Después de cinco años de espera, de sueños mutilados, de luchas a muchos niveles —porque darle la espalda a una conquista siempre duele—, la Enseñanza Artística espirituana anuncia una noticia anhelada: regresa la formación de Danza a la Escuela de Arte Ernesto Lecuona, de la ciudad del Yayabo.
Se recibe en el mismo año en que el plantel despide a sus últimos estudiantes en esa especialidad y no con la mayor de las alegrías: de tres alumnas, solo una logró aprobar el pase de nivel a la Enseñanza Media, discretísima cifra que se suma a los pocos que están en las aulas santaclareñas, de donde salieron este año siete bailarines que retornaron a este territorio.
“En el 2015, cuando se hicieron las captaciones iniciales, tuvieron como objetivo que esos muchachos formaran parte, concluidos los estudios, de la agrupación folclórica de Trinidad —explica Elena Ramos Nario, jefa del Departamento de Danza de la Escuela de Arte Ernesto Lecuona—. Hoy, volvemos a convocar con el mismo objetivo y para fortalecer las unidades artísticas que estén o puedan crearse en el municipio cabecera”.
Esa es la causa por la que solo pueden aspirar a matricular en el único centro de la enseñanza artística de la provincia residentes en Trinidad y Sancti Spíritus. Aunque en un futuro, de no existir otra fractura en el proceso formativo, urge abrirse a otros territorios. El talento, las condiciones corporales y el interés artístico no pueden ser mellados por fatalismos geográficos.
“Pueden aspirar niños y niñas que culminan el cuarto grado y buscamos que cumplan con condiciones corporales y técnicas. No tienen que saber bailar, para eso estamos nosotros en la escuela”.
El proceso de captación incluye varios días y en cada jornada se decanta a quienes no reúnan los requisitos. La matrícula en septiembre será de 10 educandos.
“Desde que supimos que podían aprobar la reincorporación de la enseñanza, comenzamos a organizar todo en el centro. Y ya tenemos garantía de la base material de estudio, de vida para los becados y el claustro de la especialidad porque nos beneficiaremos con algunos de los recién egresados”.
La enseñanza de la danza cerró aquí porque el tabloncillo del plantel no cumple con las medidas establecidas, ¿qué alternativa adoptarán?
“Comenzamos con estudiantes pequeños. En los primeros años las medidas del tabloncillo, sobre todo para realizar los grandes saltos, no será un problema. Confiemos que pasado el tercer año, que es cuando se incrementan las habilidades técnicas, el contexto sea diferente y ya ese fenómeno sea historia. La carrera está lista para formar a nuestros futuros profesionales y solo queda eso por resolver”.
Cuando la construcción del tabloncillo se materialice deberá tener en cuenta su ubicación porque, no pocas veces la confluencia de una clase de coro o algún instrumento con los de bailes folclóricos, ha impedido la culminación de una de las dos.
A pesar de ese impedimento y las fisuras en el claustro —otra particularidad por un tiempo—, la enseñanza de la danza en Sancti Spíritus muestra resultados. Premios en concursos regionales sostienen que, aunque no existe una tradición en la formación y, mucho menos, una manifestación artística arraigada, se baila.
Igualmente, exhiben como propio el primer lugar del exalumno Ernesto Brellant en el XXVIII Encuentro Internacional de Academias para la Enseñanza del Ballet, en 2023, y la presencia de dos espirituanas en Danza Contemporánea de Cuba.
“Nuestros alumnos han participado en todas las actividades y galas que se hacen aquí, en el Festival Afidanza, en Trinidad, y en los encuentros metodológicos con las provincias de esta región”, insiste con orgullo la experimentada profesora Ramos Nario.
El retorno de la formación de esa especialidad como parte del programa de la Enseñanza Artística de este territorio, sin dudas, es una necesidad suplida. Que la provincia hoy no cuente con un catálogo de unidades especializadas en los diferentes bailes y solo exista el aplaudido y auténtico Folclórico de Trinidad significa una derrota. Lo pensaría así, incluso, Catalina Lara, la yayabera que se impuso a estereotipos y prejuicios sociales para que Sancti Spíritus danzara. En la Ernesto Lecuona se puede construir otra realidad para este territorio, tal y como soñó aquí la fundadora de una Academia de Ballet en los años 50.
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