Me han voceado menos que a otros

Afirma Ulises González, quien hace unos 15 años se desempeña como árbitro en el béisbol cubano

Ulises González (a la izquierda) se ha hecho árbitro a fuerza de estudio, constancia e imparcialidad. (Foto: Cortesía del entrevistado)

Cuando el pasado 4 de diciembre se celebró el Día del Árbitro Cubano, Ulises González sintió el halago muy adentro. Quizás porque solo se acuerdan de él y sus compañeros en esa jornada. Quizás porque experimentó la recompensa por una labor por la que optó hace unos 15 años en el deporte más complicado en Cuba: el béisbol.

“No te metas en eso, que eres muy flaquito y esos peloteros tan grandones no te van a respetar”, le había dicho aquel amigo antes de partir a Estados Unidos. Pero su decisión fue de niño: “Me ponía a cantar bolas y strikes detrás del que cantaba en los juegos del barrio”.

De otra manera, no hubiera dejado atrás sus nueve años como técnico e higiene y epidemiología, cuando incluso iba cada vez que lo llamaban en cualquier partido de la Liga Azucarera, de la Serie Provincial o del barrio. Pero el arbitraje, más en pelota, no es cantar out o quieto. Por eso se graduó en cursos impartidos en Villa Clara y Sancti Spíritus y así entró a las Series Nacionales como suplente antes de ganar la etiqueta de oficial hace ocho años.

Supo siempre que llevaba sacrificio porque “es difícil estar separado de la familia”. También porque los exámenes más duros son a cielo abierto: “La escuela te enseña la técnica, la teoría, cómo ubicarte y demás, pero el terreno te lo dice todo. Te puedes saber las reglas, pero si no sabes aplicarlas, estás perdido. Todos los días aprendes porque el juego de pelota es impredecible y en fracciones de segundos dices: ¿Qué voy a hacer aquí?, y no encuentras la solución rápida, tienes que consultar a otros; además, las reglas cambian de una serie a otra”.

Una de esas pruebas las ponchó. “No me da pena decírtelo, estaba en home en el Victoria de Girón con Villa Clara-Matanzas. En el décimo Villa Clara se fue arriba y en el cierre hay un corredor local en tercera y digo para mis adentros: Ese va a llegar safe; lo dije por instinto y así lo canté cuando por la posición en que estaba vi claramente que era out. Le dije a Luis César Valdés, que era el chequeador: Me pasó esto, me turbé. Villa Clara perdió y eso me hizo sentir mal, me sancionaron a una semana en el replay”.

En otro examen, fue suspenso. “Era un Ciego de Ávila-Granma y César me dice que había que aplicar la regla 713 (obstrucción en home), pero no lo vi así. Muchos árbitros que vieron el video, peloteros, aficionados, me dijeron que actué bien, pero me sancionaron, creo, injustamente y además en público”.

Una que otra vez, Ulises se acuerda de la sentencia de aquel amigo. Y se enorgullece cuando algunos “jorocones” como Yosvani Alarcón o Denis Laza le han dicho: “Respetamos lo que hace porque creemos que eres uno de los mejores de Cuba”. No se lo cree, aunque ha merecido elogios de Melchor Fonseca, Omar Lucero, a quienes veía de niño y suspiraba preguntándose cuándo podría ser como ellos.

Ha sido a fuerza de estudio, constancia e imparcialidad que ha lidiado con una labor con tantos detractores. Ha tragado buches amargos y dulces, como cuando los directores le han manifestado su preferencia. Ha llegado a la candela de los play off, también a dos juegos de Estrellas cuando escogen los árbitros con pinzas.

“Nadie puede decirte que no siente tensión en los play off porque la presión es mucha, aunque el ambiente del juego te relaja a la vez que te obliga a redoblar la atención. Mi primer juego fue unos cuartos de final Ciego de Ávila-Las Tunas, duró 13 innings. Al terminar, Alarcón me dijo: “Felicidades, solo te equivocaste una vez, ponchaste a Yorbis Borroto con una bola mala, incluso Borroto lo dijo al final, pero sin problemas”.   

¿Qué pasa cuando hay que tomar partido en un juego que involucra a su tierra? “Me tocó salir una noche en el Latinoamericano en un Sancti Spiritus-Industriales. José Raúl Delgado, que es de Yaguajay como yo, era el director y lanzaba Ángel Peña, incluso Del Risco no quería ponerme y le dije que sí. Voy a hacer lo que sé hacer, cuando entro soy un juez”; perdieron 2-3. Alguna gente dice que siendo de Sancti Spíritus, le tira a su gente, pero no es así; creo que soy imparcial, los peloteros grandes de aquí, Cepeda, Mendoza… me respetan”.

En cuestiones de arbitraje, lo que más difícil le resulta es trabajar con niños. “Tienes que cantar out, quieto, ponche y ellos lloran, además es la categoría de los padres, por eso en el terreno no me pongo para lo de afuera, como en cualquier juego, trato de cantarles parejo a los dos equipos: si es bola alta para uno, lo es para el otro”.

“El que te diga que no lo han voceado, te dice mentira. He sido de los de más suerte; me han voceado, pero no tanto como a otros”, dice y se ríe desde la conformidad. Igual, con las protestas. “En ocho series he botado a seis peloteros y es porque se han botado ellos mismos, por tirar el casco, el bate, fajarse con otro jugador. Y en replay llevo la estadística: con Del Risco tuve como cinco a favor y tres en contra, pero con César, en cinco jugadas, ninguna la he perdido”

Piensa que el “arbitraje cubano no es malo como dice la afición, lo que a veces el error está en no prepararnos a la hora de cantar, de no colocarse bien, apurarnos; ampaya apurado, ampaya equivocado”.  

Con 48 años, Ulises cree que empieza a ser árbitro cada vez que entra a un terreno. Por eso escucha todas las tendencias: las de su esposa y sus hijos, que lo halagan como su padre, quien le anunciaba a Yaguajay completo que iba a salir por televisión. “Para él yo era el mejor de Cuba”, pero también las de Magda, su madre, quien cada vez que puede le dice: “Oye, cantaste un strike que estaba bajito, bajito”.

Elsa Ramos

Texto de Elsa Ramos
Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez por la obra del año (2014, 2018 y 2019). Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas deportivos.

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