París volvió a encender su pebetero para dar más luz —si es que eso fuera posible, por lo que irradia en sí misma esta cita— a la XVII edición de los Juegos Paralímpicos.
A tono con las limitaciones de sus protagonistas, la inauguración se desplazó del Sena a los Campos Elíseos y la Plaza de la Concordia, otros dos íconos de Francia, que no ha escatimado para enseñar al mundo su monumental y regia cultura en la primera ocasión que acoge este tipo de evento.
Hasta el próximo 8 de septiembre, la fiesta de la inclusión, el amor y la solidaridad reúne a 4 400 atletas de 184 delegaciones que compiten en 548 eventos de los 22 deportes que animan a 18 escenarios.
Como la mayoría de las delegaciones, Cuba inició las presentaciones de sus 21 paratletas, cifra que supera en cinco los asistentes a la anterior edición de Tokio 2020. En esta oportunidad, compiten en sus modalidades atletismo, taekwondo, judo, tiro deportivo, arquería, natación y tenis de mesa.
Y aunque se sabe que llegar y competir es el más caro de los sueños para todos los asistentes, en ese afán de superación personal por encima de discapacidades físicas y mentales, ganar medallas es también un aliciente.
Por eso los cubanos luchan por mantener una tradición que los ha distinguido desde que iniciaron su periplo por estas citas, en Barcelona, España, en 1992: mantener su presencia en el podio de premiaciones y subir a lo más alto, tal como lo ha hecho en las ocho ediciones en las que ha participado desde entonces.
Con esa saga ganadora, el propósito es incluirse entre los 25 primeros países, lo que parece un desafío alcanzable, de acuerdo con la composición de la avanzada, ya que, objetivamente, no podría pensarse en un acercamiento a lo mejor que ha hecho Cuba en estas citas: un puesto 15 en Londres 2012, cuando se ganaron 17 medallas totales, nueve de ellas doradas.
Superar incluso lo hecho en Japón (cuatro oros, una plata y un bronce) obligará a una alta eficiencia competitiva ya que existen delegaciones muy numerosas, lo cual les amplía las opciones.
Para lograrlo, las aspiraciones están centradas, sobre todo, en el atletismo, deporte que atesora la mayor colección histórica para la nación antillana con 73 de las 91 medallas conseguidas por nuestros deportistas en la historia, a razón de 36 medallas de oro, 18 de plata y 19 de bronce.
Buena parte de esas expectativas están centradas en una voluntad, un corazón, unas piernas y un aroma de mujer: Omara Durand. Sobre ella pesan muchas miradas al resultar uno de los atractivos mediáticos de la cita parisina.
Porque si en los recién finalizados Juegos Olímpicos Cuba tuvo un Mijain López capaz de cargar toda la gloria del mundo y halar el medallero, ahora cuenta con una mujer igualmente icónica y fenomenal.
De Omara espera la delegación tres títulos, que sellarían una historia fabulosa, pues la santiaguera ha anunciado, como Mijaín, su retiro de las pistas, a las que le ha arrancado ocho títulos.
Ahora no quiere ser menos esta deportista extraordinaria, que simboliza una de las banderas de la inclusión publicitadas por Francia: la presencia de más mujeres que nunca al lograr reunir a un total de 1 983, casi la mitad de los participantes (el 45 por ciento).
Por eso no se podrán evitar los reflectores mundiales cuando la gacela, poseedora de récords mundiales en sus tres eventos —100 metros (11.40), 200 (23.02) y 400 (51.77)— y 14 títulos universales, además, entre a la pista del estadio de Francia en Saint-Denis para correr, junto a Yunior Kindelán, guía y artífice de sus triunfos en todos los eventos de la categoría T12.
En busca de ascender más peldaños en la galaxia donde ya está, Omara no quiso arriesgar su sueño cuando declinó competir en el Campeonato Mundial de este año en Kobe, tras resentirse de una vieja lesión casi a punto de empezar a competir y porque ahora tendrá que correr siete veces para poder conseguir su objetivo.
Otro que acaparará la atención es el saltador de longitud Robiel Yankiel Sol (T-46), quien, si bien sorprendió al mundo en Tokio 2020, cuando se apareció casi de la nada para llevarse un título y estampar récord universal, ahora ya es preocupación para sus rivales, porque después de este “saltazo” ha podido mantener resultados muy estables y es, además de doble campeón mundial, recordista del universo con 7.87 metros.
París vive su segunda megafiesta deportiva y ya es historia también para el paralimpismo universal; Cuba se enorgullece de ser, otra vez, parte de ella.
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