Presencias y ausencias frente a las aulas

En apenas unos días comienza otro curso escolar en Sancti Spíritus, donde se han buscado alternativas para cubrir el déficit de docentes, principal problemática que hoy enfrenta este sector

Asegura un viejo proverbio tibetano: “Un niño sin educación es como un pájaro sin alas”. Nada más cierto. En las aulas los muchachos no solo aprenden Matemática o Español. En las aulas los estudiantes socializan, se convierten en mejores personas, se preparan para ser independientes, asumir los desafíos de la vida y para construir, entre todos, una sociedad mejor.

Mucho se ha escrito sobre la importancia de la educación y el rol del personal docente. Ahora mismo ya casi inicia otro curso escolar en Sancti Spíritus, en medio de estrecheces económico-financieras e innegables complejidades sociales, tanto para la escuela como para la familia. Pero a nadie con sentido común se le ocurrirá ausentar a sus hijos de clases.

Con más de 460 centros escolares y una matrícula superior a los 65 700 estudiantes de todas las enseñanzas, la principal complejidad que hoy enfrenta este sector se encuentra en la cobertura docente, es decir, el déficit de maestros frente a las aulas, una problemática que ya afecta a las escuelas espirituanas desde hace mucho tiempo.

Aquí se concluyó el pasado período lectivo con una necesidad de unos 1 500 docentes, cuya ausencia se hizo sentir sobre todo en las enseñanzas Técnica y Profesional, Primaria y Secundaria Básica, principalmente en las especialidades de Matemática, Español, Historia y las asignaturas de los centros politécnicos.

Esto no significa ni muchos menos que algún plantel haya permanecido cerrado a cal y canto durante todo el curso, ni que los muchachos hayan dejado de recibir la mayoría de sus lecciones: quizás por aquello de que necesidad obliga, si algo ha aprendido Educación en Sancti Spíritus es a buscar alternativas para capear este complejo temporal.

Aquí han asumido las aulas lo mismo estudiantes jóvenes en formación de las carreras pedagógicas y de otras especialidades, que contratos externos, maestros con una multiplicada carga docente, directivos del sector y cientos de jubilados reincorporados.

Según las proyecciones oficiales para el curso por comenzar, en la provincia existe una necesidad de alrededor de 1 740 docentes, cuya ausencia se ha previsto cubrir con cerca de 2 045 alternativas —fundamentalmente maestros contratados por hora y docentes con sobrecarga—, y aún faltan por completar otro centenar de educadores, sobre todo de los niveles de Secundaria y Preuniversitario.  

El aporte de quienes cubren los espacios vacíos mucho se agradece, pero nunca suple la presencia a tiempo completo de un profesor en su escuela y en muchos casos tampoco alcanza las cotas esperadas de idoneidad. Esa ausencia de docentes estables y competentes ha comenzado a mellar aquí los resultados de promoción y calidad esperados en el proceso docente educativo.

Se aprecia, por ejemplo, en el mayor número de estudiantes que precisan revalorizar los exámenes, principalmente en Preuniversitario y Secundaria. Se evidencia, también, en las lagunas de conocimiento que luego muchas veces afectan las notas en las pruebas de ingreso para la enseñanza superior.

Si algo urge actualmente en Educación para resolver esta compleja situación es potenciar el ingreso a las carreras de formación pedagógica, que últimamente también se encuentra deprimido.

Sin embargo, no solo resulta imprescindible aumentar las matrículas, sino que, además, se torna impostergable lograr la permanencia de estos estudiantes en las aulas hasta graduarlos, formados con calidad en cada uno de sus perfiles.

Después vendría asumir el mayor de los retos, uno de los mayúsculos desafíos que enfrenta hoy Cuba, en general, en todos los sectores: motivar a los jóvenes para que ejerzan sus profesiones, para que no abandonen las aulas, el consultorio o la industria atraídos por los mejores salarios que pagan los nuevos actores económicos o por las posibilidades que encuentran más allá de las fronteras nacionales cuando deciden emigrar.

Un asunto muy difícil de resolver, cuya solución solo se avista con una economía más robusta que permita remunerar mejor al talento, en particular de los maestros y los médicos —garantes de temas tan decisivos para el ser humano y las sociedades en su conjunto como la salud y la educación—, con la perspectiva de que puedan construir aquí sus proyectos de vida y poner sus conocimientos al servicio de todos.

Pero, mientras ese fruto a largo plazo se coseche algún día, los miles de educadores que en Sancti Spíritus abrirán las aulas este 2 de septiembre intentarán en cada jornada del nuevo curso dar lo mejor de sí en un oficio tan sacrificado como hermoso para formar generaciones mejores.

Entre tanto, y como complemento también indispensable, se han hecho malabares para reparar escuelas, pintar y embellecer aulas, garantizar en lo posible la base material de estudio y, al menos, una modesta alimentación en los centros internos y seminternos.

Y en este complejo camino que hoy recorre la enseñanza también se necesita más el puntal de la familia para que eche pie en tierra junto a la escuela y, entre todos —como escribió alguna vez sabiamente Nelson Mandela— convertir la educación en el arma más poderosa que exista para cambiar el mundo.

Mary Luz Borrego

Texto de Mary Luz Borrego
Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas económicos. Ganadora de importantes premios en concursos nacionales de periodismo.

2 comentarios

  1. Buenos días. Este déficit de docentes, aunque con variantes se cubre, se evidencia mucho más cuando los estudiantes llegan a las Universidades, donde la eficiencia de primer y segundo año de las carreras no se cumple, y revela que muchos se van, porque la base cognitiva que traen no les permite asimilar el contenido universitario. Saludos y muchas gracias.

  2. Mientras la ausencia de calidad y conocimiento siga, a la larga va a pasar factura a todos los niveles.

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