron. Luego me apoyaron, pues entendieron que es lo que me gusta”, narra la jugadora que defendió la primera base en su debut.
“Cuando cursaba el sexto grado, la profesora de Educación Física convocó para un tope comunitario. Le dije que me enseñara a jugar. Hice equipo y ese fue mi primer encuentro con el béisbol. Luego, aprobé las pruebas para matricular en la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE), pero tuve un accidente y no pude entrar. Tras mi recuperación, seguí jugando en mi comunidad, con mis amigos”.
Otros se sumaron. Los profes Miguel Hernández y Arturito Pérez, fueron al Centro Mixto Raúl Galán, de Jatibonico, para captar muchachitas y hacer la preselección del equipo de béisbol femenino de Sancti Spíritus y ahí la escogieron.
“En el Campeonato Nacional, en Ciego de Ávila, nuestra pitcher no pudo dominar y me pidieron que la relevara. Me trepé en el box y desde entonces me han utilizado bastante en esa posición”.
Los spikes de Rosaly no permanecieron guardados por mucho tiempo. Tampoco estuvo inactivo su cuerpo, de ahí que se mantuviera “en forma” para abrazar un reto impensado.
“Cuando iba a comenzar el desafío de la Primera Categoría, el entrenador Boris Gutiérrez Espinosa me pidió que le ayudara con los papeles. Acepté, porque me gusta ayudar, sobre todo si se trata de béisbol; pero un día me preguntó si no aspiraba a integrar la preselección. Dije que sí y me incluyó en esa nómina”.
“Ella se desempeñó muy bien —asegura Gutiérrez Espinosa, quien no se arrepiente de haberla impulsado a vivir esta aventura—. Tiene muchas cualidades, pero lo que más sobresale es su pasión por el béisbol, las ganas de jugar. Tiene mucho futuro”.
Aunque Rosaly juega todas las posiciones, se ha desempeñado más en tercera base. “Siento una adrenalina única, casi todos los derechos batean por ahí. He tenido que asumir en primera, pero en lo que más me he desarrollado es como receptora”.
El deporte de las bolas y los strikes bateaba interrogantes en las redes sociales y en cualquier esquina. El comisionado provincial de béisbol, Nelson Ventura, capturó criterios y despejó dudas. “Se confirmó que, aunque se desconoce la presencia de otra mujer en una liga de pelota masculina en Cuba, no existe una norma que lo prohíba; por tanto, podía jugar y le dimos el boleto para estar en el campeonato”.
Entre hombres, sin embargo, no sentía reproches: “Somos una gran familia. Todo el tiempo han demostrado felicidad porque esté ahí”, asevera la jugadora, quien experimentó muestras de empatía, sobre todo del máscara José Daniel Guerra, deslumbrado por los lances que muchas veces imponían dominio sobre el bateador.
“Los adversarios la vieron de una manera muy linda. La pelota que le lanzaron por primera vez la tiene en su poder porque se la regalaron. Fue un gesto muy bonito. Estábamos felices de que formara parte de nuestro elenco, incluso, cuando picheaba por el lado del brazo era muy difícil que le batearan”.
El serpentinero Miguel Dávila también disparó elogios para Rosaly: “Le he enseñado algunos movimientos en el montículo. Cuando le corregimos algo siempre lo toma bien. Es muy receptiva y tiene habilidades, juega bien”. Lo mismo hizo Marcos Zúñiga, jardinero trinitario. “Me impresionó bastante, pues nunca vi a una mujer jugar pelota entre hombres. La noté bien en su desempeño”.
Aunque registró una actuación superior a la de la campaña precedente, Jatibonico no llegó a la postemporada. Sin embargo, Rosaly no colgó su traje y se mantiene entrenando con vistas al Campeonato Nacional de Béisbol Femenino, donde, en ediciones anteriores, ha causado sensaciones desde el montículo, mientras continúa soñando en grande con guante y bate en manos.
“Pienso optar por la carrera de Cultura Física y seguir vinculada al béisbol. Aunque nunca ha existido una mujer en la nómina de los Gallos, si un día permiten que la Serie Nacional sea mixta, me encantaría formar parte de ese equipo. Y sé que ahí estará mi abuelo, porque él vive para verme jugar pelota. Siempre me aconseja que eche pa’lante y luche por mis sueños. Él me ve como la campeona de la familia”.
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