A Miladys Vega Hernández le sobran motivos para defender una labor que toca las fibras humanas: el trabajo social. Quizás por ello, a más de dos décadas de creado el Programa de los Trabajadores Sociales, del cual es fundadora, sigue siendo fiel a uno de los principios de este quehacer: llevar luz y aliento a las personas en situación de vulnerabilidad económica y social.
Bajo esta premisa, ha despejado los problemas más urgentes en cada sitio de la geografía yaguajayense a donde ha llegado. Y es que en el transcurso de estos años ha estado pendiente de ancianos desprovistos de familiares que los asistan, a madres con hijos en situación de vulnerabilidad y a casos sociales a los que también les ha tocado encaminar.
Detrás de cada experiencia hay extensas jornadas de trabajo, de estudio y análisis de las situaciones que en cada contexto limitan el desarrollo pleno de los seres humanos y el desarrollo social en su sentido más amplio. Así ha sido desde que comenzó en esta labor.
“Yo estaba en la reserva calificada del Ministerio de Trabajo. Entonces, se me acercaron y me ofrecieron esta opción de empleo, y la asumí. Cuando salí al terreno por primera vez me enamoré de este trabajo que es hoy mi vida”, refiere Vega Hernández.
Tal vez, desde ese primer encuentro con la gente, Miladys supo que estaba delante de una labor de extrema sensibilidad, en la que sería sostén, guía, esperanza y compromiso. “El trabajador social tiene que ser responsable, ético, porque hay personas que te cuentan sus problemas, sus situaciones, lo que no le han dicho a nadie.
“Por lo tanto no puedes encasillarte, tienes que buscar métodos para lograr tu objeto social. Además, si no sientes amor por lo que haces, no se logran resultados”, constata la trabajadora social.
Desde el propio año 2000, cuando el Comandante en Jefe Fidel Castro promovió la creación de un plan de formación emergente de estos profesionales en el país, las principales tareas estuvieron encaminadas a diagnosticar en cada circunscripción la situación social de las familias, a garantizar la atención social a los núcleos en situación de vulnerabilidad, entre otras diligencias. Al pie de cada escenario estuvo Miladys.
“A raíz del surgimiento del programa aparecieron nuevas tareas: la atención al adulto mayor, a los niños de cero a 15 años de edad, y se incorporó también el trabajo con los sancionados, entre otras actividades. Además, como parte de la Revolución Energética trabajé alrededor de 11 meses en el municipio de Guanabacoa, y tuve el privilegio de compartir con el Comandante en Jefe en la capital cuando nos hizo el llamado”, evoca.
Sin descuidar el trabajo en los barrios, logró la licenciatura en Estudios Socioculturales en el año 2008 en el Centro Universitario Simón Bolívar, de Yaguajay. Dicha categoría le ha ensanchado el camino por la necesaria competencia que debe distinguir a estos profesionales en un contexto de múltiples desafíos para la sociedad cubana.
Aun cuando Miladys se desempeña en la actualidad como ente coordinador del Consejo Popular Obdulio Morales, no abandona el trabajo en las comunidades, del cual nacen las mejores respuestas a los problemas.
“Como ente coordinador de este consejo popular, mi prioridad es atender la comunidad de Júcaro, la cual se identificó como compleja. Allí tengo mi pequeño grupo comunitario, donde se ha logrado un buen trabajo con el adulto mayor, con los jóvenes, y también se ha priorizado el empoderamiento de la mujer”, confiesa la profesional.
Aunque el trabajo social exige jornadas interminables en busca del bienestar y la felicidad de los más necesitados, Miladys hace malabares con su agenda y es abrigo, también, para su familia.
“Todos los días me levanto y lo que me da fuerza para seguir son las personas que esperan por mí. El trabajo social es importante porque te ayuda a transformar, a mejorar el modo de vida de las personas, no solo con la entrega de recursos, porque no siempre lo material es lo que resuelve el problema”, señala.
Si bien han pasado más de dos décadas de la creación del Programa de los Trabajadores Sociales, la esencia humanista de Miladys sigue activa, sobre todo, en la labor de prevención que despliega por diversas comunidades. Y es que Miladys es médico del alma, luz y guía.
“Tengo 53 años y la mitad de mi vida se la he dedicado al trabajo social, labor que desempeño con amor porque es la profesión que escogería si volviera a nacer”, concluye.
Persona sencilla y humilde, trabajadora, honesta, sincera que hace de cada día la felicidad de vivir por los demás. He tenido la suerte de ser su amigo y conozco del desvelo con que atiende a cada persona, como lo hizo con mi mamá, yo no tengo palabras de agradecimiento, pero puedo afirmar algo, Si los Trabajadores Sociales son los Médico del Alma, ya Miladys Vega Hernández, es especialista de 3er grado. Gracias por todo lo bueno que has hecho.