A principios del siglo XIX, la hacienda donde se encuentra ubicada la Villa San José del Lago, en el poblado de Mayajigua, pertenecía a Don Luis Miguel de Rojas Loyola, rico propietario que tuvo noticias de la existencia de los manantiales por boca de los esclavos, quienes a menudo se bañaban en las tibias aguas que brotaban allí cerca, para aliviar el dolor corporal cuando eran sometidos a los castigos del Mayoral.
Todos observaban asombrados cómo las heridas sanaban con extraordinaria rapidez.
Ya en la primera mitad del siglo XIX se construyeron en este apacible sitio del municipio espirituano de Yaguajay dos cabañas para hospedaje y la piscina termal. El lugar era visitado desde entonces por ilustres personalidades de la época, como el Obispo de Espada y el Conde de Bella Mar.
A fines del año 1880, las tierras pasaron a manos de la familia Arechavaleta Escobar, quienes al morir dividieron las pertenencias entre los herederos correspondientes.
En 1926 gracias a los efectos curativos de esta agua, Arturo Berrayarza y Cabrera logró el alivio del reumatismo, decidió adquirir estas propiedades e inauguró el Balneario el 20 de mayo de 1940.
Desde ese entonces, la villa, actualmente bajo el patronato de la cadena Islazul, teje una historia, donde la recreación al amparo de la naturaleza, salpicada por las demandadas cálidas aguas, hacen la distinción.
Lo tradicional y la modernidad matizan las habitaciones, entre escenarios de verde jardinería y un ambiente placentero.
Todo ello coronado por un servicio, donde la juventud asume el protagonismo.
Hoy este balneario pertenece al pueblo, el pueblo tiene lo que tenía que tener como dijo Nicolás Guillén. Hoy el pueblo disfruta de esta bella instalación sin distinción de ninguna índole. Todos por allí pasan, todos allí disfrutan, el sentido de pertenencia es palpable e irrefutable.
de donde sacaron a este brillante ser humano
Oscar Alfonso muy cierto tú escrito una maravilla de SS Y DE CUBA lo recomiendo y cada vez que puedo lo visito, saludos