Aunque a ciencia cierta no hay seguridad, resulta poco probable que el funcionario de la corona española de origen vasco Félix Ramón del Camino y Santiago, dueño de numerosos esclavos, fincas rústicas y urbanas en la cuarta villa de Cuba, pensara que la casona que mandó a construir en 1812, muy cerca de la otrora Plaza de Armas, sobreviviría con donaire en el siglo XXI. Lo cierto es que en ese entonces se enorgullecía de su decisión de erigir la vivienda con un puntal por encima de las demás construidas hasta el momento y realzada con techos, rejas y decoraciones más elegantes que las existentes en su entorno.
Pero más grande sería su sorpresa si al recorrer ahora los grandes salones de la edificación tropezara de frente con una colección que nos devuelve la riqueza y autenticidad de la flora y la fauna de nuestra nación.
Justo el inmueble que sirvió por muchos años de hogar a varias acaudaladas familias yayaberas se erige desde octubre de 1984 como Museo de Historia Natural Juan Cristóbal Gundlach, insigne institución de la cultura espirituana.
“Quienes nos visitan pueden encontrar diversidad de la historia natural, preparación dentro de su colectivo técnico y las veladoras, así como nuestro planetario recuperado, uno de los tres existentes en el país y el único de su marca con vida —explica María Isabel Álvarez Rojas, su directora—. Además, tras un trabajo intenso se logró que funcionara un proyector, donde se pueden visualizar las constelaciones”.
Son esos algunos de los tesoros que obligan a diferentes generaciones de espirituanos y foráneos a recorrer el museo, erigido en la esquina de las calles Máximo Gómez y Manolo Solano. Muchos llegan tras admirar, a su paso por la céntrica área de la urbe yayabera, el buen estado de conservación de los animales disecados que ofrecen la bienvenida en la primera sala.
“El trabajo de conservación es responsabilidad de todo el colectivo bajo la guía del conservador —añade Danay Marín Echemendía, especialista de la institución—. Nuestra aspiración es que las especies que tenemos estén en buen estado y que podamos incrementar las colecciones.
“Desde hace meses nos hemos enfocado en la sala número 1: Minerología, Petrografía y Paleontología. Igualmente, hemos concentrado las fuerzas en la 3, dedicada a los peces, anfibios y reptiles. Incluso, se pudo colocar una vitrina para que quienes nos visiten puedan interactuar de mejor forma con los exponentes. Mientras que en la sala 5, donde se conservan los mamíferos, tenemos varios proyectos”.
Evitar plagas, no permitir que la humedad de las paredes afecte las colecciones y mantener la limpieza en los exponentes siempre ha sido un reto para el colectivo durante estos 40 años.
“Realizar las labores de conservación exige de productos que muchas veces no contamos, pero no por eso dejamos de trabajar y así seguirá, porque los públicos cuando llegan precisan encontrar un museo atractivo y cuidado”.
FUERA DE LAS PAREDES AZULES
Si algo distingue al colectivo es su constancia en las investigaciones. Una búsqueda rápida por sitios digitales y revistas muestran resultados que también son compartidos de forma amena en su accionar, más allá de la casona pintada de azul y grandes ventanales.
“Este año nos fuimos hasta La Sierpe. El pretexto en el curso de verano fue mostrar las particularidades del sitio paleontológico Domo Zaza, donde se realizaron los hallazgos de los vertebrados más importantes del siglo XX en Cuba. Se llevaron nuestros exponentes de ese lugar para que los asistentes al curso pudieran conocer mucho mejor los contenidos impartidos”, explicó Álvarez Rojas.
Con esas experiencias y con el empuje que ofrece toda celebración, el colectivo centinela de parte del patrimonio espirituano se traza una marcada estrategia de trabajo para no ser una aburrida instalación del sector cultural.
“No detendremos nuestro quehacer con respecto a las investigaciones porque esa es nuestra razón de ser. Hoy podemos hablar de temas específicos que ya ocupan nuestras agendas.
“Pero no son solos tópicos circunscritos al municipio de Sancti Spíritus porque hemos ampliado nuestro trabajo a toda la provincia por ser la única institución de su tipo aquí y con un objeto social amplio”.
Mas, el mayor anhelo de ese colectivo es parecerse mucho más a sus instituciones homólogas de gran parte del orbe, las cuales permiten con solo dar un clic recorrer sus salones y colecciones.
“Trabajamos en cómo acercarnos a esa idea. Además, tenemos diseñada una nueva propuesta de promoción a través de nuestro perfil de Facebook bajo el título El mundo natural. Compartiremos fotos y datos científicos de nuestras especies. De esa forma lograremos que un mayor número de personas conozca sobre nuestras colecciones”.
Con esos resultados y un puñado de deseos, el Museo de Historia Natural Juan Cristóbal Gundlach celebra en este 2024 sus primeras cuatro décadas de vida. Aunque durante todo ese tiempo ha sufrido las huellas del paso del tiempo, así como de etapas con altas y bajas en la conservación de sus colecciones, se ha ganado un lugar especial entre las diferentes generaciones de espirituanos. Conocen que en su interior se resguardan fragmentos imprescindibles de la cultura y el patrimonio de esta nación.
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