Parrandas guayenses en la memoria popular

Pactada una tregua entre lomeros y cantarraneros, Héctor Cabrera Bernal y Roberto Hidalgo Valdés compendiaron los orígenes, la evolución y el encanto de esa expresión cultural en el libro Las parrandas de Guayos, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad

El volumen también fue presentado en la reciente edición de la Feria del libro en Sancti Spíritus. (Foto: Yainel Matías).

La porfía colma a Guayos pero la misma pugna entre barrios los une. Desde 1925 las parrandas marcaron a un poblado portador de esa amalgama de fuegos, creación, trazos, colores, identidad y el repique de los tambores.

Pactada una tregua entre lomeros y cantarraneros, Héctor Cabrera Bernal y Roberto Hidalgo Valdés, de bandos contrarios, compendiaron los orígenes, la evolución y el encanto de esta expresión cultural. La autenticidad del jolgorio decidieron contarla a cuatro manos en el libro Las parrandas de Guayos, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

“El surgimiento de ese festejo, así como su trascendencia, criterios de parranderos dispersos por el mundo, en primera instancia de los nuestros, y más interioridades de una celebración milenaria en Cuba constan en el texto”, refiere Cabrera Bernal (Macholín).

El lanzamiento del libro coincidió con el XI Evento Teórico Regional de Parrandas.

Para el historiador de Cabaiguán y su coterráneo Roberto Hidalgo no resultó espinoso adentrarse en décadas salpicadas de pólvora. Ambos heredaron una pasión casi centenaria en la comunidad, apenas dos guayenses entre tantos centinelas confesos de la cultura popular tradicional.

Literatura en torno a esas fiestas de barrio y el testimonio gráfico del jolgorio, mantenido a buen resguardo por practicante-portadores, completan el valor de páginas acordes con las exigencias de este siglo.  

Ante la carencia de recursos para su impresión, al catálogo digital de Ediciones Luminaria pertenece el libro con un regalo añadido al prologarlo el periodista e investigador Ciro Bianchi Ross, deslumbrado por la celebración, que en 2023 cumplió una década de declararse Patrimonio Cultural de la Nación y un lustro de formar parte de la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

“En Cantarrana y La Loma intentan hacer cada año una parranda que supere la precedente; siempre sorprenden. La idea es que los dos bandos guayenses ganen y continúen seduciendo con los trabajos de plaza, la artesanía, el diseño de vestuario y demás especialidades artísticas, a quienes desde otras regiones de Cuba y el orbe reservan un palco en plena calle para disfrutar de un convite arraigado en la memoria popular”, refiere Macholín.

Dado el pitazo para que repicaran los acordes de la conga e iniciara el XI Evento Teórico Regional de Parrandas, fechado a finales de octubre último, tuvo lugar la premier del volumen. Tampoco fue diferente en el reciente capítulo espirituano de la XXXII Feria Internacional del Libro.

En pleno bulevar espirituano sonaron los tambores tras la presentación del libro, una de las experiencias más ovacionadas del candil yayabero de las letras en ese contexto.  

El material, comercializado en la tienda virtual Súper fácil, ilustra un viaje en el tiempo de las legendarias parrandas guayenses, honra además al resto de los poblados cubanos defensores de un fenómeno cultural con una vitalidad indiscutible en la zona central del país.

“Los que vinieron en la primera mitad de la década del 20 de la pasada centuria a instaurar escogidas de tabaco en Guayos, procedentes de los territorios villaclareños de Remedios y Camajuaní, vendieron la idea de las parrandas a los titulares de los establecimientos comerciales y almacenes más importantes radicados en estos predios”, puntualiza el escritor.

La iniciativa dio pie en el lejano 1925 a la primera parranda, precedida por aquel changüí, el preludio de una temporada de agasajos por venir, un festejo pequeño planificado cada fin de semana hasta que sonara la diana parrandera el día cero.

“Todas las parrandas no son iguales. En el caso de las de Guayos profundizamos en los rasgos de la frontera que divide a los barrios rojo y verde, cuáles son los atributos de las carrozas y qué distingue a las leyendas, casi siempre de carácter universal, reflejadas en esos derroches de creatividad”, plantea Héctor Cabrera.

Este y otros detalles dignifican a la parranda guayense, cercana a su siglo de existencia, y que sobrevive en tiempos donde tendencias foráneas intentan aplatanarse en esta tierra y en medio de las complejidades presupuestarias.

Alexey Mompeller Lorenzo

Texto de Alexey Mompeller Lorenzo

Comentario

  1. Y como dejaron morir las parrandas de Yaguajay, más antigua que las de Guayos con más de 100 años y una de las primeras en Cuba. Por suerte se está tratando de hacer otra vez. De eso Escambray no habla.

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