Poeta, narradora, investigadora, miembro de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba y presidenta de la Sociedad Cultural José Martí en Yaguajay, Elvia Rodríguez Carballo a sus 81 años revela a Escambray cómo la literatura se ha convertido a lo largo de su vida, más que en un oficio, en una pasión.
¿Por qué escogió la Pedagogía?
Cuando triunfó la Revolución yo era casi analfabeta y, como se me dio la oportunidad de estudiar, me incliné por el magisterio, a pesar de que la carrera que me gustaba era Derecho, pero en ese momento en el país existía un déficit de maestros y de escuelas importante y, debido a la admiración que sentía por ellos, al enterarme del llamado a un curso de Maestros Populares decidí unirme, superarme y luego continuar la carrera. Con los años me enamoré de la profesión, me sumergí en ella tanto que fui maestra rural, dirigí un centro de niños campesinos y un centro interno.
¿Cómo comienza usted en el mundo de la literatura?
Desde que tengo uso de razón me gusta leer, en eso fui prácticamente autodidacta, aprendí a leer y a escribir sola, por inspiración propia. Yo nací en una finca llamada Vergara y en una época allí se pensó construir una escuela, y un día estando en casa de mi abuela descubrí un cuarto lleno de libros y de materiales que tenía resguardados para si aparecía el tan ansiado maestro que impartiera las clases, mi abuela era lo que llamábamos en el campo “la cuidalibros”. Nunca quería prestármelos, pero tengo que confesar que yo los tomaba sin que se diera cuenta y así comenzó mi pasión por la literatura.
¿Qué autores disfruta leer?
Tengo varios y todos muy distintos; disfruto mucho a Stefan Zweig, a Émile Zola. Autores de poesía me gustan todos; pero, por supuesto, José Martí tiene un lugar cimero, siempre encuentras cosas nuevas de él y todo es bueno. No puedo dejar de mencionar un libro que tiene un lugar especial en mi corazón y es el primer ejemplar que se editó de Juan Nápoles Fajardo “El Cucalambé” en 1839 con más de 500 décimas, me lo regalaron, lo restauré y lo conservo como un tesoro muy personal.
¿Qué retos supuso para usted publicar por primera vez a sus 71 años?
Nunca pensé que publicaría. Todo comenzó de pequeña, siempre he sido muy osada y muy curiosa, y desde aquel 7 de octubre de 1958 cuando Camilo llegó a Vergara, justo detrás de mi casa, cogía un cartucho y un lápiz y escribía sobre él. Era una etapa de mucha efervescencia y nunca le di importancia a esos escritos, pero mi madre se los encontró y los guardó en un baúl que todavía conservo. Luego del fallecimiento en el 2011, al recoger sus cosas, encuentro aquel manojo de papeles enrollados con una cinta y comienzo a leerlos, en ese momento me dije: Voy a escribir un libro sobre Camilo Cienfuegos. Comencé a estudiar su trayectoria, contacté con rebeldes que combatieron a su lado y me contaron cosas muy interesantes sobre su vida. Se me da la oportunidad y un día le presento el manuscrito, aún sin terminar, al profesor Ramón Díaz, que dirigía un taller literario local, quien posteriormente me impulsó a presentarlo en Verde Olivo en La Habana, editorial que me abrió las puertas y me ofreció la oportunidad de publicarlo en el 2016 y presentarlo en La Feria Internacional del Libro el año siguiente. Fueron momentos muy emocionantes, lloré a lágrima viva cuando tuve en mis manos el primer ejemplar y me dio a conocer en el mundo de la literatura como la biógrafa de Camilo.
¿Por qué el interés por su figura?
Porque Camilo en Yaguajay es lo más grande que puede existir, para nosotros es algo sagrado en esta tierra, sus cualidades lo hacen un símbolo eterno y el día que desapareció esa avioneta todos salimos a buscarlo y lloramos juntos, Camilo nos liberó y desde ese instante constituye un sentimiento colectivo.
Usted es la primera mujer yaguajayense en asistir a la Jornada Cucalambeana. ¿Cómo ha influido en su carrera?
Escuché hablar de la jornada por primera vez y veía imposible llegar ahí, por ese entonces estaba escribiendo una historia en décimas a la cual puse como título Viaje marinero, habla del mar y de mi familia que son dos cosas que amo y sobre las que disfruto escribir.
Tiempo después lo presento en el concurso que organizaba cada año el grupo internacional de mujeres decimistas Décima al filo, en Guáimaro, lo mandé por correo y a los 20 días aproximadamente recibo una llamada con la noticia de que era la ganadora, inmediatamente me hicieron miembro oficial del grupo, fue una bendición en mi carrera que me permitió participar en la jornada cucalambeana como invitada especial.
Me ha permitido investigar sobre el género campesino, exponer en los talleres de mujeres decimistas, publicar un libro de poemas, he conocido amigos que hoy son familia y me ha dado ratos muy buenos, repletos de vivencias que se quedan en mi corazón para siempre.
¿Qué la motiva a escribir décimas?
Mi historia con la décima es un amor que viene de hace muchos años, escuchaba a mi mamá en la cocina cuando hacía las labores del hogar cantándolas, y a mí me fascinaban, tanto que hasta hablaba en décima, luego se las componía a los compañeros de trabajo y con los años vino lo que yo llamo el oficio, donde poco a poco aprendí a redactarlas de manera correcta.
¿Cómo maneja usted la crítica de los lectores?
Mientras sea respetuosa, todo bien. Nunca me ha supuesto un problema, al contrario, he aprendido de ello, me ha ayudado a superarme, a conocer un poco la visión que tienen los lectores sobre mí, además, es rara la vez que no colabore con escritores, enseñándole mis trabajos y escuchando su opinión.
¿Qué consejos les daría a aquellos que quieren empezar una carrera en la escritura?
Solo les puedo decir que escriban y que lean mucho, que se lancen, que el miedo no existe, que no hay edad para dedicarse a lo que verdaderamente apasiona. Yo tengo mucha confianza en el relevo, están saliendo jóvenes escritores con mucho que aportar. Como puedes ver vivo sola, mi hija y mi nieto que son mi adoración viven fuera del país ya hace más de 10 años y la literatura es mi acompañante permanente, gracias a ella me mantengo con esta vitalidad, con esta lucidez, es mi guía, mi refugio y puede serlo para cualquier persona.
Es un doble orgullo contar con la escritora Elvia como amiga, primero por haber nacido en el terruño espirituano como ella y por haber entregado su libro a Verde Olivo, donde trabajo. Ambas adoramos a Camilo y por eso disfrutamos su libro. Gracias a Elvia.
Orgullo de ti mi amada madre,ejemplo a seguir en todos los aspectos,de ti herede la fuerza q me mantiene en pie,gracias a la periodista y a Escambray por tan linda publicación.