Cuando Anay Valdivia Jiménez convirtió su casa en espacio para bailar en Iguará, comunidad de abrazos apretados porque, aunque no corra la misma sangre se es familia, nadie levantó las cejas de asombro. Por muchos días hasta casi entrada la madrugada, la vivienda y sus alrededores se hacían pequeños por quienes echaban sus pasillos o ponían los ojos en el entusiasta grupo. Incluso, sucedió que, en una de esas noches al preguntar por María, una de las vecinas, aseguran que varias voces respondieron con un ritmo muy propio: “bailando, mamá, bailando casino”.
“Fueron días maravillosos y también de un poco de angustia –cuenta la joven yaguayajense–. Nos reuníamos después de cumplir con la jornada laboral y algunos trabajan en los Cayos. Pero, lo hicimos para, primero apoyar la iniciativa de Cuba de tener el récord de la rueda de casino más grande, y, segundo, para incentivar al resto de la comunidad a bailar algo que nos identifica como cubanos y no otras tendencias que a fuerza ya se han colado en nuestro diarismo”.
Habla y desde dentro se siente la misma fuerza con la que Renovación salsera, la rueda de casino de su poblado yaguayajense, estremeció al parque Serafín Sánchez Valdivia, de la ciudad del Yayabo. Junto a otro siete colectivos bailadores aportaron desde aquí a Cuba para establecerse con el Récord Nacional y Mundial en esa expresión cultural estandarizada.
“De forma general, en los 116 bailadores que se reunieron con ese fin en Sancti Spíritus, procedentes de todos los municipios con excepción de La Sierpe y Taguasco, pudimos apreciar elegancia y buen estilo interpretativo –comentó Luis Orlando Sotolongo Hernández, quien fungió como observador del evento–. Además, mostraron una correcta ejecución de los pasos básicos de las figuras que son propias del casino y, todo eso al final contribuye indudablemente a proteger el baile y a que perdure en las nuevas generaciones. Fue de mucha satisfacción ver a adolescentes insertadas en las ruedas. Eso nos dice que no dejamos morir ese baile cubano”.
Uno de los rostros bisoños que más que los pies, dejó en la improvisada pista yayabera la energía natural de sus 14 años fue la trinitaria Lianne Naranjo Puerta, quien llegó al casino prácticamente desde que abrió los ojos al ser hija de bailarina.
“Pero, en la Casa de Cultura Julio Cueva Díaz aprendí más –aclara–. Para muchas personas el casino es fácil, pero los pasos básicos se complejizan y eso me gusta mucho. En la escuela cuando me han visto bailar me preguntan cómo se hace, dónde aprendí y yo les enseño. Aunque, si me preguntan disfruto bailarlo tanto como el reguetón”.
Con un año menos de edad y también con el baile como ADN, Jésica Garrido asegura que cumplió uno de sus sueños cuando sintió la adrenalina correr por todo su cuerpo mientras seguía la voz que anunciaba el paso a realizar.
“Quiero ser bailarina y no porque mi mamá lo es y siempre estamos bailando, sino porque me encanta defender con estilo los bailes cubanos que nos han enseñado en la Casa de Cultura. Ya conozco todos los de salón y otros. Creo que para ser trinitaria de verdad tienes que bailar casino porque allá muchos lo bailan y muy bien”.
EL CASINO ES DE CASA
Descendiente del complejo proceso de transculturación, el baile en ruedo hizo su entrada en Cuba en la década de los 50 del pasado siglo. Los primeros pasos se marcaron al ritmo del son montuno, la guaracha, el danzón y el chachachá. Y, según la bibliografía de la época, se popularizó en las entonces sociedades de recreo con grandes espacios de baile. Uno de los más populares de ese momento era el Club Casino Deportivo, de La Habana, de ahí que resultaba común escuchar “vamos a bailar como en el Casino” y, ya después “vamos a bailar una rueda de casino”.
Con el paso del tiempo y con la llegada de la salsa como acompañamiento, esa expresión danzaria se hizo más compleja. Nacieron así infinidad de nombres pintorescos y jocosos de los pasos de baile que son “cantados” por uno de los bailadores. “Dame, una”, “Dos con dos”, “Pelota”, “Mata la cucaracha”… aseguran que más de 300 figuras permiten a los bailadores demostrar sus destrezas durante el tiempo que hacen suyas la pista.
“El Consejo Nacional de Casas de Cultura tiene una proyección desde el año anterior con el rescate o revitalización del casino, a través del sistema de todas sus instituciones –explica Sotolongo Hernández, especialista en la labor con el movimiento de artistas aficionados–. De ahí que aquí en Sancti Spíritus se ha materializado una estrategia de trabajo desde el punto de vista técnico-metodológico para preparar a nuestros profesores instructores de danza. Potenciamos los talleres de creación y apreciación porque el que no pueda bailar sí puede aprender apreciarlo. Y, como toda obra humana no estamos conformes, sino que debemos continuar porque hablamos que esto es una forma más de fortalecer la identidad nacional”.
Yuriel García Cabrera conoce bien lo que significa bailar casino para un hijo de esta tierra. Aprendió de niño en la comunidad rural Piñero. Las fiestas populares de esa localidad yaguayajense encontraron en esa expresión danzario más que un divertimento un espacio de socialización.
“Veía a los adultos y repetía sus pasos. Aunque aun existe una fuerte presencia de bailar casino en ruedo y en pareja, no podemos tapar el sol con un dedo y no reconocer que las más jóvenes generaciones se interesan más por otras expresiones como el reguetón o el trap. Pero, gracias al trabajo de la Casa de cultura, de Iguará y de la rueda Renovación salsera hemos logrado que se acerquen para aprender por un baile que tenemos que defender a toda costa. Por eso, creo que acciones como las realizadas para tener el Record sirven de motivación para ellos y, claro nosotros los casineros”.
Las emociones que sintió la espirituana Taimí Arredondo Pérez la transportaron a su época de estudiante de secundaria básica. Recuerda que se robaban las horas del receso escolar para echar un pasillito.
“Lo vivido en el parque es único. No solo los casineros que salimos a bailar sino el público que nos acompañó. Tenemos que enseñar esa tradición desde su historia, los pasos y cómo se disfruta porque al final es eso, un goce cuando se baila en pareja o en ruedo y, sobre todo, por su valor agregado porque se hace gracias a música cubana”.
Sin dudas, la jornada del 5 de mayo de 2024 marcó el calendario de la historia de esta nación. No solo porque colocó a Cuba en el centro de las miradas al imponer Récord mundial y nacional con 142 Ruedas y 2 946 bailadores en todo el país bailando casino simultáneamente, sino porque confirmó que, a pesar de muchas influencias, esa expresión danzaria se mantiene con vitalidad. Y qué decir en Sancti Spíritus, donde se baila, ¡y de qué manera!
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