Es común que la conjunción adversativa sino introduzca un elemento que reemplaza a otro, negado con anterioridad: No compré yuca, sino malanga. Son usos de sino que la Nueva gramática de la lengua española (NGLE) denomina contrastivos o sustitutivos.
En enunciados de este tipo, los cubanos articulamos la conjunción de dos maneras: [sí.no.ma.lán.ga], con acento débil en la primera sílaba; [si.nó.ma.lán.ga], con acento agudo en la segunda, semejante al que empleamos para el adverbio no.
Si entre la pronunciación y la escritura en español hubiera una correspondencia estricta, esta segunda realización habría de escribirse si no, pero resultaría incorrecta, toda vez que, léxica y morfosintácticamente, sigue siendo la conjunción sino. Se trata solo de una variante prosódica.
La confusión entre sino y si no tiene una explicación histórica: la adversativa sino proviene de la fusión de si no, donde concurren la conjunción si y el adverbio no, secuencia típica de construcciones condicionales como Compra malanga si no hay yuca, las cuales —al contrario de las realizaciones con la adversativa sino— pueden invertir su orden: Si no hay yuca, compra malanga.
En el Corpus del Diccionario histórico del español (CDHE) abundan los ejemplos, desde principios del siglo XV y hasta, incluso, el XX, de la pronunciación aguda de la adversativa sino en usos contrastivos, hecho que puede colegirse por el empleo de la grafía <sinó>, forma contraventora de la norma que fijó la Real Academia desde sus primeros diccionarios y tratados ortográficos: «no hubo abundancia de acomodados americanos, sinó de jubilados centroeuropeos, que salpicaron de casitas las laderas litorales» (La Vanguardia, España, 1995).[1]
En consonancia con el criterio normativo, Rufino José Cuervo censuró la pronunciación [si.nó] de la adversativa, que consideraba propia de las zonas costeras colombianas («en el Cauca, en Antioquia»). Según el eminente filólogo decimonónico, la pronunciación «legítima» era la otra, [sí.no], que realizaban —al menos en su época— los hablantes del interior de Colombia.[2]
También el Diccionario de dificultades y dudas de la lengua española, de Manuel Seco, la califica de «errónea». En ningún otro texto he hallado referencias sobre esta pronunciación que en Cuba es, según mi experiencia, bastante común. Para la Ortografía de la lengua española (OLE), la NGLE, el Diccionario panhispánico de dudas y el Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica —obras académicas— parece no existir. ¿Será un «arcaísmo» prosódico en el español nuestro? ¿Lo compartimos con otras variedades americanas y de la península? Los ejemplos con <sinó> que aparecen en el CDHE, sobre todo los del XX, podrían apuntar a una respuesta afirmativa de la segunda interrogante.
En oraciones como No compré yuca, sino malanga es posible la omisión del elemento negado: No compré sino malanga. En tales casos sino muestra un valor que la NGLE llama exclusivo, próximo al de salvo, excepto o aparte de, y puede alternar con más que u otra cosa que: No compré más que malanga; No compré otra cosa que malanga. De manera semejante sucede en interrogativas retóricas de negación implícita:[3]
a. ¿Qué puedo hacer sino comprar malanga?
b. ¿Qué otra cosa puedo comprar sino malanga?
Si en los enunciados anteriores se sustituye la oración de infinitivo (comprar malanga) o el nombre (malanga) por una oración con verbo conjugado, de sino se pasa a si no, una construcción condicional:
c. ¿Qué (otra cosa) puedo hacer si no compro malanga?; ¿Qué (otra cosa) puedo comprar si no compro malanga?
Igual ocurre si se omite el resto de los constituyentes del segmento encabezado por la secuencia, de modo que esta quede al final del enunciado:
d. ¿Qué (otra cosa) puedo hacer si no?; ¿Qué (otra cosa) puedo comprar si no?
Tanto la escritura de las realizaciones del tipo a y b como la de las similares a No compré yuca, sino malanga y No compré sino malanga generan dudas que las orientaciones de la OLE no resuelven satisfactoriamente, por cuanto fundan la distinción gráfica sino / si no en diferencias de pronunciación que, al menos en Cuba, carecen de regularidad: «Puede servir de orientación para saber cuándo escribir sino o si no tener en cuenta que la conjunción sino es átona, carece de acento prosódico, mientras que en la secuencia si no el adverbio no conserva su tonicidad característica».
Para sortear esta dificultad, recomiendo atender dos advertencias: sino jamás ocupa posición final en la oración y —salvo que quien puntúa realice parcelaciones con valor estilístico—, tampoco la posición inicial,hecho del cual se deriva que, como dije antes, sea imposible invertir el orden del segmento en que aparece. De ahí que resulte anómalo, por ejemplo, decir: Sino malanga, no compré yuca (inversión de No compré yuca, sino malanga) y Sino comprar malanga, ¿qué puedo hacer? (inversión de ¿Qué puedo hacer sino comprar malanga?)[4]
[1] Otros ejemplos de la grafía ˂sinó> en construcciones de sino similares a No traje lo que quería, sino lo que hallé: «no quisieron que en esta guerra oviese otra gente sinó os naturales del Rey de Castilla», (s. XV); «Tenía dichos muy agudos no livianos como otros niños sinó de mucho uso y peso» (s. XVII); «no cantaré por la fama sinó por buscar consuelo» (s. XIX); «Yo no hablo mal de los hombres, sinó de sus obras» (s. XX).
[2] Cfr. Andrés Bello, Principios de la ortología y métrica de la lengua castellana, en: Obras completas de Andrés Bello, t. VI, Fundación La Casa de Bello, Caracas, 1981, nota de Cuervo en la p. 53.
[3] En el CDHE también se hallan realizaciones de sino con este valor que utilizan la grafía ˂sinó>: «no darian tregua a los moros sinó por breve tiempo» (s. XV); «Y los unos y los otros toda una noche no hicieron sinó tirarse pedradas y saetas» (ss. XV-XVI); «Españoles míos, ¿a quién sinó a vuestra lealtad, y a vuestro valor debo yo mi vida y esta Corona?» (ss. XVIII-XIX); «¿Qué han escrito Rabelais, Rousseau, Cervantes, Richardson, Walter Scott, Cooper, Bulwer, Dickens, sinó novelas?» (s. XIX).
[4] En su Gramática castellana, destinada al uso de los americanos Andrés Bello señala un recurso que puede ser de utilidad para la distinción gráfica de sino y si no: entre los elementos de si no se puede intercalar una palabra o frase, mientras que en sino, obviamente, resulta imposible. He consultado la edición de la Imprenta del Progreso, Santiago de Chile, 1847, p. 309.
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