Cuando Daniela Fonseca y Jorge Moisés Campos, se abalanzaron abrasados a gritos sobre el piso en una de las electrizantes victorias de Cuba en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile, no todos advirtieron que, junto a ellos, el espirituano Osdani Romero García, aunque se contuvo, sintió las mismas ganas.
La pareja no solo había ganado el título en la modalidad de dobles mixtos, sino el boleto a las Olimpíadas de París 2024. Cerca de ellos, un guajiro de Yaguajay, había logrado su mayor mérito en sus 23 años como entrenador.
Y aunque lo tiene, no reclama el protagonismo que sabe es de los muchachos: “No sé como describir como se vivió, siempre hay su tensión, pero no puedes demostrarlo porque se lo trasmites a los atletas, le das inseguridad, hay que estar tranquilo, mantener la calma, analizar el partido y ver lo que está pasando para tratar de indicar una táctica correcta. Tuvimos la suerte de que se daba solo el boleto en mixto y lo cogimos”.
“Ellos son los protagonistas, mas a ese nivel se hace es un estudio previo de contrarios, se plantea desde lo táctico qué se puede o no hacer, ¿qué puede pasar?, que a mediación de partido no dé resultado lo que planificamos y se cambia, para eso hay maestría en los atletas”.
Para los tenistas fue la confirmación del crecimiento de este deporte en un país donde señorean esféricas de béisbol y fútbol. Para Osdani, la certeza de que su opción por la diminuta pelota fue recompensada. No había sido, lo reconoce, un atleta brillante desde que con siete años cogió su primera raqueta bajo la égida de Elio Aguiar, en Yaguajay: “excelente entrenador, fue el primer campeón de Cuba en los Juegos Escolares Nacionales, mis primeros pasos me los enseñó él, fuimos campeones provinciales más de una vez”.
Luego vendría la EIDE Lino Salabarría donde cursó del quinto grado hasta el pre con resultados que él considera “conservadores”. Mas decidió que lo suyo era el tenis y quiso compensar desde la pedagogía lo que no pudo como atleta. Por eso dejó su sueño de ser médico fisioterapeuta, pensé que iba a trabajar en Topes, pero pertenecía al Contingente Manuel “Piti” Fajardo, dábamos el paso al frente donde hiciera falta y me ubicaron en La EIDE porque había déficit de entrenadores. Y la “emergencia duró 16 años”. Se sacó un grupo de atletas que venían de la base, logramos campeones en el individual y doble masculino, y bronce en el por equipos once años”.
Esa labor lo llevó a Venezuela como colaborador por dos años. Al equipo nacional llegó por un golpe de azar y su capacidad emprendedora de superación. “Llegué como entrenamiento metodológico con el objetivo de estar unos quince días con los atletas ya que los entrenadores del equipo nacional iban a recibir una superación de nivel uno y ya yo tenía esa categorización de la ITTF (Federación Internacional de tenis de mesa). Luego me dieron la posibilidad de quedarme y comencé con los juveniles, aunque acá entrenan junto con los mayores y se trabaja por sexos: ocho hembras y ocho varones. Comenzamos a tener resultados con las niñas, ganamos a nivel internacional en el Caribe”.
Fue hace unos cinco años que comenzó con los varones: “En los Panamericanos Junior de Cali Colombia, tuvimos siete medallas, nos mantuvimos participando en otros eventos que, aunque para Cuba no eran relevantes, sí nos servían para entrenar. Le debo mucho a Daniel Guzmán, era el entrenador principal del equipo, fue un honor trabajar con él hasta que se jubiló, es uno de los de mejores saldos en Cuba y de él aprendí mucho sobre planificación, táctica, a nivel internacional”.
Vendrían los Panamericanos de Santiago de Chile y la épica que Cuba escribió, raqueta en mano, cuando se llevó más medallas de las que muchos pensaron, incluido Osdani: “Nos habíamos planificado un bronce por equipos porque en el área estaba bastante difícil, hay muchos asiáticos y muchos que estaban primero en el ranking internacional. Agarramos la primera medalla de oro con Moisés y Daniela en el mixto y el doble masculino con Moisés y Andy Pereira, en el individual con Andy perdió con el número cuatro del mundo. Pero imagina que con esa plata Andy logró bajar al lugar 54 del ranking y es la primera vez que Cuba coloca a un atleta entre los primeros cien del mundo”.
Sabe que la medalla y el boleto olímpico no nacieron de la sorpresa sobra la mesa de tenis como parte del mundo interpretó. “Influyó mucho la base de entrenamiento, estuvimos más de veinte días antes en una comunidad de Santiago de Chile y nos aclimatamos a la humedad, las temperaturas, a la villa, sin descartar los años de experiencia de los atletas, Andy y Moisés están en clubes. Además, está la disciplina de los entrenamientos, la seriedad y lo enfocado que estaban, fue un gran esfuerzo en Cuba y en Chile”.
A la distancia de unos cuatro meses y a sus 48 años imagina a los pupilos en el desafío de Paris y espera otros boletos, convencido de que el tenis, que ha hecho la cruz en tres Olimpíadas, en Cuba ya tiene nombre propio aunque muchos le sigan llamando de otra manera: “No es secreto que en Cuba está la pelota y el fútbol, pero hay muchos niños que se inclinan por el tenis, es el deporte más popular del mundo, el que más personas juegan y más federaciones tiene, que no es el ping-pong, pues son dos federaciones diferentes, el tenis es deporte olímpico y el otro no….en fin”.
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