Mucho antes de 1996, cuando se graduó como ingeniero mecánico, ya hacía pequeñas figuras de madera. Luego vinieron los años de estudios en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, incluso, el trabajo para cumplir con el servicio social en uno de los ingenios azucareros del municipio, pero el ansia de tallar cualquier pedazo de palo que encontraba a su paso le alimentaba el espíritu.
Poco a poco ganaba en habilidad y, por medios propios, buscaba información en libros y folletos, hasta crear una obra bien diversa, mas, asegura que las piezas salen sin previa preparación.
“Yo no sé dibujar —lamenta Polín—; por tanto, cuando tengo en mis manos un tramo de madera lo trabajo despacio y en la medida que avanzo le doy forma, es por eso que lamento no haber cursado estudios relacionados con la artesanía. De ser así, habría dominado mejor las técnicas, el diseño, las dimensiones…; claro, que eso no significa no tener ideas, pero la academia siempre aporta y nos da las herramientas necesarias para un mejor desempeño artístico”.
Con pedazos de caoba, guayacán, jiquí, quiebrahacha o cualquier madera que posea la dureza necesaria realiza las tallas, aunque prefiere el ácana. Así surge de sus manos una amplia gama de animales de la fauna cubana y universal, además de objetos de uso doméstico o decorativos, así como suvenires, llaveros, pulsos y otras creaciones que llevan el sello distintivo del artista.
¿Cómo logra este acabado en su obra?
Casi siempre la madera lleva un pulimiento y una terminación con pátina, no con barniz, lo cual permite su conservación. Yo no creo que haga obras de arte, pero quienes sí las hacen no utilizan el barniz para el acabado.
¿Cuándo descubre que podía dedicarse a la artesanía?
Yo me gradué y trabajé como ingeniero, pero a la vuelta de un tiempo comprendí que me había equivocado de profesión y, aunque la creatividad del ser humano es ilimitada, saber que estoy haciendo lo que más me gusta me da fuerzas para seguir creando. Recuerdo que lo primero que hice fue un negro esclavo que aún conservo con mucho cariño.
Hay quienes llegan a su centro laboral y están locos porque transcurran las ocho horas para irse; sin embargo, yo me paso en mi taller desde por la mañana hasta por la noche y casi no me percato, porque estoy tan concentrado que no sé cuándo se hizo tarde.
Esa es la ventaja de tener en casa mi propio taller, pues me permite levantarme a mitad de la noche para desarrollar una idea que surge de repente, aunque a veces me trae contradicciones con mi esposa, pero así es la vida de un artesano, y yo no puedo darme el lujo de trabajar por un programa, sino cuando bajen las musas. Por suerte, a mi hija le gusta el dibujo y creo que seguirá mis pasos.
¿Cómo llegan sus obras a sitios turísticos?
Desde hace tiempo comencé por Rancho Querete, cuando se iniciaron los safaris, y así me fui dando a conocer también en otros lugares como El Pelú de Mayajigua o el Chalet Los Álamos, todos de la Empresa Flora y Fauna SanctiSpíritus. Siempre lo hago por medios propios y cuando se van los visitantes recojo mis muestras y regreso a casa. También incursiono en otros espacios en la Casa de Cultura de Yaguajay o asisto a exposiciones que se realizan cada cierto tiempo en el territorio.
¿Se arrepiente de haber cambiado la ingeniería por el arte?
No, esto me gusta y me da el sustento para mantener a mi familia.
Las obras salen en dependencia de lo que esté en mi mente, pero todo muy diverso. Si lo tuviera que definir no podría encasillarlo en una sola línea de figuras. Para ello me auxilio de varios instrumentos, en dependencia de lo que esté confeccionando.
¿Y la temática?
Es muy variada, en algunas piezas represento la tradición afrocubana, en otras hay que hacer uso de la imaginación, por tanto, cuento con piezas abstractas como la que representa a una piedra cayendo en el agua o la que deja claro el vínculo con la cultura culinaria y aborigen e, incluso, algunas más contemporáneas. La flora también está encarnada en mis piezas. Por ejemplo, hay algunas que muestran una flor y sobre ella una mariposa libando.
¿De dónde obtiene la madera para trabajar?
“La saco del monte o la obtengo a través de las personas que me la facilitan, quizás sea un horcón de una casa en desuso o una alfarda, pero siempre compruebo que sean de dura consistencia”.
En medio de un contexto natural donde la belleza del paisaje invita al deleite, en la finca agroturística Los Álamos, Escambray encontró esta vez a Juan Carlos Polín Medina, el artesano de Yaguajay que con sus obras desanda espacios recreativos y turísticos del municipio.
A su juicio, no existe nada más gratificante que saber que sus creaciones viajan lejos, en la maleta de cualquier visitante nacional o extranjero y trascienden las fronteras de su terruño, siempre y cuando se conserven en un lugar, con el mismo amor que le propinó mientras daba forma a cada trozo de madera.
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